Dirty Love

Cap 12

Jennie no llegó a la casa en toda la noche. No pude evitar estar al pendiente de ello, pues por más que quise jugar con mi play e ignorarlo, no pude.

No era necesario imaginar lo que estaban haciendo. Tengo grabado en mi memoria las escenas en aquella discoteca. Aquella noche.

-Demonios- Me desacomodé el pelo mientras estaba frente  a la computadora en mi trabajo.

-¿Estás bien?-Preguntó mi compañero asomándose.

-Sí- Suspiré.

-Te ves frustrado-

-Solo…- No sabía que decir.

-¿Es una chica?- Yo lo miré sorprendido:- Lo sabía- Afirmó:-No pareces un tipo tímido, de hecho hasta he pensando que eres tan raro que no tendrías problemas para conseguir una-

-Bueno ya ves… sigo soltero-Alcé mis hombros.

-Muéstrale algo de tu rareza y seguro verás como cae- Solo sonreí por cortesía. Aunque no me gustaba que me dijeran raro.

Nunca he pensado que lo que hago fuese raro, aunque mucha gente lo creía. Jennie lo había mencionado un par de veces también, pero no parecía particularmente atraída por eso.

-Hasta que al fin llegas- Le dije mientras estaba sentado en el sofá ya de noche. La chica me miró como si nada.

-¿Estás bebiendo?- Vio las latas sobre la mesa.
-Solo un poco-

-Dame una- Se sentó a  la par mía. Dejó el bolso aún lado.

-¿Pasaste la noche con él?- Fui directo.

-Se puso muy sentimental y dijo cosas que me dieron algo de miedo- Tomó la cerveza que yo le ofrecí y la abrió:- Pensé que lo mejor sería cuidarlo- Yo la miré desconfiado.

-¿Qué?-

-Nada- Me recosté sobre el respaldar.

-¿Porqué tomas la cerveza con pajilla?- La observó. Yo tenía una pajilla de color rosa que tenía una forma de estrella.

-Porque me gusta- Levanté los hombros.

-Que raro- Se mofó ella sin más.

-No me digas así- Le dije serio.

-¿Raro?- Se burló:- Pero si eres raro… que se le va a hacer a eso- Yo me incorporé sobre el sofá para quedar frente a frente. Ella dejó de beber y me miró confundida.

Dudo un poco que haya sido efecto del alcohol porque no había bebido tanto, pero armado ligeramente de valor, la tome de la nuca y le planté un beso. Uno sumamente apasionado.

Abrí los ojos solo para ver porqué no me había rechazado, pero por el contrario ella los tenía cerrados y parecía muy compenetrada con el beso.

Sus labios perfectos encajaban con los míos, por lo que me apoderé de ellos de inmediato. Mi lengua juguetona se abrió paso hasta topar con la suya y la explosión de sabores dentro de su boca junto con el del licor, la hacían exquisitas para mí.

Estaba ansioso por probar los límites, así que sin esperar mucho, la tomé por la cintura y la recosté sobre el sofá. Ella no ofreció resistencia alguna, por lo que me abrí espacio entre sus piernas y presione mi erección contra su pelvis logrando conseguir un gemido que fue ahogado por nuestros besos.

Sin embargo, al dejarlos tranquilos para ir besando su mentón y  bajar hasta su cuello, me dio la oportunidad de escuchar sus gemidos y algo en mi cabeza, algún punto muy racional, hizo que me contuviera.