Pre-sesión

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Agitado, mirando para todos lados, cuenta los pasos que escucha a su alrededor, se sostiene el gorro de la sudadera tratando de ocultar el rostro mirando de reojo.
No ve a nadie. Pero firmemente cree que es perseguido.
¿Quién es? no lo sabe
¿Porqué? tampoco tiene idea.
Su respiración se acelera y el sonido que produce es demasiado exagerado. Sus pulmones se llenan de aire una y otra vez.
Sus manos comenzaban a sudar, movía la cabeza con desesperación tratando de divisar a aquella persona que iba tras sus pasos sin lograrlo.
El sonido de un claxon lo alertó parando en seco, una brisa recorrió su rostro mientras sus ojos bien abiertos miraban como un automóvil pasaba frente de él.
Por centímetros no fue atropellado.
El sonido de los pasos tras de él se detuvieron.

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El reloj avanza paulatinamente como en el resto del mundo, eran las diez de la mañana con 15 minutos, los rayos de sol se colaban entre las nubes tratando de disipar el fresco de la mañana.
A pasos lentos el joven camina por las calles de la ciudad, con un termo de café humeante, deseoso de llegar a su destino.

Ese día la agenda estaba abarrotada de citas, de antemano tenia conciencia de que seguramente no podría salir a almorzar, pero que importaba, igual y para cuando se diera cuenta en su escritorio encontraría algún aperitivo por parte del castaño que era su secretario, siempre era así y le estaba totalmente agradecido que velara por su alimentación.

Las mañana en aquella ciudad eran tranquilas, llenas de brisas que refrescan el alma en tan solo un segundo.
Tras caminar algunas esquinas, llegó al edificio blanco que se había vuelto su segundo hogar, a las afueras diviso a quien era su secretario, le dedico una sonrisa mientras que este le daba los buenos días, con la tranquilidad que lo caracterizaba cruzo la pequeña reja, camino algunos pasos para luego subir los 3 escalones que lo separaban de las puertas e introdujo la llave en el cerrojo de la puerta negra de caoba dejándola abierta tras su paso para dar a entender que la gente era bienvenida.

El joven que entro unos segundos después se dirigió al escritorio que se encontraba justo alado de otra puerta. La pequeña estancia contaba con algunos sillones largos pegados a la pared en forma de L con una mesita de centro que discretamente quedaban a la vista del escritorio, lo suficiente para no parecer que eran observadas las personas que allí se sentaran. Las paredes blancas eran decoradas con uno que otro cuadro, nada extravagante tan solo estaban para darle color.

El castaño se dedico a escorar los papeles regados en el escritorio, tratando de acomodarlos por la hora en que estaban marcadas con un post-it color amarillo.

-¿A que hora es la primera cita?

-Las 11:30, aun faltan 30 minutos para que llegue

El rubio se acomodo los lentes con el dorso de la mano con la que sostenía el maletín para luego dirigirse a la puerta que era su segunda habitación.

-Cuando llegue me lo haces saber, por favor -Le guiño el ojo mientras entraba a la habitación.

El cuarto era un poco mas grande de lo que aparentaba, acondicionado para cualquier situación o persona con la que fuera necesario trabajar. El escritorio donde coloco el maletín se encontraba a unos cuantos metros de la puerta, lo suficiente para parecer que estaba lejos pero de igual manera lo suficiente cerca que le permitiera salir corriendo en caso de ser necesario. Se quito el saco que llevaba puesto colgándolo en el discreto perchero detrás de la puerta tomando del mismo la bata blanca que traía ya un pequeño gafete con su nombre, al sentarse detrás del escritorio podía observar todo el lugar.

Recuerdo que... (YOI)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora