Una vez hace muchas tardes

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Llovía afuera, recuerdo muy bien ese pequeño detalle, llovía. No era una tormenta pero caía con la suficiente fuerza como para que la pudiéramos oír, recuerdo también que era ya casi de noche, cuando los últimos rayos del sol siguen presentes. Hacía frío, tomábamos chocolate, yo odio el chocolate y tenía que tomarlo cuando estaba contigo, creo que esas eran la primera señal que tuve que haber captado, pero no la entendí. Recuerdo muy bien que estábamos platicando, mientras veíamos una película, no recuerdo cual era pero sé que no nos interesaba en lo absoluto, tenías frío por lo que estábamos tapados, lo recuerdo, recuerdo que era aquella sábana que siempre usábamos cuando te quedabas a dormir, ¿sabes algo?, también es mi favorita. Acostados y platicando, ¿sobre qué? sobre todo, como siempre fueron nuestras pláticas, un poco de locura, amor o reflexión. Era un momento muy agradable para mí, creo que también lo era para ti. Recuerdo muy bien que tenías mucho sueño, nos habíamos desvelado hablando la noche anterior y hoy íbamos a salir con Daniela, pero eso sería en unas cuantas horas más. Odiabas estar en tu casa sola cuando llovía, por eso fui por ti y ahora teníamos que esperar hasta que fuera la hora. No sé en qué momento la película acabó, querías ver otra, así siempre has sido tú, desde que le pelabas a tu abuela cuando eras una niña como yo "una hora más, un capítulo más, una canción más, un cuento más". Recuerdo que el primer cuento que escribí era sobre una niña que siempre pedía una más, nunca te lo enseñé, no sé porqué. Finalmente me dijiste que preferías dormir un rato, apagué todo, te juro que pensaba dejarte dormir e ir a otro lado a hacer cualquier otra cosa, pero un sueño capaz de dormir al mismo Morfeo apareció de la nada, se me impregnó hasta en la última de mis células. No te importó compartir la cama conmigo, pues desde niños siempre lo hemos hecho. Tratamos de dormir pero ese día en vez de darnos la espalda nos quedamos viendo las caras, nos reíamos, nos picábamos la nariz, la oreja, entre las cejas, como si fuéramos ya algo más. Recuerdo que el sonido de un trueno que cayó muy cerca hizo que la casa retumbara hasta los cimientos, no recordaba que les tenías pánico, cerraste los ojos asustada, te acaricié el pelo y te dije tranquila, abriste los ojos para después sonreír, nunca había visto una sonrisa como esa, o nunca te la había visto. La lluvia cayó con más fuerza, golpeaba mis ventanas y la iluminación en ese momento era perfecta, nos veíamos a los ojos solamente, comencé a acariciar tu mejilla, tú mi mano, seguimos así por 10 minutos, 15, 30, 3 días, 5 meses, 51 años, toda la vida. Era el momento perfecto, o así parecía, era el momento en él que fuimos uno solo, una sola persona. Me diste un beso en la mano, cerraste los ojos y te quedaste dormida. Pasé horas viéndote dormir, acariciando tu mejilla cada vez que sonaba un trueno ya que aún dormida te daban miedo, no recuerdo en que momento exacto también me quedé dormido.

Soñé contigo, sólo contigo, eso lo recuerdo muy bien, solamente eras tú, en todas tus manifestaciones, eras aire y agua, eras arte, eras música, eras lluvia, eras tú, solamente tú.

Recuerdo que al despertar estabas más cerca de mí, más de lo que recordaba, seguías dormida, pero no te veía igual, supe que nunca te podría volver a ver igual. No después de darme cuenta que no solo me gustabas, sino que en verdad te amaba, desde hace mucho y sin que me hubiera dado cuenta. Te amo Camila y es increíble que después de lo que me hiciste te siguiera amando.

De pronto reaccioné, el recuerdo se acabó y estaba de nuevo en mi habitación, con un mensaje tuyo en mi celular, no sabía en ese momento qué esperar, por lo que decidí abrirlo.

"Lucas, ¿dónde te has metido? ¿Por qué no me dijiste que fuiste a Calamari?, deberías de haber visto la expresión de tus padres cuando les dijo que no sabía, llámame, tenemos que hablar"

LucasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora