Capítulo 10: ¡No soy una niña!

963 125 2
                                    

Clarissa

El entrenamiento había terminado bastante temprano. En un principio pensé en ir a casa, y tal vez dormir un poco, pero luego lo reconsideré. No estaba tan cansada en realidad, no físicamente. Sabía que dormir, en todo caso, no me ayudaría con eso ni un poco. Así que tomé la decisión de salir a divertirme un poco.

Fui a mi casa y me cambié de ropa en menos de un minuto; creo que mi madre ni siquiera notó mi presencia, aunque eso no era ninguna novedad. Me puse unos simples jeans y una blusa de tirantes roja, a pesar de las bajas temperaturas, aunque honestamente, éstas no me molestaban tanto ya. Decidí ir a la discoteca de la vez anterior. Al llegar, unos segundos luego de salir de casa, ni siquiera me pidieron una identificación. Simplemente bastó un guiño al portero para que me dejara pasar sin más. El olor de las personas no me perturbaba tanto, pero siempre causaba un impacto. Así que opté por hacer lo mismo de la vez anterior y me senté en la barra; pedí un coctel que contenía un poco de vodka. Ya el alcohol no mareaba, pero si entumecía un poco mis sentidos; me hacía sentir un poco más humana, un poco más común. Aunque me estaba encantando ser un vampiro, sí extrañaba un poco mi vida sencilla de humana, en la cual no tenía que preocuparme por enloquecer al estar en un lugar bastante concurrido. Respiré profundo, y sacudí mi cabeza, con nostalgia de la vida que había tenido hacía apenas cuatro días. Aunque si pudiese elegir, elegiría ser esto que soy; sin dudarlo.

Pedí ahora un trago más seco, para obtener el efecto que causaba el alcohol más rápido. Al terminarlos, pude notar que ya no percibía de forma tan fuerte el olor a sangre, así que giré mi silla a ver si conseguía a alguien con quien me apeteciera bailar. Cerca de mí, había un chico lindo y musculoso. Su cabello era rojizo y un poco largo; su piel blanca, un tanto ruborizada; sus ojos totalmente oscuros y hermosos. Toda la ropa que tenía puesta se ajustaba en los lugares correctos. Lo miré durante algunos segundos, provocándolo y deseando que me invitara a bailar. Me dio una linda sonrisa, y al cabo de unos cinco minutos, se acercó a mí y lo hizo. Tomé el último sorbo de whiskey que quedaba en mi vaso, y tomé su mano. Fuimos a la pista, y bailamos como nunca. Sus manos rozaban mi cintura y mis caderas siempre que tenía oportunidad. En cierto momento, pusieron una canción un tanto lenta. Él me miró como preguntando si estaba dispuesta a bailar con él, le contesté rodeándolo por el cuello y moviéndome al ritmo de la música. La verdad es que el chico se veía muy bien, pero no sentía ningún tipo de conexión con él, aunque a decir verdad, no era una conexión lo que estaba buscando. En un momento, sentía que me estaba aburriendo un poco, así que le sonreí y lo besé.

El chico besaba muy bien. Entre besos, me tomé un segundo para tomar aire. Allí me di cuenta de que el efecto del alcohol había pasado, y el olor de la sangre me golpeó fuertemente. Yo estaba hambrienta. Muy hambrienta. Casi pude sentir mis ojos tornarse negros. Lo tomé con más fuerza por el cuello, y lo besé apasionadamente. Mis colmillos, los cuales salieron de su escondite sin previo aviso, rozaron un poco fuerte la superficie de sus labios, causando que saliera un poco de sangre; solo un poco, pero eso fue suficiente. Esta sangre era totalmente deliciosa. Era rica y pura; muy diferente a la sangre del vago. Sentí un poco de pena por el chico, seguramente solo era un estudiante universitario, buscando una noche de diversión, pero no podía detenerme. La apertura que había en su labio era bastante pequeña, y no podía tomar mucho, por lo que, en medio del beso, me decidí por morder la piel de su labio un poco más profundamente. Él soltó una especie de gemido de dolor y placer. Supongo que no se sentía tan mal una mordida de vampiro.

Cualquiera que nos mirara, diría que pronto deberíamos buscarnos un hotel. Yo tenía un agarre firme y fuerte en su cuello, y él me tomaba por la cintura con fuerza también... hasta un momento. El chico pareció darse cuenta de que se sentía débil, o de que estaba tomando su sangre. Trató de apartarme con urgencia, pero a pesar de su tamaño considerable y sus grandes músculos, no representaba nada para mí. Yo solo afiancé mi agarre y seguí bebiendo... hasta que sus piernas flaquearon, y prácticamente se desplomó en mis brazos.

Pacto EternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora