Calamari (parte II)

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Nunca fui alguien que fuera a antros o "a bailar" como se suele decir, por lo que no sabía qué tipo de ropa era la que se acostumbraba llevar, aunque estar en la playa a veces facilita mucho las cosas. Tras elegir torpemente mi ropa salí a tomar aire, Daniela como era de esperarse aún no estaba lista. El mar de noche es otra cosa comparado a lo que es de día, es como ver algo que en verdad no estás viendo pero sabes que está ahí, lo escuchas, lo hueles y si tienes la suficiente percepción también lo puedes sentir. Estaba absorto en mis pensamientos cuando escuché como unas voces se acercaban cada vez más por las escaleras, voces de gente joven, supuse que era Edgar con el resto por lo que me metí al departamento para apurar a Daniela.

—Ya están llegando, apúrate.

—Ya voy.

Esa es una de las mentiras más comunes de Daniela pero era mi hermana así que poco podía hacer. Como era de esperar al poco tiempo tocaron la puerta y ahí estaban nuestros amigos de Calamari, son personas con las que se puede pasar una noche inolvidable. Fue con ellos con quienes acampé por primera vez en la playa, con los primeros con los que pasé toda una noche de fiesta, en fin; ellos han sido de las personas más divertidas en mi vida y esta noche prometía ser igual de inolvidable. Edgar me saludó antes que todos, después su hermano Gustavo (de la edad de Daniela), posteriormente entraron Diana, Fabiola y Andrea, las que para mí, junto con mi hermana; son las mejores a la hora de bailar. Me extraño no haber visto a Francisco pero recordé que desde la última vez que los vimos parecía tener problemas con Diana, ya que en ese momento eran novios. Una vez que Daniela bajó empezamos a hablar un poco sobre cómo nos había ido en los últimos meses, al parecer todo seguía normal, ellos seguían amando Calamari y no tenían planeado irse en lo que les quedaba de vida. Edgar, Fabiola y Andrea estudiaban Administración Turística mientras que Gustavo y Fabiola estaban en el último semestre de su prepa (al igual que Daniela). Salimos del fraccionamiento para buscar al menos 2 taxis, fuimos primero a la playa a cenar, en un restaurante que si bien no era de los más baratos era muy bonito, o al menos desde la percepción de mi hermana y la mía. Mesas en la playa, lo suficientemente lejos del mar como para que no nos tocara pero aún así podíamos escucharlo muy claro a pesar de las pláticas de los demás comensales, además de que para la iluminación pusieron un cristal de color rosa que cubría un foco en cada una de las mesas. Como dije no me gusta del todo la comida del mar pero comí lo que me recomendó Fabiola, no recuerdo que era pero sí recuerdo que al menos era comible. Comimos y platicamos muy a gusto mientras veíamos el faro a la lejanía, una escena romántica, algo que me gustaría compartir con Camila, pero sé que es imposible. Al parecer Andrea tiene los mismos intereses que yo pues, no sé si accidentalmente o no; me comentó que empezó a escribir una novela, le dije que debíamos reunirnos para que cada uno leyera lo del otro, ella dijo que sí encantada.

Después de la cena fuimos al primer antro, era un lugar muy raro para mí. Estaba en el centro de Calamari, al parecer es de los más famosos pero debido a que el padrino de Gustavo es dueño del lugar nos dejaron pasar inmediatamente. El lugar era muy diferente a mi hábitat natural, luces neón por aquí y allá, gente bailando cosas muy raras, música muy fuerte pero sobre todo uno de los mejores ambientes en los que he estado. Calamari, ¡qué poder tienes que hasta un escritor es capaz de bailar!. La noche iba muy bien, todos bailamos con todos durante el tiempo que pusieron Tecno o house, la verdad no sé la diferencia entre esas 2. La cosa cambió cuando pusieron salsa o algo parecido pues es normal que eso sea un baile de pareja, yo me ofrecí a sentarme y que las niñas bailaran entre ellas, aunque realmente quería tomar pues una de las botellas era de whisky; pero para mi suerte uno de los pretendientes de Diana estaba por ahí así que me tocó bailar con Fabiola, quien debo decir es una de las mejores maestras de baile del mundo. Aunque suene extraño y no me crean alguien decidió poner una pieza de tango argentino muy antigua, muy pocos la conocemos. El poder de mi madre fue capaz de hacer que sus 2 hijos aprendieran a bailar tango, iba camino a Daniela cuando Fabiola dijo que tanto ella como Gustavo sabían bailar tango por lo que las parejas cambiaron. Recuerdo que éramos las 2 únicas parejas en la pista, por lo que saqué los mejores pasos que tenía, el resultado: nadie me había aplaudido tanto por bailar.

Tras eso fuimos a otro antro, muy cercano a la playa donde la música iba por décadas, afortunadamente llegamos cuando estaban poniendo la música disco, si bien no la sé bailar en lo absoluto, me divertí mucho tratando y coreando las canciones. A eso de las 3 de la mañana estaba harto de la música por lo que me salí sin que nadie me viera, claro está que planeaba regresar, pero primero tenía que sentarme en la arena y meter mis pies al agua. Estaba ya en la playa cuando escuché una voz.

— ¿Tan mal bailo que te vas?

­­— ¿Eh?­­— volteé a ver quien hablaba, Fabiola se acercaba con un paso un poco de borracha— no, nada de eso, sólo que estaba harto del lugar y pues la playa está literalmente cruzando la calle, así que quise venir un rato.

—Siempre siendo tan tú, ¿te parece si caminamos por la playa?

—Sí claro.

Fabiola me alcanzó y se quitó sus sandalias, yo hice lo mismo quitándome los tenis. Caminamos muy cerca del mar hasta que le dije que quería meter mis pies, ella aceptó y nos sentamos en la orilla, dejamos nuestros celulares, yo mi cartera y las llaves del departamento en el calzado pues queríamos sentirnos muy cómodos. Debo de decir que ella es muy guapa, sentados en la arena por primera vez me di cuenta de eso, se veía preciosa, su piel canela, su cabello negro a la espalda junto con su vestido corto con tiras en los hombros comenzaba a enloquecerme. Platicamos durante unos 10 minutos sobre cualquier cosa, el agua nos tocaba algunas veces los pies pues nos alejamos lo suficiente para que fuera lo único que se mojara. No me di cuenta de en que momento una ola traicionera se formó que acabó por mojarnos completamente la parte baja del cuerpo. Inmediatamente me paré pero debido al alcohol o a que aún éramos aquellos niños que se juntaban a jugar en la playa Fabiola me empezó a mojar, yo naturalmente empecé a hacer lo mismo, fue un rato muy agradable, muy infantil pero eso no importaba, en ese momento nada me importó, pero por un descuido resbalé y caí en el mar, Fabiola comenzó a reír como loca. Me quedé tirado un rato, vi la luna y le dije a Fabiola que la viera, le empecé a hablar de ella, algunos versos cursis hasta que sin que ella notara en que momento me paré la tiré al agua, aunque para mi desgracia ella logró sujetarme de la camisa por lo que volví a caer. Caí encima de ella, comenzamos a reír pero no sé en qué momento ella puso su mano izquierda en mi mejilla derecha, puse mi mano sobre su brazo izquierdo; era una piel tan suave, como la seda, fue en ese momento que perdí el control. Comenzamos a besarnos primero lentamente, luego sin control. Ella pasó sus manos sobre mi pecho y yo por sus mejillas, poco a poco comencé a bajar hasta tocar sus pechos, ella entonces comenzó a desabotonarme la camisa, yo fui bajando cada vez más hasta llegar a sus piernas, muy suaves igual. Ella pasó su mano sobre mi pecho desnudo y empezó a quitarme la camisa, por otro lado yo comencé a meter la mano por debajo de su vestido para tocar su tórax y después sus pechos, no me importaba si alguien nos veía aunque a las 3:20 de la maña era algo imposible. Tras unos besos por su cuello y su clavícula comencé a deslizar las tiras de los hombros para quitarle su vestido. Fue en ese momento que me detuve, rápidamente me senté.

— ¿Qué pasa?— dijo Fabiola un poco enojada.

—Nada, solamente no puedo hacerlo.

­­­­­— ¿Por qué? no me digas que es por tu novia, no eres así, no al menos tan rápido.

­­­­­—Así que Dani te contó, no es por ella­­— dije mientras volteaba al mar.

—Entonces ¿qué es?

—No es nada, solo no puedo hacerlo.

— ¿Pretendes que crea esta mierda?— Fabiola comenzaba a enojarse cada vez más— Hace menos de un minuto estabas muy feliz.

Recuerdo que gritó muchísimas cosas, pero hubo un punto en el que no aguanté más y tuve que decirlo.

— ¡Es por Camila!— grité— no me deja en paz, es simplemente Camila, no puedo pensar en nada ni hacer nada, se ha apoderado de mí, ¡Camila!

No recuerdo cuando comencé a llorar pero lo hice, Fabiola se acercó y me abrazó, simplemente hizo eso, no sé por cuanto tiempo, sólo recuerdo que lloraba. Uno de los celulares sonó, ella habló por un momento, regresó a mi lado y me dijo.

—Nos esperan en un lugar cercano a la playa, vamos caminando, si quieres puedes contarme, o no, pero vamos, no te quedarás sólo aquí.


LucasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora