Especial Años después

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El pastoso pasto, quedaba atrás. Borroso y reluciente, en aquel deslumbrante día cubierto por el sol dondequier.
De entre labios entrecerrados, cubiertos por una camada de rojo, un largo suspiro se escapó. Con decadencia, se vio alumbrada en la ventana del tren, al que dedicó un suspiro todavía más profundo. Ni ella misma sabía si estaba segura de aquello. No era referido a sus sentimientos del pasado ni el porque aún los sintiera. Esos sentimientos, habían sido aparcados hace mucho. Allá... En el pasado. En ese, que muchas veces tanto se quiere, pero alguien más lo toma.
-Anjo, ¿Aún te gusta ese idiota?
La mirada de la joven, se posó con burla sobre la de Yukiatsu, quien le miraba totalmente serio. ¿Cómo podía hablar siquiera en serio?
-No - respondió casi riéndose - Jintan, hace mucho que dejo de hacerme sentir de esa manera. Sería tonto sentir lo mismo después de diez años.
Yukiatsu asintió. Realmente serio estúpido estar tanto tiempo enamorado de una persona, aún sabiendo que su corazón hacia siglos que tenía dueño.
Después de una hora y media de viaje, finalmente ambos llegaron a su destino.
Nada más salir, fueron recibidos con la "dulce" fragancia de campo.
Anjo se llevó la mano a la nariz.
-¿Qué huele tan mal? ¡Es insoportable!
-¿Aún preguntas? - arqueo las cejas expresando desagrado a su alrededor.
Estaban en medio de la nada, en una parada antigua y anticuada. Olía a mierda y hacia un calor abrazador que les hacía sudar como cerdos. Aquel era un lugar repugnante. ¿Cómo podía vivir alguien allí?
-¡Mejor vayamonos ya! - Se adelantó Anjo en una correría. Yukiatsu la siguió después, pero caminando.
Siguieron un camino de tierra, desterrado de todo, sin ninguna alma que les saludara. Camino que acompañaron durante acerca de media hora. Cuando, al fondo vieron algunas casas, ambos suspiraron de alivio.
-¡Madre mía!
-¿Qué?
Anjo señaló a una anciana a la puerta de su casa, que se sujetaba a su muleta de madera y se tambaleaba como si fuera a caerse.
-¿No estará muerta? - pregunto Anjo con cierta ansiedad.
-No creo... - murmuró consciente de haber escuchado unos ronquidos y prosiguió llevando a su acompañante de la mano.
Un pueblo tranquilo, con pocos habitantes y pocas viviendas. Lo único que se escuchaba eran el sonido de los cascabeles de los animales cercanos y de vez en cuando a algún niño que corría jugando con sus dos amigos.
-Es increíble que puedan vivir aquí...
-Ya te digo - le dio la razón Yukiatsu.
Al cruzar una calle, al final del pueblo, finalmente hallaron el lugar que habían estado buscando. Una pequeña casa, al estilo antiguo japonés, junto al río. Aquel si era un bonito lugar, pensó Anjo esbozando una sonrisa y dejó que sus piernas la llevaran hasta el lugar.
Junto a la vivienda, al lado izquierdo curvado, había un campo agrícola, repleto de diferentes vegetales, altos en los que uno podría ocultarse. Dicha hierba, se movía con brusquedad a un lado y está se movía en "S". Pronto las risas inundaron los oídos de ambos visitantes y Anjo fue sorprendida por el abrazo de una niña, que estaba agobiada en risas y empapada de sudor.
-Hola pequeña - Anjo se agachó y la pequeña niña retrocedió viendo a la extraña con duda.
Poco después, alguien más salió de entre el campo de vegetales y sonrió feliz de ver a los visitantes, que bien conocía.
-¡Buenas chicos!
Jintan estaba empapado también. Con la camisa roja pegada a su cuerpo y cubierto de barro por donde quier. Sus pantalones vaqueros estaban rasgados en las rodillas - eran los que usaba para andar por el campo.
-Buenas... - Anjo se ruborizó por unos instantes pues se veía irresistible por aquel aspecto. Su sentimiento había sido apagado hace mucho tiempo, más por ello no podía dejar de pensar que se veía muy atractivo. ¡Había pegado un grande cambio en aquellos diez años!
-Tú siempre tan relajado... ¿No se supone que deberías de estar en el estudio?
Jintan soltó una carcajada y movió la cabeza. Había llevado su vida a ser diseñador de juegos. Él no era el creador de las ideas, más si de los gráficos. Era más claro que el agua quien le había contagiado el gusto por ellos.
La menor tiro suavemente de la camisa de Jintan y lo miro curiosa.
-¿Quienes son? - miró a ambos parpadeando rápidamente. La pequeña detestaba ser sacada de situación.
-Ah, son mis amigos de la infancia. Anjo - la señaló - y Yukiatsu.
-Menos mal que no has salido a tu padre... - comentó abiertamente Yukiatsu agachándose al lado de la menor.
Sus ojos azules resplandecían en aquel día alumbrado. Eran tan bellos cuán el cielo y de ellos se inspiraba pureza. Sus cabellos blancos, se mecían lentamente en los pequeños soplos de viento y bajo estos, pequeñas pecas se esparcían por sus mejillas.
-Amigos - la pequeña sonrió.
"Tal como ella"
Anjo miró a la menor con una sonrisa nostalgia, teniendo varias imágenes en su cabeza. Después levantó la mirada buscando a alguien y volvió después a ver a Jintan.
-¿Y Menma?
-Adentro - camino después al interior de la vivienda.
Una fragancia a flores se esparcía por todo el hogar. En la pequeña entrada dejaron todos sus zapatos bien ordenados, incluso la menor que se encargó con empeño de dejarlos lo más correctos posible. Después corrió para adelantarse a todos, por el pasillo rústico de madera.
Los visitantes se fijaron en las fotos esparcidas en las paredes, en especial en una que sacó una pequeña risa a ambos. Y finalmente siguiendo el pasillo estrecho hasta el final, hallaron la cocina.
-Oh, pensé que estaba aquí... - comentó Jintan rascándose la nuca y prosiguió con la sala que estaba al lado.
Anjo se fijó en el perfecto orden de todo. Luego contempló una linda vajilla de diseño de flores de cerezo y tomó la taza.
-Ah, estas aquí.
Entonces su interés despertó para otro lado y nuevamente sus pies la guiaron, pero esta vez Yukiatsu la acompañó.
Sentada a la puerta del salón, recibiendo la frescura de la sombra, la mujer de las Nieves, se hallaba contemplando el río y su acompañamiento pastoso.
El corazón de Anjo y Yukiatsu se tambaleo ante tal imagen. Pero pronto, más sorprendidos fueron al presenciar unos enormes ojos claros que se clavaron en ellos.
-Chicos.
Una extravagante sonrisa se delineó en perfectos labios de un tenue rosado, bajo hilos de cabello blanco.
-No debí ceder tan fácil... - Murmuró alguien con cierta rabia.
Una esposa y su marido. Una pequeña. Eran una familia. Una perfecta familia de envidiar. Sin duda, hechos el uno para otro.
Menma había cambiado también. Ahora la madurez hacia parte de ella.
-Pensé que llegarían más tarde - Se levantó y dirigió a ellos. Aquella sonrisa era lo único que no había cambiado.
-Ya... Pero se adelantó el tren - Comentó Anjo un tanto incómoda - Total no había muchos que vinieran por estos lados, eh...
-¿En serio? - La albina se mostró sorprendida y dio una ojeada al exterior que había visto tantas veces - Pero si este lugar es hermoso. De hecho estoy muy feliz de vivir aquí.
-Igualmente -Jintan posó la mano sobre el hombro de su esposa.
Anjo desvío la mirada por unos instantes y suspiro.
-¿Y?... ¿Para cuando el niño?
Menma la sorprendió con un salto grande, parándose justo frente a ella y se rió.
-¡Aún queda mucho para ello! Mejor hablame sobre los demás. ¿Como han estado Kurumi y Popopo?
-¿En serio sigues llamándole así? - Se rió Anjo, pero Menma ni se inmuto esperando respuesta - Ya sabes, Kurumi no tiene tiempo preparando los exámenes para los alumnos y Popopo perdido por ahí como siempre, sabes que su empresa lo manda de un lado a otro buscando nueva información para sus periódicos.
-Oh... Es una pena que no hayan podido venir... - Se quejo Menma frunciendo el ceño - ¿Y tu Yukiatsu? ¿Qué tal la empresa?
-Pues papeles - respondió secamente.
