Capítulo 7: Podríamos intentarlo.

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Me desperté sintiéndome extrañamente feliz. Me di la vuelta al notar como Sam quitaba su brazo de mi cintura. Seguía dormido y se había dado la vuelta. Sonreí y me puse a mirar la cantidad de lunares que tenía en la espalda, una frase vino a mi cabeza como una exhalación: "Me perdí siendo astronauta de sus lunares". Sonreí como una estúpida y le di un beso en el hombro antes de levantarme de la cama y dirigirme al baño.

Al mirarme al espejo vi mis pálidas mejillas más sonrojadas que de costumbre y una estúpida sonrisa que no desaparecía por mucho que intentara ponerme seria. 

- Venga, Hol. Tranquila. - me dije a mi misma. No sabía porque estaba tan condenadamente nerviosa. Era Sammy. Nos conocíamos de toda la vida. <Tal vez es porque te has acostado con el hermano del chico del cual estás enamorada>, deseché ese horrible pensamiento de mi mente y me metí en la ducha. Si había algo que podía hacer para dejar de pensar en ese tipo de cosas siempre era pensar en que me iba a poner. Se que suena muy superficial, pero cuando pensaba en que ropa ponerme todo lo demás se iba de mi mente por un segundo. Y ahora mismo no quería afrontar la realidad. 

Me sequé y me envolví con la toalla a la vez que abría un poco la puerta. Cuando vi que Sammy seguía dormido salí y cogí la ropa que había estado pensando. Se trataban de unos simples pantalones vaqueros cortos, mis botas negras favoritas, una camiseta negra de un atrapasueños, mi típica camisa de cuadros y una chaqueta negra dos tallas más grandes. Siempre me sentía bien con conjuntos como estos. No era una chica de vestidos y tonos pastel, aunque si tenía que ponermélo me lo ponía. Cuando me hube terminado de preparar salí del baño y me encontré con un Sammy adormilado rascándose un ojo.

- Estás preciosa. - dijo en cuanto me vio, con su típica voz ronca de por las mañanas. Yo le sonreí y sentí como volvía a ponerme nerviosa otra vez. En ese momento la puerta se abrió y se cerró con un ruido horripilante.

- Sammy. - Dean se quedó paralizado cuando nos vio. Ni siquiera estábamos cerca, pero se notaba a kilómetros lo que había pasado y sabía que él lo había notado. Por un momento pude ver en su mirada dolor, pero al segundo desapareció. - Tenemos un caso. Vístete.

- Vale. - Sam se levanta y va al baño, a la vez que Dean comienza a recoger las cosas y yo me quedo parada mirándole.

- ¿Qué se supone que tengo que hacer yo? ¿Te ayudo? - le digo con mi mejor sonrisa intentando actuar normal, pero él me mira mal y se da la vuelta.

- Tú ya has hecho bastante, ¿no crees? - como se que no me está viendo no disimulo mi expresión de dolor. Esas palabras hacen que mi corazón se rompa un poquito más, pero evito el sentimiento y recojo mis cosas. - No vas a venir con nosotros.

- ¿Estás de broma, verdad? - le digo harta de su actitud. Se da la vuelta y puedo notar como sus ojos echan llaman incluso desde aquí. Tensa la mandíbula y se acerca un poco a mí.

- ¿Te parece que lo esté? - yo niego con la cabeza porque soy incapaz de decir nada. Suelto el aire que estaba conteniendo y él sigue a lo suyo. 

- ¿Por qué me odias tanto, Dean? - escucho como Sam cierra el grifo de la ducha y sale de ella. Necesito que Dean me responda, y sé que no lo hará con Sam delante. Se rasca la nuca, y eso solo es algo que hace cuando está nervioso o frustrado.

- No te odio, Hol. Ese es el puto problema. No puedo odiarte. - una chispa de esperanza se enciende en mi interior, pero vuelve a apagarse cuando Sam abre la puerta y se acerca a mi, haciéndome recordar las palabras que me dijo anoche: "Mañana podrías considerarlo un error y no quiero que eso pase". Me siento la persona más terrible del mundo. Tengo un revoltijo de sentimientos en mi interior, sé que siempre he amado a Dean, pero también sé que lo de anoche significó algo.

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