El pozo de San Lázaro

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Lucía se había quedado media hora más en la cama, había perdido el autobús y otra vez estaba llegando tarde a la universidad, pero todo tenía una explicación: hacía un frío horroroso, el conductor la había dejado colgada por cinco segundos, y su vida, que ya de por sí no era precisamente una película de acción, aún se le hacía más cargante cuando se trataba de llegar a las ocho de la mañana a una clase que no le interesaba para nada:

-       ¡Hola Lucía! –ya estaba Javierito otra vez de buen humor- ¿Te has enterado? ¿Sabes lo que me pasó ayer, no? – Genial, no sólo estaba animado, sino que encima le había tocado el día interesante.

-       Ehh, es que el autobús…- mientras descargaba el equipaje, Javier me miraba con una ansiedad que no era normal en él- Espera un momento a que deje las cosas por favor, que yo no estoy tan despierta, chico. A ver ¿Qué te ha pasado?

-       ¿Entonces no sabes nada?

-       Que no, que ya te lo he dicho….

-       Pero, no puede ser… tienes que haber oído algo ¿No escuchas la radio o las noticias por la mañana? ¿no has hablado con tus padres? ¿O es que tampoco lo saben?

-       No sé, que no sé de qué me estás hablando, dímelo ya.

-       Pues ayer iba en el autobús, volvía del taller este de la Plaza Mozart ¿sabes, no? por el puente de Piedra y tal, y de repente- aquí el chiquillo ya empezaba a estar inusualmente sobreexcitado- veo como cosas por el agua. Es decir, no eran cosas, así tal cual, yo veía como que el agua se movía mucho y pensé que eran peces, ya sabes, que alguien estaría pescando algo o haciendo algo en el río. No sé qué pensé, el caso es que no me dio mucho tiempo para nada, porque al cabo de unos diez segundos veo como una especie de pez gigante arrastrándose por la orilla: repugnante, tío, qué asco, porque no era como un pez exactamente- Javier estaba empezando a balbucear más que otra cosa y yo sólo podía pensar en un café, pero lo que vino después me empezó a descolocar- sino que tenía una especie de brazos.

-       ¿Brazos?- Lucía extiende los suyos- ¿Como estos brazos quieres decir?

-       Parecidos a los brazos… humanos, sí, parecidos, casi iguales, pero como arrugadillos. Un asco de bicho, vamos. Y yo flipando claro; imagínate, por un momento pensé que estaba teniendo una alucinación, o que estaba confundiendo algo raro, o no sé, pero entonces veo que otros bichos iguales van saliendo por la orilla…

-       Pero, ¿me lo estás diciendo en serio?- yo ya tenía controladas las exageraciones (por no llamarlas directamente mentiras) de Javier, y aunque a veces me hacían gracia, después de unas cuantas ya a una se le empiezan a hacer cansinas, y era yo quién le tomaba el pelo- Ja, ja, ja… A ver y al final ¿qué era? ¿un pez deforme rollo Los Simpsons, o qué?- Javier se quedó en silencio, mirándome fijamente, y ya no pude reirme.

-       Que te lo estoy diciendo completamente en serio, que ha salido en las noticias- al decir esto recupera el nerviosismo del relato- ¡Bueno! ¡Y no te creas que la cosa acabó ahí! ¿Te crees que la gente no se asustó, o qué? ¡La que se lió! Total que los bichos, que al principio eran como babosas, resulta que podían moverse bastante rápido y en un momento ya estaban por la carretera, el puente, la acera… ¡y llegaron hasta El Pilar, hostia puta!¡No veas qué susto! Las abuelas gritando, los niños llorando, el conductor acojonado con las puertas cerradas sin dejar entrar a nadie ¡Ja, ja, ja! ¿Te lo imaginas?

-       Pues no…

-       Que sí, que sí, Lucía, joder, ya verás, porque no tengo aquí el 15minutos, que te vas a flipar ¿Para qué te iba a mentir tan descaradamente? No tiene sentido ¡Si lo vas a ver enseguida!

-       Vale, sí, oye, son y diez ¿ha dicho alguien algo sobre el profesor o qué? ¿nos vamos a tomar un café?

-       Vamos, que te da igual lo que te digo.

-       No, no me da igual… venga ¿Y qué paso con los hombrespez?¿Se comieron a alguien?

-       ¡Qué va! Eso es lo mejor de todo: la gente estaba totalmente histérica, hubo accidentes y de todo, pero al final resulta que los bichos tenían el cerebro de un pez, y no eran peligrosos ni nada, pero se acercaban a la gente como para tocarla y, claro ¿qué iban a hacer? Pues todos dándoles patadas, palos… ¡alguno intentó hasta atropellarlos! Buf, casi daban pena los pobres bichos. Vino la policía, ambulancias, y no se cuánta gente para intentar atraparlos ¡Y todo esto a las once de la noche!¡Imagínate!¡Es como para que te de un ataque cardíaco o algo! A mí ni se me acercaron, claro, como estaba dentro del bus sólo los vi por la ventana. Creo que ha salido que se los han llevado a unas instalaciones a las afueras para trasladarlos a no sé donde, a algún lugar para ver de dónde han salido y qué son … Lo que me pregunto yo es ¿qué más habrá en el pozo de San Lázaro?

-       Hala, que sí, Javier, que sí- entra el profesor en el aula- ya me seguirás contando el cuento después, que no son horas.

-       Bueno chicos (y chicas) ¿Os habréis enterado de lo que pasó ayer por la noche en el Ebro, no?

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