Cuatro.

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La chica seductora.

Bea no quería, pero estaba obligada a compartir el departamento con ellos. Luego de despertar de su mundo de burbujas notó que ante ella estaba el mismo loco que la siguió y de alguna forma atontó, su primera acción fue obvia: darle una cachetada. Exigió saber su identidad, después de todo recordaba de forma borrosa haberle seguido hasta un hotel.

¡¿Qué demonios?! ¿Y si era un loco violador? Al menos podía tranquilizarse al saber que durmió sola en una cama.

Pero su suerte acababa ahí, si es que se le podía llamar suerte, ante ella no tenía a nadie más ni nadie menos que Eros, un dios. Y él no estaba solo, le acompañaba una cazadora de Artemisa llamada Lucy Weasley, que también era una bruja. Al parecer Bea no podía escapar de sus mundos, ni a kilómetros de distancia.

- ¡Solo es un club! Nada fuera de lo normal -dijo quejumbrosa mientras cerraba la puerta del baño en las narices de Lucy.

Sí, ahora le tenía regañándola por querer ir de fiesta.

-Llegaste a la ciudad en cuestión de días y quieres ir a un club de mala muerte, ¡eso grita peligro en todas partes! -Lucy exclama desde el otro lado-. Y recuerda que tienes dieciséis años, señorita.

- ¿Y tú acaso tienes cuarenta?

La pelirroja hizo una mueca, técnicamente era algo así.

Beatrice se mira al espejo y toma un labial para luego ponérselo, un tono rosa. De nuevo logró verse mayor, incluso metida en aquel vestido multicolor. Al mirarla no creerías que esa chica tuvo una fase "emo" falsa alguna vez, pues era como un arcoíris con todos los colores en su vestido. De alguna forma teniéndolo puesto dejaba de verse terrible.

Ella tenía una figura voluptuosa, eso ayudaba a ponerle un par de años encima. En caso de que el club tuviera guardias tal vez no la detendrían para pedir su identificación, puede que solo se quedasen mirando su trasero. Entonces Bea soportaría sus ganas de arrancarles los ojos y solo avanzaría hasta la pista de baile.

Eso quería, bailar y escuchar música a un volumen tan alto que amenace a la salud de sus oídos. Nunca antes había podido hacerlo, teniendo en cuenta que su madre no le permitía salir sin ella. Así que ir a clubes no estaba en su vocabulario.

-Si tanto quieres asegurarte de mi bienestar... sígueme de lejos -le propuso a Lucy en cuanto salió del baño, tomó su bolso y caminó hacia la salida del departamento.

Weasley suspira derrotada, bajando los hombros. Al parecer hacerle cambiar de opinión era difícil, deseó que Eros estuviera ahí para usar su "encanto" de nuevo. Pero él debía seguir con sus responsabilidades, volvería en cuanto pudiera. Ahora mantener fuera del peligro a Beatrice Graunt dependía de ella.

Mientras le veía menearse ante los guardias para pasar Lucy hizo una mueca de tristeza, aquella chica no sabía la verdad y vivía como si nada. Entretanto su mejor amiga recorría el inframundo, y hasta ahora no había tenido noticias sobre ella.

Lucy cumplió la promesa de no decirle sobre la misión a alguien más, siquiera se lo dijo a Eros. Él tenía demasiado cariño hacia Meredith Greengrass, lo más probable es que habría salido disparado a buscarla, y eso haría que los demás dioses se enteraran del problema. Cosa que Hades no quería, lo mejor era mantener a ese dios tranquilo.

Debía devolver a Bea a casa, para cuando Marly volviera, o incluso antes. Se lo prometió a su sobrina.

Beatrice bailaba en medio de los cuerpos sudorosos, y lo hacía muy bien. Moviendo las caderas y los brazos con armonía, al ritmo de la música. Todos allí parecían estar conectados con el sonido que resonaba en los parlantes, o tal vez demasiado fumados para hacer otra cosa que menearse.

La rubia no esperaba atraer la vista de algún chico, bueno, sabía que podía hacerlo pero esa no era su meta en esos momentos. Por eso se tensó cuando sintió una mano en su cintura y el calor de un cuerpo tras el suyo. Durante un segundo se detuvo, luego volvió a mover las caderas pegándose al chico.

Sonrió de lado, sabía quién era.

-Eres igual a tu padre, ¿sabes? Solo que a ti te lo perdono -Eros le susurra al oído.

-Yo no te perdono el hecho de que lo hayas mencionado, justo ahora.

Voltea y alza los brazos para rodearle el cuello, sin dejar de bailar junto a él. Logra colarse entre sus piernas con una mirada pícara. Él alza las cejas.

- ¿Qué tiene que ver esto con tu plan inicial?

-Nunca antes bailé en un lugar así. Mamá era muy controladora, no me dejaba salir de noche... o de día.

Eros asiente, aún con una mano en su cintura.

- ¿Y ahora te sientes bien con esto?

Su respuesta es más contacto físico que le hace quejarse por lo bajo, las manos de la chica se pasearon por sus hombros.

- ¿Esto te hace sentir bien? -murmura en tono seductor, acercando su rostro al de él.

Muerde su lengua durante unos segundos, se arma de valor para apartarla.

-En definitiva eres como él... Diviértete, Beatrice.

Se aleja de ella escuchando su risita burlona. En cuanto llega junto a Lucy se gana una mirada de reproche.

- ¿Qué? Fue ella, no yo.

Y tampoco se quejaba por eso.

Lo que quiero es libertad (SSG)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora