1. Invento de la lista.

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Camino por los pasillos con el cigarro en una de mis manos y arreglando mi cabello con la otra, puedo ver a todos los estudiantes desplazarse a sus aulas mandándome miradas furtivas un poco temerarios con los cuadernos chocando contra su pecho.

Se preguntarán por qué:

Soy lo típico. -el problema es que me fijo en las personas inoportunas- Soy alto, 1.80 aproximadamente, tengo los ojos azules y el cabello castaño, Tatuajes por el cuerpo que son bastante visibles recorriendo mis brazos, abdomen y espalda junto con una actitud un poco temeraria. No lo soy a propósito, obviamente, es solo una imagen, la gente como yo tiene más éxito con las mujeres comparado con alguien tímido sin personalidad; Mi familia es concurrida y nada malo pasa con ella, tengo todo lo que quiero y no tengo sobre qué alegar.

Entrando al aula y botando el cigarro en el papelero que desgraciadamente se había acabado, me voy a sentar al último lugar en espera del profesor y los estúpidos alumnos que nunca entran cuando yo entro, como si tuvieran miedo por sus vidas y los fuera a matar. Eso no pasa compadres, en la vida real solo te intimidaré, no te haré daño. Tómatelo tranquilo y deja de leer tanta ficción.

Tocan el timbre para dar paso a todos mis compañeros y compañeras. Entran rápidamente bajando la cabeza cuando los miro, examinándolos. Minutos después, todos los puestos están ocupados y no hay señal de Hayley.

Llega el profesor de matemáticas el cual es un viejo estirado, aburrido y no hace que su clase sea lo bastante entretenida para yo poder prestar atención agregándole que es demasiado ciego. pasa en casi todas, menos en las humanistas esas captan un poco mi atención pero a mi manera: moviendo el lápiz y mirando mi celular.

Una cabellera rubia y de cuerpo chiquitito entra al aula, poniendo un cabello rebelde tras su oreja como costumbre y con la cabecita gacha, le pide perdón al profesor por llegar tarde y camina hacia él. Ahí está mi preciada Hayley, no me mira, me tiene miedo por los rumores que escucha. La deseo de una manera sobre humana y ella ni bola me da.

Le indican donde sentarse, y yo desvío mi mirada para poder desconcentrarme de sus hermosos ojos cafés que son tan tímidos como ella. No puedo evitarlo y la veo caminar acercándose a ¿mí? ¿Qué? Frunzo el ceño. Se acomoda en la silla que está a mi derecha, el sonido sordo de la silla resuena por todo el lugar y crea un ambiente tenso. La quedo mirando todavía con el ceño fruncido y ella esconde su cabeza en su cabello tímidamente creando una cortina. Levanto la mano para que el profesor me atienda pero el viejo es tan ciego que no logra verme.

Decido hablar igual.

-¿Qué hace ella acá? -la apunto con la otra mano, agacha más la cabeza y una sonrisa que nunca tengo en esta escuela se escapa de mis labios. Al percatarme que todos nos miran la borro. -¿Qué miran? ¿Tengo algo lindo en la cara acaso? Dejen de mirar ahora. -los "amenazo" y me río en el momento que nadie en la clase hasta el profesor me miran. malditos miedosos.

Dejo mis manos en su lugar. Todos en la clase vuelven a la normalidad, el único problema es que yo nunca podré estar normal estando a su lado. su presencia me incomoda en un buen sentido, podría decirse que, estoy alerta a cualquier movimiento.

Todo ocurrió un día que la vi saliendo de los camerinos con una toalla cubriéndole el cuerpo pequeñito que tiene junto con una leve sonrisa tímida dejando un mechón de su cabello tras de su oreja, ¿Por qué tengo que ser tan hijo de puta caliente para ir a ver a algunas rubias tetonas sin sostenes?

Desde ese momento no la veo con los mismos ojos, me arrepiento tanto, intento sacarla de mi mente, intento sacarla de todo lo que conlleva a sentimientos, pero sólo no lo consigo. Su manera de ser, la manera de caminar, su manera de hablar, todo de ella, todo me gusta y eso no ha cambiado en casi un año. jodido año. La miro cuando está en los pasillos sin que se percate, la sigo a sus clases sin que sean las mías. La veo hablar con chicos algunas veces queriendo ellos ser sus amigos. -ellos ya no le hablan (no hay pruebas de que haya sido yo) no merecen escuchar su voz-

Lista de 10 pasosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora