2. Problemas

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Genial. Es momento de que un domo gigante caiga del cielo en este instante, de modo que toda la gente que ahora está mirandome tengo algo más para entretenerse.

"Tú te lo buscaste" pensé. "Sabes que en todas las escuelas está el chico popular con el que es mejor no enrollarse."

- Veo que eres bastante problemática.- me dijo con una sonrisa. -Eso me encanta.- 

Pues te felicito. Mejor me ahorro lo sarcástico para alguna ocasión menos conflictiva.

-Mmmm... gracias, supongo.

-Ya, enserio, ¿cómo te llamas?

-¿Y tú para qué querrias saberlo?

-Deja de seducirme- respondió con una sonrisita. Menudo idiota.

-Que te den por el culo.- le espeté, dandome la vuelta.

-Que fina...- rió entre dientes. 

Que hermoso sería tener el valor suficiente como para darle un puñetazo. Lamentablemente tuve que conformarme con entrar como una friki solitaria a una escuela llena de estupidos que se creen graciosos. Están bien buenos, pero son estupidos.

Avancé por el pasillo directamente hacia la oficina que tendría que ser directora, pero aún no estaba segura de cómo podía ubicarme y quería que alguien me enseñara algo del colegio. No pensaba preguntarle a ninguno de los que estaban afuera ni aunque me pagaran. 

Llamé a la puerta, y cómo nadie respondió, entre sin más. Lo sé, gesto rebelde de mi parte. Ok tal vez no.

-¿Se te ofrce algo?- preguntó una voz fina detrás de mí al momento que cerraba la puerta. Me voltee y vi a una señora de no más de 50 años de edad, alta, pálida y de cabello negro azabache recogido sobre la cabeza en un moño.

-Eeem... yo... si... pasaba por aquí porque... estee... soy nueva, y quería pedirle si podría ayudarme a ubicarme un poco, tal vez, y si no le es mucha molestia.

-Por supuesto que no, querida. - sonrió ampliamente. -Me imagino que prefieres que una persona normal te enseñe el colegio, no se puede confiar demasiado en esos monos de ahí afuera.-se rió de su comentario.

Esa señora empezaba a caerme bien. Aún así, hermosa forma de tratar a sus propios alumnos. *nótese el sarcasmo*

-Empecemos por aquí...- dijo ella, mientras me conducía de la mano por un pasillo de paredes recubiertas de casilleros.

No ganas nada con un capricho.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora