"Mi naturaleza, ¿Cómo puedo reprimirla sin reprimirme?" —Zifalon.
Narra Zach
Son casi las seis de la tarde, no tengo escusa alguna. Se supone que debo de llegar a casa antes de las tres. Supongo que en este momento mamá debe estar intentando calmar a mi padre, lo que es inútil. No quiero cruzar por la puerta que tengo enfrente; no quiero tener más miedo al hombre que se dice, debe proteger a sus hijos. Quiero huir.
—¡RESPONDE! —caigo al suelo. Papá me esperaba junto a mi madre en la sala de estar. No me dio ni tiempo de pensar en algo; él ya estaba dispuesto a golpearme.
Me duele la cara, su puño impactó mi pómulo izquierdo. Ruth, mi madre, ni siquiera se mueve. Siempre ha sido así. Una mujer que, por darle el gusto a su esposo, es capaz de dejar de velar por la seguridad de sus hijos. Mi madre siempre ha puesto a su esposo primero, a sus hijos en segundo.
—Al menos podrías darme tiempo de responder... —le digo a mi padre, intentando levantarme.
—Tres putas horas tarde y aún quieras tiempo, maldito bastardo. —Su mirada fría me infunda miedo, ese miedo que hace que tus piernas comiencen a dejar de responder. Miedo que se intensifica al ver como se vuelve a acercar para, de un momento a otro, sentir su pie golpearme el estómago y rostro.
—¡Es suficiente! —interviene Ruth al ver la sangre salir de mi boca. No lo hace por mí, jamás lo haría; sólo le preocupa que su esposo no sea encarcelado por asesino.
Mi padre se aparta de mí.
—Veamos si con esto vuelves a llegar tarde. —Me escupe antes de irse.
Con un gran esfuerzo logro ponerme de pie. Mis piernas no dejan de tiritar. Subir las escaleras y llegar a mi cuarto es lo más difícil que hecho en meses. Dejo mi mochila en el suelo y con cuidado me quito la ropa. En el baño puedo ver mi rostro golpeado, acompañado de sangre y moratones en mi torso. ¿Es posible creer que alguien sea capaz de hacerle esto a su hijo? ¡Cómo puede ser cierto! ¿Qué tan malo he hecho?
Trato de contener la ira; mi puño impacta contra el espejo.
Aún no es de noche, pero el dolor sumado a la tristeza interna que siento solo me permiten acostarme. Cierro mis ojos, las lágrimas contenidas se liberan. Un dolor punzante es lo último que siento previo a dormir.
Por la mañana me ducho y visto lo más rápido que puedo, no quiero permanecer hasta el desayuno y ver a mi padre. Me es imposible compartir con un ser tan despreciable.
—¿Despierto tan temprano? —escucho la voz de mi madre al llegar a la cocina.
—Ajá —respondí sin ganas—. ¿Es lo único que te preocupa? ¿Acaso no ves este enorme moratón en mi rostro? Me dueles madre, no te comprendo. No te puedo comprender.
Ella no dice nada, como siempre. Me deja solo en la cocina. Como unas tostadas, sin ganas. Al salir de casa noto que no llevo mi móvil. Regreso a buscarlo, pero en todos los sitios en los que busco no está. Me doy por vencido. Ahora estoy sin celular, ¡genial! Es justo lo que necesito en estos momentos.
Como de verdad era temprano, me encamino al colegio a paso lento. No sé qué excusa daré sobre mi gran mancha morada en mi cara. Algo inventaré, aun así, Emily no me creerá.
Agradezco que la primera clase de hoy es redacción, pues no comparto la clase con nadie. Sé que no servirá de mucho, la siguiente clase me toca con Emily, sin mencionar que Dylan estará ahí. ¿Qué se supone que haré o diré?... Fugarme no es algo que sirva de mucho.
Tan rápido como entré en la primera clase, salí. La hora pasó volando y eso no es algo que me alegre, no hoy. Voy de camino a los casilleros ya que ahí tengo los libros de matemáticas. Un fuerte grito se oye justo detrás de mí.
—¡Zach, amigo! —Los brazos de Emily me rodearon por la espalda—. ¿Cómo estás? Me enteré que ayer te encontraste con Dylan —suena picarona, anhela chisme—. Quiero detalles, cada uno, hasta el más mínimo. ¿Me oyes?
Primero que nada, aún no me ve la cara. Segundo, ¿Acaso es psíquica?
—¡Oh, fuck! —Todos los libros de mi casillero cayeron al piso, intento recogerlos, pero un grito ahogado de Emily me asusta, paralizándome unos segundos—. ¡¿Qué sucede?! —digo mirándola.
—T-tu r-ostro —tartamudea a la vez que su cara se torna preocupada—. ¿Qué te ocurrió?
—Ah... esto —respondo posando una mano sobre mi cara—. Es un tatuaje temporal de arte abstracto, ¿Te gusta?
—¡Si claro, y yo tengo los pechos grandes! ¿Qué te parecen? —me mira, apuntando sus pechos. El sarcasmo es tenso—. Fue el bastardo de tu padre, de seguro. ¿Cómo puedes permitir eso? —Emily me acaricia la cara con sumo cuidado.
—No es algo a lo que pueda enfrentar o negarme... —Recojo los libros del suelo y los dejo otra vez en el casillero—. Tú más que nadie sabe de lo que es capaz si le cuento a alguien.
Emily no continúa hablando. Lo entiende, mis posibilidades son escazas. Estoy condenado mientras depende de Raúl, mi padre.
Cierro el casillero y nos dirigimos a la cafetería en donde Emily pide que embolsen su desayuno. Nos vamos a la siguiente clase, Dylan está ahí. De manera innata voy a sentarme a su lado. Su rostro refleja un pánico tremendo al encontrarse con mi mirada, mejor dicho, con mi cara.
—Ni preguntes —le digo—. Accidentes, pasan a diario —le sonrío, intentando infundir seguridad.
—¿Quién te hizo eso? —Es un hecho, no sirvo para ocultar cosas, no es mi fuerte.
—Prefiero no hablar de eso ahora —trato de explicarle, pero a juzgar por la forma en que me mira, dudo que lo convenza de algo.
—Bueno, pues... prefiero no devolver un celular que me encontré ayer.
—Mi padre —digo con voz seca. Al menos mi móvil está sano, más que yo.
—¡¿Qué?! —pregunta, alarmado.
Odio esta sensación, siento que le estoy dando lastima. Busco su mirada para confírmalo, pero no hay lastima en sus ojos, hay preocupación. ¿Será eso posible? No debería importarte, aun así ¿Qué es esto que veo en sus ojos?
No puedo dejar de mirarlo, ni el de mirarme. Se supone que él no me debería ver así, con esa luz en su mirada. Y otra vez está esa sensación que recorrió mi cuerpo la primera vez que escuché su voz. Esa sensación inexplicable que me hacer perder la razón y sólo me hace pensar en él, mirarlo a él.
Ese sentimiento de que toda mi vida me he estado perdiendo de algo, nace cuando estoy cerca de Dylan.
Esto me traerá problemas.
¿Y si Dylan no me ve de la manera en que yo le veo a él?
Para cuando entro en razón, ya es demasiado tarde, mi mano acaricia su mejilla..
¿Cómo estáaaaan? Espero que bien 7u7, espero les este gustando. No olviden dejar su comentario o sensualon voto. Byeeee.
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Barreras [Gay]
Romance¿Cómo se vence a la homofobia cuando es colectiva y solo son chicos combatiendo el odio? Zach y Dylan apenas se conocen, se gustan, se quieren; su pueblo los odia, los apuntan por ser diferentes. ¿Será el amor capaz de combatir el odio? ¿Podrán Zach...