Comienzas la semana con resaca. Jaan ha hecho una junta en su casa contigo, Vyron y Patxi, a la cual llegaron unas quince personas de la nada.
No recuerdas muy bien. Tampoco recuerdas cuántos vasos te llegaste a tomar, o cuántos te fumaste.
Lo único seguro ahora es tu dolor de cráneo. Y como si fuese broma, recuerdas que es lunes, y que hay deportes la primera hora.
Al llegar a la cancha pides porque tu profesor esté de buenas, pero la suerte no está de tu lado y hoy evaluará resistencia física.
—Lindo rostro —te dice al verte. Pero ni le miras, sabes de tus ojeras y tus hombros cansados, el cabello probablemente similar a un nido de aves.
Te vas acercando cuando ya casi es tu turno y en eso te detiene Dana y deja en tu mano una pastilla, luego te tiende una botella con agua y te la tragas. Le murmuras un gracias y continúas tu camino.
La cabeza pronto te explotaría y el sol no colaboraba.
—Foitzick, tu turno —te dicen y Álex te entrega la cuerda, luego de haberla usado él. Camina hacia la cancha donde tus compañeros juegan vóley y entonces te giras a tu profesor, te acomodas bien la cuerda en ambas manos y comienzas a saltar. Y cuando lo haces, eres perfectamente consciente de que los ojos de tu profesor se desvían desde tu rostro, hasta tus senos moviéndose, y aunque crees enfadarte, no te detendrías, lo sabes, incluso si eso no bajase la calificación.
Luego en tu casa, estás en la habitación de tu hermano, ayudándole con una maqueta para la universidad. Están sentados en la alfombra con todos los materiales regados a su alrededor, el calor es insoportable y tu hermano va sin polera, tú estás acostumbrada a eso, pero te sorprendes cuando le has mirado el abdomen, con los músculos marcados, y te has puesto a pensar en tu profesor, imaginando cómo sería sin camiseta.
O sin pantalones.
ESTÁS LEYENDO
Rookîe Amørîs
Teen FictionNoortje llega a un nuevo instituto en su último año, enamorándose de su profesor de deportes.