Prólogo

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Eloise abrió lentamente los ojos, sorprendida de no encontrarse en el jardín donde estaba unos instantes atrás. O al menos eso creía. Le dolía la cabeza, y por alguna razón tenía la sensación de que habían pasado años desde entonces.

Trató de levantarse, pero sus piernas no soportaron su peso y cayó con un golpe seco en la mullida alfombra que tenía bajo sus pies. Hubiera jurado que su habitación ni siquiera contaba con una. Se quedó ahí sentada, mirando la alfombra con curiosidad, hasta que su cerebro parcialmente recuperado recibió la información de que algo en esa escena estaba completamente fuera de lugar. Alzó la vista y se encontró con que el lujoso lugar donde solía vivir había sido sustituido por una habitación cuatro veces menor que la suya y la mitad de las cosas que estaban ahí eran completamente desconocidas para ella.

-¡Ellie! -gritó alguien-. ¿Sigues dormida?

La puerta se abrió, dejando ver a una chica bajita de pelo negro y enmarañado. Su expresión enojada asustó a Eloise, quien no estaba acostumbrada a que le gritaran. En realidad nunca nadie lo había hecho.

La reconoció enseguida como "Stacey", aunque estaba completamente segura de no haberla visto antes.

-Estoy despierta, pero no sé dónde estoy-dijo Eloise con el habitual tono calmado con el que solía hablar.

Stacey parecía perder la paciencia.

-Anda, levanta tu perezoso trasero del suelo y vístete. Si no bajas en cinco minutos, me comeré todo tu desayuno.

Tampoco recibía órdenes muy a menudo. Empezaba a molestarse.

Como pudo, se puso de pie y caminó hasta el armario que estaba en la pequeña habitación. Lanzó una exclamación al ver que toda su ropa había desaparecido, dejando en su lugar algo que ni en sus sueños se atrevería a usar, y que estaba segura de que tampoco lo haría ninguna de las mujeres que conocía.

Pegada a una de las puertas se encontraba una fotografía donde Stacey y ella sonreían a la cámara. En la parte baja de la misma, escrito con bolígrafo, se leía "Hermanas por siempre".

Era ridículo; Eloise no tenía hermanos. Y ni siquiera existían las fotografías a color. Todo aquello debía ser un mal sueño.

Un sonido agudo la sobresaltó, y buscó con la mirada a su alrededor, pendiente de cualquier movimiento que pudiera ponerla en peligro. El sonido cesó y ella sintió alivio por un momento, hasta que la voz de Stacey le llamó desde el piso de abajo.

-¡Ellie, Mike está en el teléfono!

¿Mike? Ella no conocía ningún "Mike".

-¿Quién? -gritó lo más fuerte que pudo para que su presunta hermana la oyera.

-Michael, tu novio. ¿En qué mundo estás?

Eso también era un error, su novio no se llamaba Michael, se llamaba...

Antes de poder recordar el nombre, sus ojos se posaron sobre una hoja de papel cuadrada con un gran número 17 abarcando casi todo el espacio. Abajo, en letra más moderada, se podía leer un mes. Julio.

Eloise reconoció el objeto como un calendario y se acercó un poco más para poder leer el año.

Aterrorizada, comprobó que era el 17 de julio de... 1995.

-¡Ellie!

Stacey volvió a gritar, pero esta vez Eloise no podía escucharla. Su cabeza comenzó a dar vueltas, mientras se repetía a sí misma que eso no podía estar pasando. Ella no podía estar ahí. Para ese año incluso debería estar muerta. Esos y otros pensamientos hicieron que se llevara las manos a la cabeza, desesperada.

Volvió a caer al suelo entre sollozos.

Lo último que vio fue a Stacey entrar a la habitación y correr hacia ella. Luego todo se volvió negro.

Prohibido EnamorarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora