CAPÍTULO 12

722 62 6
                                    


ANAHÍ


Eran casi las 11 de la mañana cuando me despertaba. Hacía tiempo que no dormía hasta tan tarde. Un leve dolor de cabeza y un malestar terrible se hicieron presentes obligándome a jurarme que no volvería a tomar de esa forma. Ahora, me pregunto si habré hecho alguna barbaridad la noche anterior, intento recordar y lo único que recuerdo es a Alfonso aquí conmigo, pidiéndome perdón, luego besándome de una manera única, y cuando aquella sensación de tener sus labios junto a los míos regresa a mi memoria, una sonrisa se me escapa sin poder evitarlo.

Me levanto de la cama decidida a salir por un café, seguramente eso me hará sentir mucho mejor, pero para mi sorpresa, él estaba ahí sentado en el sillón mientras leía uno de mis libros, bastante tranquilo y me mira al sentir mi presencia

—Hasta que despiertas —Sonríe — ¿Cómo te sientes?

— ¿Qué haces aquí? —Me cubro la cara —Me veo horrible Alfonso —El ríe y niega con la cabeza

—Bueno anoche me tomé el atrevimiento de tomar tus llaves, quería estar aquí temprano porque supuse que no te sentirías nada bien luego de la que te pusiste anoche—Se acerca y quita mis manos de mi cara —Y no te ves horrible —Sonríe —Sólo tienes un peinado algo estrambótico pero yo opino que es original —Bromea y yo le doy un golpecito en el pecho alejándome de él

—No es gracioso —El ríe —Me duele la cabeza

—Bueno ¿Qué esperabas? No debiste tomar de esa forma

—No volveré a hacerlo. —Lo miro —Iré a darme un baño, no puedo creer que me estés viendo así —Sonrío y me voy.

Me duché con tranquilidad y escogí unos jeans, una playera sencilla y unas zapatillas. Terminé de arreglarme y casi una hora después, Él seguía afuera esperándome. Moría de hambre así que el me convenció de que fuéramos a su casa a comer y así fue.

Llegamos en cuestión de minutos, y nos pusimos a preparar juntos la comida, en realidad el sólo me ayudaba en lo básico. Aun no entendía como era que no fuera excelente cocinando si tenía una cadena restaurantes por el país pero según su explicación el estudio administración de empresas, la cadena de restaurantes era de su padre y él lo heredó después de que falleció. Así exactamente me lo contó mientras cocinábamos. Superficialmente. Como todo lo que me dice acerca de él. Nunca da muchos detalles. Dejamos la comida terminando de prepararse y él subió a su habitación un momento a cambiarse la camisa que se había salpicado un poco de agua.

Observé bien la casa. No hablaba mucho de su personalidad. Había algún cuadro de alguna pintura antigua y otra con una foto de Brianna. A lo mejor su habitación hablaría un poco más sobre él. Sentí curiosidad por conocerla y subí. Él estaba terminando de vestirse, la puerta estaba entreabierta así que pasé a una habitación perfectamente organizada, muy masculina por cierto y su aroma parecía estar concentrado ahí dentro. Sonrió al verme entrar.

—¿Pasa algo?

—No. Quería conocer tu habitación

—Ah! Pues, ésta es. Cuando quieras puede ser la tuya también —Dijo con una sonrisa y yo sonreí al igual mientras pasaba y me sentaba en la cama.

—Eres muy organizado.

— ¿Punto a favor? —Reí sin contestarle y miré a todos lados. En el nochero al lado de la cama estaba algo que parecían unos boletos de viaje. Los tomé curiosa

Terapia De AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora