Capítulo 1

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Había llegado el momento. Me encontraba más nerviosa de lo normal. Estábamos en la entrada de la Iglesia, a segundos que empezara la ceremonia. Mi padre me miro y sonrió.

Comenzamos a caminar y de fondo se escuchaba la marcha nupcial.  

Al final del camino se encontraba, Allan, igual o quizás más nervioso de lo que yo estaba. Se miraba más guapo de lo que ya era con su traje negro, ya no llevaba su pelo desordenado.

Mire a los costados, ahí estaban nuestras familias y amigos, felices por el paso que estábamos por dar.

Mi padre me entrego y antes de dirigirse hacia donde mi madre, le dijo a Allan, que me cuidara con su vida porque era lo más importante que tenía.

Allan, me miro y sonrió. — Sos la novia más hermosa.

— Y vos el novio más guapo — dije sonriendo.

Comenzo la ceremonia, escuchábamos atentos cada una de las palabras que el Padre decía.

Aún no podía creer que me encontraba frente al altar, vestida de blanco como siempre lo había soñado desde niña. Miraba a Allan por segundos, el amor de mi vida y él sonreía.

— Allan Vázquez, ¿Aceptas como esposa a Carolina Kopelioff para amarla en la salud y en las adversidades, hasta que la muerte los separe?

Allan me miro antes de responder: —Acepto — sonriendo.

— Carolina Kopelioff, ¿Aceptas como esposo a Allan Vázquez para amarlo en la salud y en las adversidades, hasta que la muerte los separe?

— Si, acepto — dije con la mejor sonrisa. 

— Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre, puedes besar a la novia, Allan — dijo el Padre. 

Oficialmente estaba casada. Allan, ya era mi esposo, me miraba sonriente. Puso su mano en mi mejilla y la acaricio mientras se iba acercando lentamente. Nuestros labios se unieron en un beso lento, un beso lleno de amor. Empezaron a aplaudir y nos separamos. 

— Te amo, Carolina — dijo, Allan, besando mi frente. Sonreí. 

— Te amo más, Allan.

Caminamos tomados de la mano hasta la salida de la Iglesia. Nos comenzaron a felicitar, llenandonos de abrazos y palabras hermosas.

— Caro, sabes cuánto te quiero y te deseo lo mejor en tu matrimonio. Te quiero amiga — dijo, Valentina. Nos abrazamos.

— Gracias. Te quiero y espero que pronto llegue la tuya — dije con una mirada pícara.

— Podemos esperar un poco más — dijo riendo. Reí negando con la cabeza. No cambia por más que pase el tiempo.

Mire hacia mi derecha y ahí estaba Allan, junto a mis padres. Me dirigí hacia donde se encontraban.

— Mi chiquitita, no puedo creer que ya estés casada — dijo mi padre abrazandome.

— Te deseo lo mejor en tu matrimonio, hija — dijo mamá seguido de un abrazo.

Mire a Allan y lo abrace.

— Ya sos mi esposa — dijo acariciando mi mejilla.

Unimos nuestros labios en un beso único, diferente a los demás. Nos separamos y Allan, me quedo viendo.

Su expresión se notaba diferente.

— ¿Estás bien? — dije preocupada.

— Si. Te amo, Carolina — dijo con una expresión llena de dolor.

— Yo tamb... — no pude terminar la frase porque, Allan, en segundos se encontraba en el suelo.

Me tire de un sólo junto a él y coloque su cabeza en mis piernas. Las lágrimas comenzaban a salir y miraba como todos trataban de ver que sucedía. Escuchaba que le estaban llamando a una ambulancia.

— Allan — dije llorando más fuerte. —Allan, reacciona. No me puedes dejar.

Acariciaba su mejilla, mientras más lágrimas corrían por mi rostro.

Mi padre se acercó y miro a Allan. Luego me miro y lágrimas cayeron por su rostro.

— Hija, ya no tiene pulso — dijo mi padre. Eso no era cierto.

Allan, estaba bien. Él no estaba enfermo. Levante la vista y mire a sus padres llorando abrazados. Volví a ver a Allan y ahí estaba con sus ojos cerrados como si solo estuviera durmiendo.

Él no me podía dejar, me prometió estar conmigo. Aún nos faltaban muchas cosas por hacer. Tantos planes que teníamos que cumplir.

Valentina se acercó, tratando de ayudarme a que me levantara, pero no quería. No quería alejarme de él. Acaricie cada parte de su rostro, mientras infinidad de lágrimas rodaban por el mío.

Tomé su mano y no pude evitar llorar más al ver su anillo, él que nos habíamos puesto hace tan sólo unos minutos.

— Allan, me lo prometiste... — dije gritando entre llantos. —Era una promesa — me recoste sobre él y lo abrace, me aferre más a él, cuando sentí unos brazos tratando de levantarme.

— Carolina — era mi padre. Lo mire con tristeza.

— Te amo, Allan — dije dándole un beso en los labios. El último beso.

Mi padre me ayudó y me levante. Me estrecho entre sus abrazos y más lágrimas comenzaron a salir.

Sus padres se arrodillaron junto a Allan, se estaban despidiendo de su único hijo.

Él era todo por lo que vivían sus padres. Era el motor de sus vidas, por el que trabajan arduamente. Y ahora ya no estaba.

Mis padres me abrazaron fuertemente, mientras trataban de consolarme. Pero nada podría lograrlo. Ya habían llegado los encargados de recoger su cuerpo.

Más lágrimas comenzaron a caer al ver como se lo llevaban, quise soltarme y salir corriendo e impedir que se lo llevaran.

No pude hacer nada de eso porque en segundos comencé a ver borroso y luego todo se torno negro.

***

Desperté desorientada, me encontraba recostada en una camilla, sola en una habitación de hospital.

A los minutos reaccione y lágrimas volvieron a caer por mi rostro. Deseaba que todo fuera una pesadilla. El día que había estado esperando por semanas desde que me propuso matrimonio, salió muy diferente a cómo lo habíamos planeado. El día que tenia que ser el más feliz, se convirtió en el peor día de mi vida.

Me casé y quede viuda el mismo día. Sólo duramos casados minutos.

Oficialmente era la viuda de Vázquez y eso me destrozaba el alma.


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¡Hola!

Por fin llegó la fecha, aquí el primer capítulo.

Espero que la historia les guste tanto como a mi.

Comenten, ¿que les pareció el capítulo?

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