—¡Ustedes saben donde está! —Los miraba con una intensidad tan grande que ambos se sentían abrumados de solo estar cerca de él—. ¡Diganle que venga, que no sea cobarde!
—Te juro que no tenemos idea de donde está.
—¿Por qué será que no les creo?
Fue una pausa muy dramática, los tres apenas respiraban con normalidad y sentían que el más mínimo movimiento seria su fin. Últimamente han visto muchas películas, no los culpen.
—Porque siempre te mienten —Ella salió por detrás de unos arbustos que Blas ni se molestó en investigar.
—Ese no era el plan —David refunfuñó molesto. Veinte años y aún parecía un niño pequeño cuyos ojos marrones se entrecerraban cuando se enojaba.
—Dame una razón para no matarte en este momento —Blas estaba rojo de rabia.
—Cuando estés en los brazos de tu amado Carlos me lo agradecerás.
David Lafuente y Álvaro Gango se pusieron delante de ella, solo por si a Blas le entraba esos ataques de desesperación y decidía que matar a su amiga era una buena opción.
—No debiste coger el teléfono descartable y mandar ese mensaje.
—Si, si debí. Si no fuera por mi tú nunca lo hubieras hecho, te estabas guardando todo para ti.
—Y ustedes —Mencionó furioso mirando a los otros dos hombres e ignorando el comentario de su amiga —, tenían que seguirle la corriente a Haridian como siempre ¿verdad?
Hari mandó el mensaje que Blas tenía guardado en la aplicación de notas de su celular, para eso compró un teléfono de esos que no se pueden rastrear, aquellos baratos y fáciles de conseguir. Convenció a David y Álvaro de entrar a la habitación de Blas, robar la carta, firmarla y dejarla en el casillero de Carlos Marco.
—Si no lo hacíamos nosotros no lo hubiera hecho nadie —Álvaro trataba de ser el pacifista de la situación.
—¡Esa era la idea ojos verdes, que nadie hiciera nada por mi!
Sus tres amigos lo miraron durante algunos segundos y continuaron caminando juntos. Blas, quien detestaba quedarse solo, los seguía de cerca hasta igualar sus pasos. Un viento les recorrió el cuerpo hasta hacerlos tiritar, todos se subieron las cremalleras de sus casacas y Hari le entregó a David la polera que él le pidió que guardara.
—Sigo pensando que fue una buena idea. Estoy segura de que llegará a darse cuenta de la gran persona que eres y de lo mucho que lo quieres.
—Sabes que no tiene ni la más mínima idea de que existo ¿verdad?
—¿Como que no? —David terminaba de ponerse la polera—. Si llevamos como dos clases juntos.
—Ya, pero en ese entonces estaba tan centrado en el idiota de Cameron que podía pasar un diluvio en sus narices y no se daría cuenta —Gango no estaba siendo de mucha ayuda.
Se detuvieron en una cafetería. Algunas personas se le quedaban mirando y susurraban en voz baja; les pasaba de vez en cuando, a la gente les parecía raro aquel grupo de amigos. Ellos ignoraban cualquier murmullo que proviniera de la boca de algunos de los comensales que los rodeaba.
El menú era lo mismo de siempre: Tres porciones de pastel de chocolate y uno de fresa (porque David prefería eso antes que chocolate) y una botella de gaseosa grande que era repartida de forma equitativa entre la cantidad de personas en el grupo.
Recordaban perfectamente como se habían conocido.
David era el mayor, una grave enfermedad cuando era niño hizo que tuviera que empezar a estudiar a una edad tardía. Álvaro, quien era un año menor que el joven de ojos cafés, se encontraba en el mismo curso por ser repitente. Blas y Hari eran exactamente de la misma edad.
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Atentamente B [Blarlos/Blarlie]
FanfictionEl ex chico popular Carlos Marco se debate entre el amor de un anónimo que se identifica como «B», quien le envía cartas de amor cada vez que puede y el reservado pero amigable Blas Cantó, quien poco a poco va robándose sus pensamientos y su corazón...