Pero no era...

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Había terminado, estaba agotado, pero lo había hecho, ¿cuánto tiempo había durado? para ser sincero, no lo recuerdo, pudieron haber sido semanas enteras, días u horas, pero el sol aún no se ocultaba, podía ver desde su ventana un impresionante cielo arrebolado. Parecía que había llegado a esa casa hace muchos días, veía tan lejanos los primeros besos y aún más lejano cuando subimos a su habitación. Ella estaba debajo de mí, se veía sexy, muy sexy y provocativa mas no se veía hermosa. Su respiración entrecortada me hacía sentir bien, ¿ego de macho?, quizás, pero no era el sonido ni la respiración que quería escuchar. Me acosté tratando de alejarme lo más posible sin que ella lo notara, los dos estábamos bañados en sudor, aunque al parecer a ninguno de los dos nos importaba o al menos a mí no. La espalda me ardía, no recordaba en que momento me había arañado, no recordaba nada de lo que había pasado, solamente sé que pasó y que ella aún se movía como si pequeños choques eléctricos recorrieran su cuerpo. La tenía a mi lado, la sentía, la escuchaba, la olía, pero me dediqué a mirar un punto en el techo de su habitación, algo en mi mente me tenía lejos de ahí, flotando, viajando. Ella se paró y con unas piernas muy débiles caminó como pudo hasta al baño. No sabía qué hacer si vestirme y largarme de ahí o recostarme para dormir un poco, realmente quería hacer lo primero, pero a pesar de todo, ella no merecía ese comportamiento, así que me quedé sentado, en el borde de la cama con la cabeza baja, pensando. Por un par de minutos cientos de pensamientos comenzaron a asolar mi mente, todos y cada uno fusionándose, creando una especie de pintura sin rima, sin tiempo, sin encuadre. Poco a poco regresó aquel olor que percibí al llegar a su habitación, era uno penetrante, nada podía escapar de él, cualquiera diría que era humo, pero yo sabía que era el aroma de la soledad.

Ella regresó con dos vasos de agua fría, tenía puesta una bata de baño con un escote muy pronunciado y corta de las piernas (aquella visión silenció por un par de segundos a mi mente) se sentó a mi lado, me dio el vaso mientras hablaba sobre sus amigas, una fiesta a la que había ido, de Platón, de Nietzsche o de cómo la había pasado, no entendí nada o mejor dicho no traté siquiera de escucharla. No recuerdo en que momento exacto sucedió, pero de nuevo estaba ella debajo de mí, mientras me arañaba la espalda y daba gritos como una desesperada. Las horas pasaron y para cuando volví a reaccionar estaba en un supermercado cercano comprando comida, no sabía si regresar o largarme, podría llamarla después alegando que había ocurrido un accidente pero me di cuenta que debajo de mi varsity no tenía nada. Conduje muy distraído de camino a su casa, sentía como si alguien más hubiera tomado el control de mi vida pero que me dejaba un pequeño margen de control ¿por piedad? ¿para torturarme? Aún no lo tengo claro. Me estacioné a dos cuadras de su casa para que su madre no viera mi auto al llegar, al entrar (me habida dado sus llaves) vi que tenía puesta mi camisa y su ropa interior, o al menos la parte de abajo, la saludé y corrió hacía mí o mejor dicho saltó, me besó como una loca apasionada y me comenzó a desnudar, supongo que por inercia hice lo mismo, aunque lo más probable era que realmente no quería hacerlo. Tiempo después estábamos cenando una exquisita lasaña y sí ella tenía mi camisa, su justificación: le encantaba el olor.

Para no aburrir más con mi relato, diré que su madre llegó alrededor de la medianoche y quedé a obscuras en su cuarto por media hora, supongo que su madre tiene sueño profundo pues no escuchamos ningún sonido proveniente de su habitación. Terminamos bañados en sudor, la habitación tenía un olor demasiado fuerte que dudo que se le haya ido aún. Ella tras la última vez cayó desmayada, lo último que recuerdo es que volví a mirar ese punto en el techo, lo miré sin pensar en nada hasta quedarme dormido. Despertamos alrededor de las 10 de la mañana, su madre ya estaba en el trabajo así que desayunamos y me fui de ahí, recuerdo que dijo algo, sin embargo no puse atención, solo asentí con la cabeza, le di un beso en la boca, subí a mi auto mientras vi como con unas piernas que apenas y la podían sostener se alejaban. Ella es sexy, seductora, pero no hermosa.

LucasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora