Día nuevo, y un millón de problemas dando vueltas en mi cabeza. El problema principal giraba en torno a Simon.
Debo aclarar que no me considero una persona rencorosa, sé pedir perdon cuando es necesario. Pero en este caso, él fue el de la culpa. Le toca a él pedir perdón. Habiendo decidido no dar el primer paso para la reconciliación, me dispuse a caminar hacia el colegio. Necesitaba despejarme un poco, de modo que conecté los auriculares a mi teléfono, y pulsé mi lista de reproducción titulada "Coldplay".
Una vez en el instituto, intenté pasar desapercibida entre las multitudes de chicos, y lo estaba consiguiendo. Hasta que me fijé en él.
Estaba apoyado a los canteros de flores que había en los laterales de la entrada, rodeado de una infinidad de chicos que reían con sus bromas. Él también se fijó en mí, y su rostro se curvó en una sonrisa. "Hola" articuló con los labios. Yo sonreí a su vez, y lo saludé con la mano. "¿Hablamos luego?" gesticuló, a lo que yo respondí con un asentimiento de cabeza.
De camino a mi aula, me pasé por una fila de casilleros hasta encontrar uno que estuviese vacío y, de más está decirlo, en buenas condiciones. No quería un casillero con un agujero del tamaño de un cráter o con pintura descascarada. Finalmente, encontré uno en condiciones "aceptables", y mientras metía mis libros dentro y luchaba para encastrar el candado en la abertura, se me ocurrió una idea. Más tarde le preguntaría a la directora sobre eso. ¿Cómo podría negarse? Iba a ofrecerle la posibilidad de acabar con los asquerosos y monótonos casilleros de una vez por todas.
Consulté mi reloj. Aún faltaban 5 minutos para que la clase comenzara, y no quería tener que vérmelas con Simon todavía, de modo que me decidí por encaminarme a la oficina de la directora.
Toqué la puerta. Una. Dos veces. Y estaba alzado el puño para tocar una tercera, cuando la puerta se abrió de golpe.
-Rose.- sonrió la directora, con el pomo de la puerta en la mano. -Veo que aún estás viva, que alegría me da verte.
-Si, bueno, fue una tarea complicada. Pero aquí estoy. ¿Puedo pasar?- interrogué, poniendo mi mejor sonrisa.
-Por supuesto que sí, querida, pasa. Parece que esta vez decidiste tocar la puerta en vez de entrar directamente.-rió ante su comentario. Sentí como se me subía el calor a las mejillas al recordar el episodio de ayer. Hermosa forma de conocer a una persona, debo decir. *nótese el sutil sarcasmo*
-Si, lo siento.-me disculpé, al tiempo que tomaba el valor necesario para ofrecer mi sugerencia. No era nada del otro mundo, y estaba dentro de los límites de la escuela, pero no estaba acostumbrada a que me dijeran que no, y no quería mas disgustos por esta semana. - Ahora mire, venía a hablarle de algo que se me ha ocurrido esta mañana, cuando buscaba un casillero en el que meter mis cosas. Ayer usted misma me mostró la escuela, y recuerdo claramente sus quejas respecto al poco cuidado de las instalaciones, y de la zona de taquillas en particular. Se me ha ocurrido, entonces, una manera de mejorar las condiciones del sector sin gastar demasiado dinero, y consiguiendo el entusiasmo de los alumnos. Sólo es necesaria su aprobación.
-Si está dentro de mis posibilidades, bienvenido sea. - dijo la señora Grey, claramente interesada.
-Bien, -proseguí.- mi idea consiste en lo siguiente: usted sabe que los alumnos no cuidan los establecimientos, y yo misma puedo decirle la razón. La escuela es un lugar monótono que no requirió el trabajo de ningún estudiante, así que no es necesario preservarla, según los alumnos. Propongo, entonces, que cada uno pueda decorar su propio casillero de acuerdo a su estilo, sus gustos, sus preferencias. Y cada uno hará su propio trabajo. De esta manera, no sólo causará un gran entusiasmo en los estudiantes, sino que también estará fomentando el cuidado de los espacios, porque cada uno sabrá el trabajo que llevó realizar la obra y lo bonito que queda si está en buenas condiciones.- solté, y por unos minutos me faltó el aire debido al nerviosismo.
La directora me miró pasmada, y por un momento sentí la inseguridad de haber cometido un error. De todas formas, ¿quién era yo para plantearle a la mismísima directora del establecimiento cambiar los espacios que tanto tiempo llevaban funcionando?
La directora se ajustó los lentes a la nariz, y me miró. -Rose, es una idea brillante.- Uf, en ese momento puedo jurar que mis hombros se libraron de dos toneladas de tensión acumulada. -A decir verdad,- prosiguió - nunca se me hubiese ocurrido. Pero es exactamente lo que necesitamos para lograr que los alumnos se comprometan con el cuidado de los espacios. Intentaré resolver los detalles menores cuanto antes, así podemos realizar la actividad antes de que las clases se pongan más difíciles.
-No le di demasiadas vueltas a la idea, le recuerdo que se me acaba de ocurrir hace unos minutos, pero había pensado que tal vez podríamos hacerlo este sábado . Así no tendremos que preocuparnos de que estorben las clases o que se produzcan manchas innecesarias. Todos sabrán que tienen que venir con ropa vieja y otra cosas para trabajar.
-Perfecto. Avisaré a los alumnos lo más pronto posible, en tanto haya organizado todo. Creo que nunca había estado tan entusiasmada, y los alumnos también los estarán. -sonrió más ampliamente, y continúo. -Rose, de verdad te agradezco esto. Sabía que tenías algo especial en cuanto te vi, pero nunca pensé que llegarías a estos extremos. Una muchacha tan comprometida con una escuela en la que solo lleva un día y medio no se ve todos los días. Ahora ve a tu clase, que hemos estado hablando por más tiempo del que deberíamos.
Entre agradecimientos y saludos, me despedí de la directora y me dispuse a salir disparada hacia mi clase.
-Que muchacha más creativa.- la oí murmurar cuando estaba cerrando la puerta del despacho. Una sonrisa se formó en mis labios.
Si usted supiera... pensé.
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No ganas nada con un capricho.
Teen Fiction¿Alguna vez se han sentido ignorados por una persona? Bien, pero ese no es mi caso. Todo lo contrario. Esta es la historia de como tuve que verme frente a un idiota que se creía el centro del instituto, pues sepan bien que uno no pasa demasiado desa...