Viajaba con mi hermana mayor a ver a mis abuelos como hacíamos todos los veranos. No me gustaba ir porque hacía demasiado calor en el lugar, pero lo hacía por ella.
Estaba abrigado hasta el cuello de mantas por el aire acondicionado que había en el bus. Mi hermana por otro lado sólo llevaba puesta su típica chaqueta negra con capucha.
En medio de esas ocho horas de viaje de noche me quedé dormido en su regazo. Ojalá no hubiera tenido seis años en aquel momento.
No sé cuando, pero de un momento a otro me desperté entre gritos y movimientos bruscos. Todo giraba a mi alrededor, saltaba violenta y repetidamente y de no ser por el cinturón de seguridad hubiera salido disparado de la silla. Aunque al mismo tiempo la sacudida era tan fuerte que terminé con hematomas.
Miré a las personas que iban en el asiento de al lado, una estaba siendo triturada entre el vidrio roto de la ventana y el techo, la otra era azotada contra el piso y los asientos cubierta en rojo por cada vuelta que daba el vehículo.
A pesar de que sólo las contemplé unos segundos esa escena quedó grabada a fuego vivo en mi memoria.Giré rápidamente y vi a mi hermana con un brazo roto y piel arrancada quebrando la ventana e intentando evitar que el techo cerrara aquella salida. Recuerdo a un hombre con parte de la cabeza abierta siendo lanzado brutalmente hacia adelante.
Los gritos poco a poco se hacían más mortificantes antes de desaparecer totalmente. No comprendo cómo algo así pudo ser tan violento.
Mi hermana me dio su mochila y desató mi cinturón. Me tomó con fuerza y me acercó a ella. En ese momento el tiempo se detuvo, el mundo se desvaneció alrededor. Recuerdo sus lágrimas y su rostro sucio y ensangrentado. Pero sonreía, me dio su característica sonrisa, una sonrisa que transmitía paz y tranquilidad.
Antes de que me lanzara hacia la ventana. Antes de caer en el pavimento brutalmente con su mochila en mi cara y mis brazos. Antes de ver cómo ese vehículo se incineró antes de caer por aquel barranco. Antes de darme cuenta de que no tenía fuerzas para nada.
Resuenan sus últimas palabras...
—Toma la mochila con fuerza. Como si fuera nuestro último abrazo. Te quiero, peque.
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De cabeza
RandomYa habrás visto esto antes... Cortos que no son lo suficiente para ser una historia completa, problema de todo escritor. Portada hecha por mi esposa @AnniaTheSymphony uwu