Rastreo

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1 de Diciembre de 2003

Hubo lluvia ese día, a pesar de que se había anunciado lo contrario.

La gente se agolpaba en los puestos o en las entradas de los edificios para eludir la tormenta, que aumentaba en potencia a medida que transcurrían los minutos.

A pocas cuadras del principal centro comercial de la zona, donde unas adolescentes se agolpaban dando grititos de diversión ante la sorpresiva lluvia, había un pequeño cibercafé donde se sentaban pocas personas, ajenas al clima del exterior.

En ese escondido pero cálido salón, una joven entró dando una exclamación sin aliento, escapando de la lluvia y dejando escapar una risa divertida.

Se quitó la chaqueta dando un suspiro, revisando que tan empapada había salido de todo ese embrollo y sus cabellos rubios, largos y sedosos escaparon de la prisión de su capucha y cayeron sobre sus hombros como una cascada.

Un joven, aparentemente del personal, se acercó a ella con una sonrisa.

-Bienvenida a Tomori ¿Gustaría darme su abrigo para que pueda secarlo?

-Oh gracias- respondió ella con una sonrisa igual de cálida, sus dientes perlados haciendo contraste con el rosado de sus mejillas- ¿Puedo pedir un café cortado?

-Claro, elija una mesa y se lo llevaré enseguida.

Apenas se alejó el joven de ella llevando su abrigo, sus ojos fríos y azulados buscaron entre las mesas. Casi con la rapidez de un rayo, se encontraron con la adecuada. Casi al final del salón y donde las luces no alumbran como en el resto del lugar. La mesa era para dos personas.

Y un hombre estaba leyendo papeles en ella.

Caminó con soltura, acomodando su bolso mientras sorteaba las mesas y sillas para luego sentarse frente al hombre dando un suspiro agotado.

-El clima es una locura allí afuera- dijo sonriendo.

El hombre levantó la mirada de sus papeles y estaba más que claro que no tenía idea de quién era ella. Eso no la desanimó.

-Lo siento, mal comienzo de conversación- continuó mientras se acomodaba mejor en su asiento- me llamo Cassie, pero la mayoría me dice Cass. Dicen que suena más sofisticado.

El hombre sonrió levemente bajo sus bigotes poblados en un intento por parecer divertido, pero la hostilidad por ser acosado por un extraño aún se notaba en sus ojos oscuros tras sus lentes cuadrados.

-¿Puedo ayudarla en algo? Como ve, estoy trabajando, lo siento.

-Oh, no se preocupe- respondió ella con un ademán de su mano- sólo estoy esperando a alguien.

Sin hacer caso al semblante molesto del hombre, Cass le hizo un gesto con su mano al mozo que llevaba su café. Lo recibió con una sonrisa y sus ojos se posaron fugazmente en los dos policías que entraban para refugiarse del frío.

-¿Sabes? Me encanta este lugar- dijo mientras posaba sus manos alrededor de la taza para calentarlas- tiene una de las conecciones de red más rápidas de la localidad. Puedo descargar archivos sin molestar a otros, no encuentras esas cosas muy seguido.

-¿Cliente frecuente?- preguntó el hombre.

Cass resopló.

-Eso quisiera. Pero vivo del otro lado del río así que sólo paso por aquí cuando necesito archivos urgentes.

-Me esforzaré por tener la misma calidad la próxima vez que venga.

-Oh ¿Eres el dueño?

-Este es mi segundo ciber-café. Planeo tener dos más para este año.

Herejes - (Saga Los nombres de Kira) Parte 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora