Capítulo 7

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— Mi habitación está a la par, cualquier cosa me buscas —dijo cuando ya estaba en la puerta. Por momentos sentía que me cuidaba tanto, como si me conociera de siempre.

— Estaré bien —dije con una pequeña sonrisa. Él asintió y camino hasta su habitación, cerré la puerta y me acerqué a mi valija.

Necesitaba un baño, a parte hoy si tenía mucha hambre y quería estar con ropa cómoda. Saque un short holgado y una camisa cómoda.

Después de media hora, ya estaba colocándome mi ropa. Me acerqué al espejo y peine mi pelo, no lo seque, quería que eso lo hiciera el viento. Mire mi celular, tampoco lo llevaría, venir aquí significa alejarme de todo.

Salí de mi habitación, me acerqué a la de Agustín y toque la puerta, esperando unos segundos.

— ¿Listo? —pregunté cuando abrió la puerta. Me miro con una sonrisa y asintió, cerrando la puerta al salir.

— ¿Te sientes bien? —preguntó cuando comenzamos a caminar hasta el ascensor. Una vez dentro, marcó el número del piso.

— Si, sólo que tengo mucha hambre —dije mirándolo.

— Veo que ese pequeñín... —dijo mirando hacia mi vientre con una sonrisa. —ya esta haciendo que comas más.

Lleve una mano a mi vientre, suspirando y sonreí. —Si, desde ayer ando con mucha más hambre.

— Entonces, a comer todo lo que quieras —dijo entusiasmado. Llegamos a la recepción, salimos del ascensor y caminamos hasta la salida. Iríamos a caminar unas horas, pero primero a comer.

— Después voy a explotar —dije entre risas. Comenzamos a caminar sin rumbo específico. En el primer lugar que viéramos, comeríamos.

— Saldrá comelon —decía, Agustín, viendo mi vientre, él se miraba hasta más entusiasmado que yo, sonreía cada vez que hablaba de mi bebé.

Seguimos caminando hasta que llegamos a un pequeño restaurante, muy cómodo, justo lo que a mi me gusta. El ambiente se sentía tan diferente, en comparación a como me sentía en Argentina. Me sentía libre de toda la presión que me rodeaba, de tantos recuerdos.

Comenzamos a comer con la tranquilidad del lugar, se respiraba un aire fresco, muy poco conversamos con Agustín y realmente agradecía que él no estuviera constantemente haciendo preguntas.

— ¿A que te dedicas? —preguntó al terminar de comer el último bocado.

— Soy fotógrafa de una agencia —respondí con una pequeña sonrisa, amaba mi trabajo y sinceramente esperaba que a mi regreso eso fuera mi distracción.

— ¿Te apasiona? —preguntó alzando una ceja. Se notaba interesado en el tema y eso me agradaba.

— Si, como nunca imagine... es guardar un momento, capturar sonrisas, mostrar a los demás un amor congelado en colores, es llevar con vos muchos paisajes —dije en esta ocasión con una muy sincera sonrisa.

— Es genial lo que dijiste —dijo mirándome fijamente con una sonrisa. Tomé de mi bebida y observe nuevamente el lugar.

— ¿Vives solo? —pregunté al verlo, su sonrisa disminuyó.

— Si, vivía con mi hermano, pero murió hace unos meses —dijo con aparente tranquilidad, quizás ya lo había superado, pero yo con sólo escuchar esa palabra todo cambiaba. Me removí incómoda, no quería recuerdos que me llenarán de dolor, que se apoderaran nuevamente de mis pensamientos.

— Ha de ver sido difícil, más cuando vivían juntos —a mi voz le costaba sonar normal y Agustín lo noto, él se dio cuenta que mi ánimo cambio cuando dijo muerte.

Nuestro Destino | AguslinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora