◀ La Invitación ▶

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Hola, Carlos:

Me gustas en primavera, cuando tu sonrisa resalta. Me gustas en verano, con los ojos dorados. Me gustas en otoño, cuando te pierdes en canciones. Pero, cariño, cuando oscurece más temprano y a escondidas te miro más cercano, creo que es en invierno que te amo.

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-¿Qué tal estuvo tu cita? -Le preguntó Hari a su compañero de carpeta.

- No fue una cita -Blas trató de susurrar para que el profesor de Lengua no lo escuchara.

-¿Quién tuvo una cita? -Álvaro, quien se sentaba delante de sus dos amigos, habló.

-Blas; salió con Carlos ayer, te lo puedes creer

-Que no fue una cita -Esta vez Blas habló más fuerte, pero no lo suficiente para que el docente se percatara.

-¿Tuviste una cita con Carlos y no me contaste? -David, quien estaba detrás, tenia ganas de meterse en la relación.

-¡He dicho que no...! -El maestro dejó de escribir. Estaba cansado desde hace bastante rato; no dudó ni un segundo en regañar a aquel joven que intervino en su clase.

- ¿Señor Cantó? -Blas levantó la mirada, avergonzado -, ¿Tiene algo que contarle a la clase?

Muchos se rieron por lo bajo. Lamentablemente, Lengua era una de las asignaturas que ellos compartían con Sofia. Ella, al igual que sus amigas, se encargaban de animar al resto de estudiantes a calentar el ambiente.

-No, profesor, lo lamento. -El joven volvió a bajar la cabeza, posando la vista en el cuaderno que escondido debajo del que correspondía al curso.

-Bueno -asintió el profesor-, entonces no le incomodará que me lleve ese cuaderno.

Blas se tensó; el cuaderno contenía algunos borradores de las cartas que fueron dirigidas a Carlos, si el profesor lo veía, lo leería, y él quedaría en ridículo frente a toda la clase.

El maestro estaba a punto de coger el cuaderno cuando sonó la campana, todos los alumnos empezaron a guardar sus cosas, empezando por Blas, quien metió el cuaderno tan rápido que los lapiceros dentro de él, terminaron cayéndose.

-No tendrás tanta suerte la próxima, Cantó -El hombre se acomodó los lentes, se cruzó de brazos dándose media vuelta hacia su escritorio.

Hari ayudó a levantar los útiles que rodaron hasta su carpeta, tuvo que estirar bastante la mano, pero lo logró. Se los devolvió a su amigo con una pequeña sonrisa, y este se la devolvió.

-La próxima vez, habla más bajo -David, quien después de ese comentario recibió un suave golpe en el hombro de parte de Blas, empezó a reír mientras aplaudía.

-Vamonos ya, que me muero de hambre -anunció Álvaro.

Por el otro lado, el pequeño grupo de Carlos salía de clase de inglés. La morena acosaba a su amigo con preguntas tan raras que casi no le alcanzaba el aire para formular las, mientras que Dani se tomaba la poca agua que le quedaba en la botella.

-¡Calmate de una vez hija, que te mueres ahogada!

-Ya, pero enserio -Dijo la morena-¿Nada se nada? ¿Ni un poquito?

Atentamente B [Blarlos/Blarlie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora