Lista de 10 pasos

4. Día 2. Tenemos que descontar números rápido.

Mis ojos parpadean por el cambio de luz y bostezo de manera exagerada para acomodar mi pantalón de pijama y levantarme de mi preciosa y cómoda cama. Luego de unos minutos de terminar de alistarme, salgo de la ducha y comienzo nuevamente esa guerra de boca y dientes constante con la frustración muy constante en mi cuerpo y cara totalmente acalambrada.

Este día es especial: es el segundo día que he partido con mi lista y tengo ganas de cumplir más de uno en un día, sería interesante intentarlo y podría hacerlo por ella, merece tener la atención que le voy a dar y regalos que amablemente también recibirá. merece esto y mucho más. Mi madre me enseñó cuando pequeño -cuando golpeé y empujé a una amiga pequeña mía de aproximadamente ocho años que se fue llorando.- dijo: "las mujeres son como flores, deben recibir agua para crecer y sin esa agua, se marchitarán. tu función aquí, hijo, es ser el agua, tratarla como si fuera una flor delicada, cuidarla y darle todo el agua que se merece y no empujándola, porque, algún día, ella puede ser el agua que a ti te faltará y te marchitarás sin que ella cuida de ti." mi sabia madre y sus palabras complicadas. ¿Quién le dice a un niño de ocho años eso? pues... ella y hasta ahora no se me ha olvidado.

Con mis pantalones grises con hoyos en las rodillas y mi camiseta negra, bajo rápidamente las escaleras en la mañana saltándolas con felicidad rebalsada por un nuevo día, Al final de las escaleras, logro ver a Emily enojada mirándome con sus pequeños brazos en jarra.

Mierda. eso no es una buena señal.

-¿Tú te comiste mi chocolate? -me susurra pareciendo el muñeco de chucky. La miro "atemorizado" negando repetidas veces con la cabeza. sobreactuar siempre aliviana el ambiente. -¿Estás seguro? -entrecierra los ojos. La miro fijamente y cuando piso el último escalón; salgo corriendo por la sala despavorido.

-¡No lo hice a propósito! -grito corriendo entre los muebles sintiendo como me persigue a la misma velocidad que yo.

Esto es injusto, pensemos, tomémonos un minuto. Yo peso mil veces más que ella, soy mucho más alto, a la velocidad que corro es con la cual puedo mi cuerpo, pero ella ¿qué debe cargar? Si pesa con suerte veinte kilos y no tiene nada que le cuelga entre las piernas y le incomoda de vez en cuando, si yo pudiera correr y perseguir así de bien a alguien, ya sería ladrón o algo parecido. Lo encuentro bastante injusto desde mi perspectiva, desde la suya debe ser algo "normal", ya crecerá, ya lo verá.

Para las mujeres es todo más fácil, ¡hasta, puede respirar y caminar al mismo tiempo! Esperen, yo puedo hacer eso... me golpeo mentalmente. Soy un imbécil. creo que levantarme temprano cada mañana y con una felicidad extrema agregada; me causa una lentitud mental. debería invernar, no me caería mal.

-¡Detente Mattew! - Mi cuerpo se detiene en el segundo que escucho su frase, frente mío está su cuerpo pequeñito con su cabeza gacha intentando recuperar la respiración. La mía -gracias a mis ejercicios de verano intensos- está normal, no tan irregular como la suya. Te gané, pequeña. Pero mi gesto vuelve a cambiar y decido tomarle el "peso" a su frase inofensiva.

-Dijiste mi nombre completo. -me tapo la boca indignado. Cierro los ojos y actúo de que lloro haciendo un puchero notorio con mis labios -bastante exagerado- mis rodillas deciden tocar el suelo causando más dramatismo y tapo mi cara con ambas manos. mi espalda sube y baja respirando entre cortado y decido decir palabras incoherentes.

Nunca en sus seis años había dicho mi nombre, ni siquiera cuando se enojada, pero esto significa que está creciendo, que mi pequeña princesa se está enojando de verdad conmigo, que ya no son simples "peleas". Aunque mi drama esté de sobra y pueda decirle perfectamente que no diga mi nombre -por estupideces mías- no puedo evitar sentirme triste al respecto, es mi hermana pequeña ! por favor! no es tan fácil asimilar que te diga de un día para otro tu nombre -no importa lo estúpido que suene-