Menma se quedó esperando por más, pero después de segundos en silencio, se dio cuenta que no había nada más que añadir.
-Perdonale, con toda esta sequía no está muy sociable - Comentó Anjo moviendo la cabeza y se llevó una mirada fría por su parte - No me mires de esa manera, es verdad que desde esta mañana no has estado de buen humor...
-¡Que torpeza la mía! Si quiera os serví algo - Recordó la albina juntando las manos - Enseguida les traigo un refresco.
"Vaya... De verdad ha cambiado" Anjo sonrió enternecida con aquel lugar. Si había veces que valía la pena rendirse, aquella había una de esas situaciones. Aquella sonrisa en Jintan, ella no habría podido hacerle sonreír así.
-¿Y que Jintan? - se aproximó a él con mirada acusadora - ¿Te has comportado correctamente con Menma?
-¡Por supuesto! - fruncio el ceño.
-Lo dudo... - comentó al aire Yukiatsu yendo junto a la menor que jugaba fuera con la pelota.
Jintan le miró de mala manera y se cruzó de brazos después. Enseguida fue a ayudar a la albina a traer la vajilla.
Anjo, se asomó en la puerta y esbozo la escena de pareja.
-Yo te ayudo.
-Esta bien, puedo sola - Aseguro la albina poniendo los vasos llenos sobre una pequeña bandeja.
-No, déjame a mi - Posó la mano sobre la de ella. Después sus labios se unieron.
-En fin... - Anjo abandonó el salón y se junto a la menor y a Yukiatsu quien jugaba con ella - Hana-chan, ¿verdad? - asintió la menor - ¿Puedo jugar con vosotros?
-¡Si!
Si había alguna duda en su subconsciente, ya se había esclarecido completamente. Allí,no había más lugar que el ser una amiga, más por ello ha estaba feliz y satisfecha. Se alegraba de haber tomado aquella decisión. No había sido fácil, pero dejar de amar a Jintan había sido lo mejor para ella misma también. Había podido abrir los ojos a la realidad. A cosas que no había podido ver antes, pues estaba ciega.
Cuando alzo la mirada, se percató que la tarde había caído sobre ellos y tanto ella como Yukiatsu y Hana estaban de barro hasta las cejas.
-¿Menma, podría bañarme con tu pequeña? - entro en la vivienda de puntillas.
-¡Mejor las tres! - junto las manos emocionada.
-Oh...
No hubo tiempo para responder pues fue arrastrada. Y no solo por Menma, ahora había una pequeña igual a ella que le ayudó en la labor.
-Madre mía... Son iguales... - comentó pasando el gel por su cuerpo, sentada en un pequeño taburete de plástico.
-Jintan lo dice siempre - se rió Menma metida en la bañera junto a su pequeña - La verdad es que me imita mucho.
Anjo soltó una carcajada y tras quitarse el jabón se unió a ambas albinas.
-Me encanta tu casa. El pueblo no tengo, pero...
-Son todos muy amables - posó los codos en el borde de la bañera - Estoy segura que te encantaría este lugar si pasarás más días aquí. ¿Seguro no puedes?
-No... Sabes que tengo que preparar mucha cosa... - Bajo la mirada esbozando una pequeña sonrisa.
-Si, lo sé - Abrazo a su amiga - Por cierto, muchas felicidades. Deseo de todo corazón que seas muy feliz, Anjo.
-Si...
Pronto, sería una esposa. Quien lo diría...

Más tarde, cuando las luciérnagas alumbraban el lugar, cuatro adultos junto a una menor, caminaban a la deriva del río. La menor reía, corría frente a ellos y era en ella, que todos depositaron sus ojos, recordando aquellos viejos tiempos, en los que ellos eran niños y jugaban como tal.
-Cielos, estoy cansado que este palurdo actúe como Romeo.
Finalmente Yukiatsu rompió el silencio y hubo una pequeña discusión sin importancia que hizo que ambas adultas se rieran a gusto.
Diez años después, podemos seguir juntos, como los miembros de la base secreta "

Espero que os haya gustado. La verdad me estoy quedando sin ideas para seguir con esto, así pues creo que se quedará así. Puede que un futuro se me ocurran más ideas, pero ahora mis ideas van derivadas a historias distintas. Muchas gracias por haber leído esta novela. Te pido que si te ha gustado votes o/y comentes ^^

Anohana ~ ¿Menma?... [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora