Capítulo 10: Trotapieles.

101 9 2
                                    

*Sam*

- ¿Alguien me puede explicar lo que está pasando aquí? - tanto Dean como Hol se quedan completamente callados. Dean parece como si acabase de ver un fantasma y Hol... Hol solo sonríe con satisfacción. Mi parte razonable me dice que hay algo en todo esto que huele mal, pero mi parte sentimental me dice que no sea un estúpido y le parta la cara a Dean por mentirme, que no piense tanto y que huya lo más lejos posible, tanto de uno como de otro.

- Sam, yo... Déjame explicártelo. - dice Dean a la vez que se levanta de la cama y se empieza a poner su ropa que está tirada a ambos lados de la cama.

Pasan cientos, por no decir mil, pensamientos por mi cabeza en este momento y todos ellos son dominados por mis sentimientos, por mucho que lo esté intentando no consigo tener ningún pensamiento racional. No soy capaz de mirar a mi hermano sin que me den ganas de matarle.

- No, ¿sabes qué? - veo como los dos están ya casi vestidos y me acerco con lentitud a Dean, mientras este me mira vacilante poniéndose su camisa de cuadros. - Que te den, Dean. - le pego un puñetazo con todas mis fuerzas en la mejilla derecha y del impacto cae al suelo. - No puedes soportar la idea de que ella me prefiera a mí, de que esté enamorada de mí, de que ya no te quiera. ¡Acéptalo! Ahora las cosas son así. Yo lo pasé bastante mal todos esos años que estuviste con ella y lo pasé aún peor cuando papá y tú me obligaron a separarme de ella. Tú decías que era por su bien y que no podías estar con ella, y todos sabemos que así es, pero que tú no puedas estar con ella no implica que yo no pueda estarlo.

- Sam, esto no ha sido cosa solo de Dean. Como pudiste comprobar no estaba haciendo nada en contra de mi voluntad. - Holland me mira y no veo la calidez que reconozco siempre en su mirada. Hay algo en ello que ha cambiado, no sé el qué, pero lo noto, ahí está. Justo cuando voy a responderle, Dean se levanta del suelo y me devuelve el puñetazo.

- Eres un hijo de puta. Sabes las razones, Sam. Siempre las has sabido. Sabes que la sigo amando como el primer día y aún así estás con ella. Sabes los motivos que me prohiben estar con ella y me echas todo esto en cara. No lo entiendes, nunca lo has entendido. Siempre has sido el que lo ha tenido todo fácil. Yo desde pequeño tuve que cargar con la muerte de mamá, con ser el responsable y encargarme de ti. Papá jamás quiso verme con ella, pero seguro que a ti sí que te lo hubiese permitido. - sigue pegándome y siento como empiezo a perder el conocimiento. Me defendería, pero estoy tan cansado de esta situación. Tan, tan cansado. De repente, una loca pero no tan estúpida idea me cruza la cabeza.

- Dean... Dean, para... - intento hablarle entre puñetazos, pero él no para ni un segundo. Con las pocas fuerzas que me quedan le empujo y le quito de encima mía. Cuando miro por toda la habitación ya "Holland" no está. - Dean, no es Hol, es el trotapieles. - mi hermano mira por toda la habitación y se da cuenta de lo mismo que yo, hay piel llena de babas en el suelo y no hay ni rastro de "Holland".

- Mierda, Sammy.

*Holland*

Llevo dos horas tanteando a oscuras, intentando encontrar una maldita salida de este sitio. Pero parece completamente imposible. Entre el dolor de mi pierna, la deshidratación y la puta oscuridad no soy capaz de hacer nada bien.

Oigo unas pisadas al fondo, sea quién sea está a un kilómetro más o menos de mí. Pienso en gritar y pedir ayuda. Pero, claro, ¿quién vendría aquí sin ser la misma persona que me había encerrado? Me escondo en un hueco por el que casi me caigo antes sin querer, cuando estaba dando vueltas intentando encontrar la salida y me quedo ahí, intentando hacer el menor ruido posible. Me cuesta respirar con calma, porque el corazón me va a mil. Cada vez más rápido, al ritmo de los pasos que a cada segundo se oyen más y más cerca de mí. Busco a tientas algo que pueda coger para defenderme, alguna piedra suelta de la pared o algo, pero no hay nada. Intento hacer el menor ruido posible pero mi respiración acelerada dificulta el proceso. De repente, casi como una bombilla que se enciende, me viene a la cabeza un consejo que me dio Dean cuando empezamos a ir de caza, bueno, o mejor dicho, cuando al empezar a salir con Sam se vio obligado a llevarme de caza con ellos: "Lleva siempre algo afilado de plata encima", recuerdo que esa misma noche me había regalado un collar con un pequeño cuchillo y me había dicho que sería muy útil si alguna vez me encontraba en una situación como esta.

- Eoooooo, pequeña Holland. ¿Dónde estás? ¿Acaso te apetece jugar al escondite? - una oleada de rabia me recorre el cuerpo entero, pero eso es lo que quiere. Quiere que caiga en su juego. Me muerdo el labio y me quito el collar con manos temblorosas. Este hijo de puta se va a enterar. El problema está en que no sé si es el trotapieles al que Dean y Sam fueron a buscar esta mañana, o si es algún demonio que la tiene pagada con los Winchester. - Vamos pequeña, he pasado un rato maravilloso siendo tú jugando con los hermanos Winchester. Los tienes a tus pies, a los dos. ¿Sabe tu novio Sam que sigues enamorada de su hermano? Fue muy fácil saber que él también lo está de ti.

Estoy casi segura de que es el trotapieles. ¿Qué otra persona podría haberse hecho pasar por mí? Intento pensar en una manera de herirle con esta nimiedad lo suficiente como para poder huir y encontrar una salida tal y como tengo la pierna. Ya los pasos están casi a mí lado. Cierro los ojos y cuento hasta 10. Es lo que tardará Luke, o mejor dicho, el trotapieles en llegar hasta a mi.

1...

2...

3...

4...

5...

6...

7...

8...

9...

Y de repente, alguien tira de mí. Estoy apunto de clavarle el cuchillo en los ojos cuando me encuentro con los ojos de Dean mirándome con preocupación.

- Sh. - me agarra la cara y me examina. Sé que tengo una pinta horrible porque frunce el ceño un montón. Y eso que todavía no se ha percatado de la herida de mi pierna. Mierda, el trotapieles estuvo con Dean, puede que esté ahora mismo con el trotapieles. Vuelvo a alzar la mano donde tengo el mini cuchillo de plata y se lo clavo en el brazo. Dean se queda asombrado, pero no pasa absolutamente nada más.

- Gracias a Dios. - me tiro literalmente a sus brazos y le abrazo como si me fuese la vida en ello.

- No, pequeña, gracias a Dean. - sonrío entre sus brazos y me coge. - Huyamos de aquí. Sam está encargándose de ese hijo de puta. - asiento con la cabeza y me dejo llevar. 

SupernaturalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora