Capítulo 3

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''Se aclaró la garganta y clavó sus oscuros ojos en los míos. Por unos momentos me sentí intimidada, pero debía de mantenerme firme y no ablandarme de ninguna forma hasta que no supiera la verdad.

-Verás, la verdad es que...''

-No tengo todo el día, Vic.- Respondí secamente. Odiaba que me mintieran.

-Me he escapado de casa.- Susurraba mientras bajaba la mirada hacia el suelo.

Ahora podía notar como me estaba diciendo la verdad. Además, todo empezaba a tener sentido. El que estuviese paseando solo mientras llovía por las calles de San Diego, y que no se preocupase ni lo más mínimo de correr para protegerse de la lluvia me había extrañado bastante.

Además, antes de que picase inseguro la puerta de mi casa, había podido notar que estaba triste, como si le hubiese pasado algo. Aunque ya me iba haciendo una idea al darme cuenta de las pequeñas marcas rojizas e moratones que contenían sus brazos y su mejilla derecha.

-¿Por qué? ¿Qué ha pasado para que hayas decido hacer eso?- Fingí no haberme dado cuenta de que seguramente, ese pobre chico sufría algún tipo de maltrato físico, y seguramente psicológico también. 

Vic tan solo se dignó a levantar su mirada hacia mí, sonreír forzada y levemente y levantarse intentando retener unas lágrimas que luchaban con cuerpo y alma para salir de su escondite.

Cogió su ropa, la cual aún seguía un poco húmeda, y se dirigió hacia la puerta. Agarró el pomo temblorosamente, pero antes de abrir la puerta se giró mirándome con esos ojos marrones, ahora cristalizados a causa de las lágrimas que retenían. Su voz se quebraba, aunque él intentaba con todas sus fuerzas parecer firme, pero no podía.

-Será mejor que me vaya... Gracias por haberme dejado estar este rato en tu casa, y bueno, espero volver a verte algún día.- Decía mientras salía por la puerta, se colocaba su sudadera con la capucha y empezaba a caminar cabizbajo entre esas lluviosas calles.

No podía dejar que se fuera así sin más. Aunque tan solo le conociese de unos minutos, no podía dejar que se quedase en la calle sin ayuda, o aún peor, que volviese a su casa donde seguramente se llevaría otra paliza.

Sin pensármelo dos veces salí corriendo de mi casa en busca de Víctor. Me estaba empapando como nunca, pero no me importaba. Tan solo quería encontrar a Vic.

Empecé a correr cada vez más rápido hasta que al fin me encontraba a escasos metros de él. Por lo que me había dado cuenta, él no tenía ni la más remota idea de que le estaba persiguiendo, así que tan solo se dignó a seguir cabizbajo caminando hacia a saber dónde.

-Vic, ¡Espera!- Chillé con todas mis fuerzas, consiguiendo que me oyera y se girase a ver quién le llamaba.

Cuando Vic se giró, pude notar en su rostro que había estado llorando y que a la vez estaba bastante sorprendido de verme. De repente, pisé un charco haciéndome caer al mojado asfalto y torciéndome el pie derecho.

Intenté levantarme, pero el dolor que invadía mi cuerpo me lo impedía, así que tan solo fui capaz de soltar un grito haciendo que Vic empezase a correr hacia mí. Al parecer, era la primera persona que se había preocupado por mi durante todo este tiempo.

-¡Melanie! ¿Estás bien?- Dijo sobresaltado. Parecía preocupado y todo.

-Sí... bueno,- hice una mueca de dolor -Creo que me he torcido el pie derecho.
 
-Anda, déjame ayudarte.

-No, no es nada en serio...

-No era una pregunta,- Respondió serio -Déjame llevarte a casa.

Tan solo permanecí en silencio y asentí, al fin y al cabo no podría hacerle cambiar de opinión. Víctor me cogió en brazos y empezó a caminar hacia mi casa con total tranquilidad, aun sabiendo que estaba diluviando.

Al llegar, se paró en frente de la puerta y metió su mano en el bolsillo de mi pantalón.

-¿¡Pero qué haces!?- Chillé asustada.

-Eh cálmate, tan solo quiero coger las llaves para abrir. ¿Qué pensabas que iba a hacer?- Rio. Será cabrón...

Cogió las llaves de mi bolsillo mientras mi rostro se iba tornando a un tomate y entramos en mi casa. Íbamos empapados y no pudimos evitar empezar a reír al ver la situación en la que estábamos.

Me sentó en uno de los sillones del salón mientras él se sentaba en la mesita que había en frente y apoyaba mi pie derecho en su pierna. Empezó a quitarme lentamente la zapatilla Converse negra que llevaba puesta y seguidamente el calcetín rojo que llevaba.

-Vamos a ver que tenemos aquí...- Dijo mientras masajeaba cuidadosamente mi pie -Indícame si te duele o algo.

-Me duele mucho...

-Lo suponía, tienes un esguince. ¿Tienes algún botiquín?

-Sí, detrás de la puerta del baño.- Respondí.

Víctor se levantó dejando mi pie apoyado en un cojín y fue directo al baño en busca del botiquín. De repente, una tímida sonrisa invadió mi rostro. Era la primera vez durante todo este tiempo en la que alguien se empezaba a preocupar por mí. Además, por lo que pude comprobar él también tiene problemas.

Quizás no somos tan diferentes como pensaba.

Al rato, Vic volvió con unas vendas y volvió a apoyar mi pie en él, esta vez para colocarme las vendas. Se le veía muy concentrado haciéndolo.

-Mira, no sé por qué te hacen eso... pero el caso es que no puedes volver allí sin más o quedarte en la calle.

Al instante, Vic paró de vendarme el pie, como si le hubiese tocado algún punto frágil. Lo había hecho.

-No... No sé de qué estás hablando.- Estaba empezando a ponerse nervioso.

-Vic, esas marcas en los brazos y en tu mejilla no salen así sin más.- Dije de la forma más amable posible. No quería hacerle sentir mal.

Vic permaneció en silencio mientras seguía vendándome el pie.

-Y he pensado que...

-Va, dilo.- Dijo secamente.

-Oye, que si te me pones así de borde no te dejo quedarte en mi casa durante un tiempo.

Víctor se quedó paralizado mientras dirigía sus ojos hacia los míos. Esta vez brillaban como los de un niño pequeño al que le retomaban la felicidad.

-¿Lo dices en serio?

-Sí, pero con la condición de que me cuentes todo lo que te ha pasado.- Solté una leve sonrisa.

-¡Acepto!- Respondió mientras besaba mi mejilla.

Mi rostro se tornó rosado aunque intentaba disimularlo. Le di una oportunidad, ya que se le veía buen chico y algo de compañía no me vendría mal...

Let's scream until there's nothing left. (Vic Fuentes)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora