◀Dolor y Traición: Parte 1▶

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*Lee la nota y responde las preguntas

A Carlos se le habían adormecido las manos de tanto arrancar los papeles de esa pared. Después de varios minutos haciendo este trabajo, pudo darse cuenta de que solo eran cuatro fotos que habían sido fotocopiadas numerosas veces para que fuesen colocadas en todo el centro.

—¿Falta mucho? —Blas, que estaba algo lejos de donde estaba el rubio, preguntó con la voz entrecortada.

—Creo que no tanto —Dijo Carlos, estirando su cuello lo más que podía.

Probablemente habían estado quitando los papeles, unos treinta minutos y no veían la hora de que terminaran.

—¿Me podría explicar alguien que demonios es esto? —Hari, con papeles en mano, apareció de la nada detrás de ambos jóvenes. Asustándolos.

—¡Mujer, que susto!

—Par de miedicas —Volvió a levantar los papeles—. Si mi vista no me falla, estos son Álvaro y Dani, ¿Que pasa aquí? No entiendo nada.

—¿Donde andabas que no venías?—dice Blas quitándole los papeles y metiéndolos en la bolsa de basura.

—Tuve un problema familiar—hizo una pequeña pausa—. ¡No me cambies de tema niño y cuéntamelo!

Carlos y Blas trataron de explicarle como pudieron a su amiga todo lo que había sucedido en el tiempo que tardó en llegar, la expresión de sorpresa y preocupación en su rostro lo decía todo.

—¡Demonios, su padre va a matarlo!

—No lo dudes ni por un segundo.

Hari tuvo que ir a su salón. Ambos chicos se despidieron de su amiga rápidamente y se quedaron viéndola mientras se alejaba a paso rápido.

—¿Me acompañas a traer una nueva bolsa? —preguntó Carlos mientras mantenía una sonrisa ligera en su rostro, tratando de esconder sus ganas de ir al despacho y proteger a Dani de la furia de su padre.

Blas aceptó. Blas aceptaría cualquier cosa que Carlos la pidiera, eso estaba más que claro, pero en ese momento no debía distraerse en los ojos siempre brillantes y el cabello sedoso y algo alborotado que cubría rebeldemente la cara de su compañero... Muy tarde.

Digamos que Carlos en ese instante comenzaba a tener la cabeza muy centrada en las nubes. Por alguna razón, sus ojos no se podían apartar del rostro de Cantó, como una especie de fuerza magnética que los atraía aunque no quisiera, pero lograba disimular. Tal vez no le salia del todo bien, pero trataba.

Un pensamiento le cruzó por la mente rápidamente durante ese instante. Hace un tiempo ya que no resivia cartas de «B» ¿Se habrá cansado ya de él? ¿Era todo una maldita broma pesada para hacer ver a Carlos más idiota de lo que ya se sentía?

El rubio no tenia idea, pero en ese momento poco le importaba. Le gustaba estar con Blas, incluso en estos momentos donde no había ningún intercambio de palabras y solo se dedicaban a entregarse pequeñas miradas y sonrisitas al viento.

Casi llegando al almacén, Blas estaba a punto de romper el hielo con algún comentario irónico o pregunta random, cuando de repente se escuchó una voz un tanto irritante.

—Vaya, vaya. Miren lo que nos trajo el viento —Cameron, quien se paseaba el recinto como si de su casa se tratase, se encontraba en ese momento; y con mochila en mano, recostado en una de las paredes cercanas a la oficina del conserje.

—Pierdete, Torres.

—¿Que sucede, Cantó? —El pelirrojo ignoró por completo el comentario del rubio y dirigió su vista exclusivamente al moreno—, ¿El gato te comió la lengua?

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⏰ Última actualización: Aug 21, 2017 ⏰

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