cap 1/parte 2

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Martes 23 de junio de 2015. Asco de vida: ¡mátame universo!

Como esperaba, y estaba escrito con letras de fuego en mi miserable destino, el examen ha sido un fracaso completo. La vida del estudiante poco constante es dura. Maldita sea...

Y además Sara y Joana, ayer por la noche, me volvieron loca a base de enviarme mensajitos picantes y selfies de dudoso gusto con los camareros guapos de los baretos de pintxos del Poble Sec, cuando lo único que yo quería era relajarme y pegar el último estirón a la asignatura. Vaya dos caraduras... es una suerte que ellas ya hayan acabado sus exámenes, y es normal que decidan celebrarlo por todo lo alto, aunque me vean en casa deprimida como una monja de clausura (ten amigas para esto).

Cuando he vuelto del examen, ellas ya no estaban. No creo que hayan pisado el apartamento ni para cambiarse de ropa. A saber dónde andarán. Me aseguraré de que cuando regresen esas dos a casa, tengan tareas de sobra para entretenerse: hoy no tengo fuerzas no para levantar un plato de la mesa.

Para acabar de rematar, no recordé hasta que fue demasiado tarde, que ayer noche había quedado con Nacho, para su concierto de los viernes en la Bodega de Paco's, aunque él no ha dudado en bombardearme a mensajes porque, según él, me he echado atrás y le he fallado. Sin embargo, después de mi fracaso de esta mañana, tenía el día tan girado que he ignorado completamente todas sus llamadas. Esto va a ser el principio de una bronca segura con el señor saxofonista hípster alternativo, tan metido en su propio mundo de colores y sonidos que no presta atención a nada de lo que le digo.

Después de comer mi insípida ensalada de lechuga con atún, sacada directamente de la bolsa sin ninguna gracia, es día de hacerme un ovillo en la cama, ponerme la tele con sesión continua de series de ciencia ficción y dejar que toda la tensión acumulada salga por sí sola, sin contar que la ecuación vida social=cero, es la única que tiene sentido ahora.

Y ahí sigue Daniel, con sus fotos en paraísos lejanos, ajeno a mi triste y gris vida. Asco de vida.

Basta ya. Sí, y qué. Es lo que tiene ser la reina de las fiestas en la soledad de mi cuarto, intentando sobrevivir al último curso. Sí, universo, ¡mátame ahora! En estos momentos, no me importaría: Estoy KO total.

Para colmo, también mi madre ha tenido a bien interesarse por mi salud y mi bienestar físico y emocional, casualmente como siempre, a cinco días vista del santo de mi padre, la noche de San Juan que da paso al verano. Por tanto, como manda la tradición familiar, tendré que acudir y sentarme a escuchar de nuevo a todas mis tías, a mis primos y a la novia de mi hermano, reunidos ante la mesa una vez más, para machacarse entre ellos hablando de política y de lo maleducada que está la juventud hoy en día, planazo del que pretendía escaquearme este año por primera vez.

Pero no ha habido manera: Mi madre, a su estilo controlador, no ha parado hasta que le he asegurado que ya tengo el billete a Mallorca, y que los exámenes me han ido medianamente bien. Así que no me queda otro remedio. Ojalá tuviera la capacidad de enfrentarme a ella de una vez y empezar a hacer mi vida sin tener que darle explicaciones en cada momento, que ya tengo 23 años.

A estas alturas, necesito salir y despejarme. Ya está bien de pasear estas pintas como si fuera una indigente. Aunque esté en casita, tan ricamente, hay una cosa que se llama ducha, y la necesito con urgencia. A ver si por fin me quito esas terribles ojeras y ya de paso voy a saludar a la peluquera, a la que podré hacer un monumento si es capaz de domar esas greñas y devolverme a lo que una vez fui.

Bueno, mañana será otro día, y necesito meterme en la cama ya. Pero antes, un rápido repaso a la cuenta de Instagram de mi chico aventurero. A ver en qué paraíso lejano estará viviendo un sueño que es el mío...

Solo el pasaporteWhere stories live. Discover now