Todo lo fortuito resulta intrigante, sobre todo en el amor.

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Nuevamente despierto tarde, creo que nunca perderé esa costumbre, me reclamo mientras intento escoger un conjunto acorde a lo que pensaba hacer ese día, noto frente al espejo que era verdad lo que Louis había dicho que tenía una figura bonita que el tiempo parecía haber evitado mancillar, me agradaba mucho lo que se reflejaba frente a mis ojos y me sentí muy tonta por usar ropa holgadas casi siempre, pero hoy es el "gran día", no era para tanto pero lo titule así y al menos tenía que hacer el intento de verme bien, pero por más que hacia el esfuerzo no encontraba ropa decente, ya había tenido mucho tiempo sin hacer compras. Luego de decidirme por un vestido de verano blanco con una correa gris, unas botas negras, un chal cualquiera y un sombrero de ala ancha, me preparé unas tostaditas y un jugo de piña para comer, tendrá que bastarme hasta la hora del almuerzo, de todos modos mi mano se lanza al frutero y toma una manzana, no estaba segura de la razón por la que hice eso pero termino guardándola en el bolso blanco con adornos dorados que tenía desde mi anterior cumpleaños.

Subí al ascensor y presioné el botón de la planta baja, luego de una breve pausa la puerta empezaba a cerrarse cuando de pronto escuché una voz finita y agitada que venía desde el pasadizo.
- ¡Detente por favor¡
Alcé la mirada para saber de quién era esa deliciosa voz que fue música para mis oídos, era la cosa más extraña de mi vida pues nunca había sentido algo así por una voz antes. Su piel era tan fina y blanca como las tazas antiguas de porcelana de mi abuela...esa comparación me pareció tan tonta y fuera de sentido que no pude evitar una risa que traté de disimular lo mejor que pude mientras mi dedo presionaba el botón de apertura de puerta.
- ¡Hola, perdón por hacerte esperar! Volví a la realidad de un brusco tirón.
- No no, no te preocupes, eres nueva por aquí ¿Verdad? No te he visto anteriormente – alcancé a decir mientras mis manos se humedecieron un poco.
- Si, tengo 3 días hospedada apenas, me llamo Alexandra, mucho gusto, espero llevarnos bien – me decía mientras extendía su brazo y me daba la mano.
Una voz tan dulce, apariencia tan femenina y bonita, era imposible no querer ser amiga de ella. Es una visión demasiado hermosa para ser ignorada, "rayos" pienso decir en mis adentros pero por la súbita sorpresa en su rostro me hace pensar que lo he dicho en voz alta.
- Perdón, soy Sofí y claro que si, nos llevaremos bien – le dije mientras disfrutaba del tacto de su piel luego de haberme secado la mano con el chal floreado que usaba.
Apenas un instante después la puerta del ascensor se abrió y dejé que saliera primero, contemplé como corrió de prisa hacia el portón de salida sin decir ni media palabra ¡Maldita sea mi torpeza cuando me pongo nerviosa! Suspiré resignada y fui lentamente por el mismo rumbo.
Tome el transporte y me senté en el último lugar como de costumbre en dirección al hospital, todo el recorrido estuve pensando en Alexandra, cuando salió sin despedirme ¿Mi presencia le molestó o su interés era salir rápidamente del edifico en primer lugar? ¿Cual sería el gran motivo de salir de esa forma? ¿Al igual que yo tenía problemas? Mi yo interior me decía que tenía que ayudarla de algún modo, sentía que me encontraba en un limbo donde estábamos ella y yo, ella estaba de espaldas y yo me encontraba acercándome para preguntarle el motivo de su partida inesperada, mi mirada fue desviada por mi madre que se encontraba al frente de Alexandra , me alzo la mano para llevarme hacia donde estaba ella y en ese instante la imagen del hospital llenó mi campo visual pues ya estaba llegando a mi destino.  

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