Mírenme

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—Ya te dije que no estoy interesada en salir contigo.

—No te hagas la difícil, todos en la clase lo sabemos. Además si salimos quizás puedas mandarme unas cuantas y yo te mando unas también...—dijo ese fastidioso chico que creía era mi amigo.

—¿Mandarme unas qué? ¡ya no quiero nada de ti!—exclamé con el ceño fruncido.

—¡Ey, no tienes que ponerte en ese plan!—dijo un poco sobresaltado—. Ya sabes, fotos, nudes...o cómo les dicen los chicos esos eeh ¿packs?.

—¡¿Qué te hace pensar que yo te mandaría eso?!. Yo me largo, creía que eras mi amigo y te atreves a tomarme por una fácil, ¡vete al infierno!—respondí finalmente y me fui indignada de allí.

Y este probablemente sea el décimo séptimo de mis amigos que terminaron en una decepción total.

Ok, ok, lo admito, soy una hipócrita al fingir ser una chica que sigue las modas actuales, pasa horas en las redes sociales y esas cosas, pero de otra forma no me prestarán atención. Sí, soy una presumida, me gusta usar blusas entalladas  y jeans ajustados para que todos puedan ver mi esbelta figura, me gusta tomarme fotos y agregar los filtros suficientes para que me envidien cada vez más y más. Pero aunque haga todas esas cosas, aunque finja ser tantas cosas, la gente sigue sin prestarme atención. Tengo muchas virtudes, tengo muchas cosas buenas y puedo demostrarlo, pero necesito que me presten atención, pero las cosas no son así. Si alguien ve a una chica escribiendo bajo un árbol van a pensar que es una chica estudiosa y apática, si alguien ve a una chica hablando con él retraído de la clase pensarán que le gusta y por ende, es una chica con pésimos gustos e inclusive llegarán a pensar que ella quizás sea una nerd o algo parecido. Por todo esto, creí que si quería que la gente leyera mis libros, debía agradarles, ser como ellos y así capturar su atención. Todos querrán leer los libros de una chica hermosa y tan plástica como las adolescentes promedio, ¿qué podría salir mal?. Quedarte inmersa en el mundo de adolescentes casuales era lo que podría salir mal.

Todas esas chicas no me agradan, pero es lo que hay. La mayor parte de la población adolescente son gente patética y palurda, el otro porcentaje son un poco decentitos, pero al ser pocos los que conforman ese porcentaje no puedo encariñarme con ellos, no llegaría a lo que quiero lograr. ¿Que qué quiero lograr?. Publicar mi novela y así ser una gran escritora de drama y ciencia ficción.

Allí está Lea, esa chica que no se da cuenta de todas las cosas buenas que tiene. Es fea, pero los chicos le tienen respeto, bueno; quizás simplemente no se toman la molestia de tratarla mal. Me irrita tanto. Su madre siempre quiso que fuéramos amigas, pero no congeniamos. Ella me rechazó por completo desde que la conocí y yo a ella. Pero ese no es el punto, me fastidia que siempre saque tan buenas calificaciones, que siempre esté sola y nunca se queje por nada, eso me molesta. ¿Cómo puede ser tan permisiva?, las chicas en educación física nunca la escogen en sus equipos y siempre termina sentada en la banca. Me molesta tanto. Se toma muy a la ligera lo que es estar sola, yo he estado sola y nunca querría estar sola de nuevo, en cambio ella se pasa por el otro su soledad y sigue estancada en su zona de confort. No se ve que tenga sueños o aspiraciones en la vida, no se esfuerza por nada. Es una chica mediocre.

Estaba almorzando como siempre con Hillary, Sandra, Fernanda y Viviana. Les contaba sobre lo que me pasó con el perdedor de la mañana cuando se creó un bullicio entre todo el patio de la escuela.
Solo eran Cecilia y Ximena haciendo otro de sus estúpidos retos. No me importó hasta que escuché que le harían el reto a Lea. Inmediatamente empecé a preparar las palomitas para disfrutar el show.

—¿Por qué a Lea?—preguntó Fer—. Digo, no me agrada, ¿pero qué tendría de divertido hacerle la broma a Lea?. No mamen.

Sentimientos En Las NubesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora