TU Y YO EN LA OSCURIDAD

91 7 0
                                    


Es increíble cómo pasa el tiempo tan rápido, ya llevo un mes en defensa personal, el instructor es bueno,  y no me refiero a su físico, aunque tampoco está nada mal, estando en la sala del entrenamiento suena mi teléfono, como Arturo aún no ha salido contesto.

—Hola

—Hola cariño ¿Cómo has estado no te he visto? Fui a verte al restaurante pero me dijo tu asistente que no te has ido por ahí en días. ¿Estás bien?

—Si estoy bien, solo que por ahora estaré ausente indefinidamente, tengo prioridades ahora.

—Alejandra es por Eduardo verdad, que te estas alejando de tus amigos y de todo lo que amas verdad, no me engañes.

—Si es por ese hijo de satán, no me perdonaría que para lastimarme le hiciera algo a ellos, es mejor así en lo que ese disque hombre, paga por lo que me ha hecho.

—Princesa estaré contigo ¿Vamos al  cine?

—Si está bien, pasas por mí o nos vemos haya.

—Paso por ti a las seis de la tarde.

—Bueno está bien, tengo que colgar por que estaré ocupada, nos vemos al rato.

—Alejandra hoy practicaremos tus golpes, ven te pondré unos guantes, párate aquí en frente del saco de boxeo, pon firmes tus pies, el izquierdo adelante y derecho atrás, la fuerza proviene de tu cintura.

—¿Así?

—Muy bien así, ahora al momento de dar un golpe por firme tu brazo, no titubees, titubear podría mandarte al hospital o podría ser peor, ahora empieza a dar golpes por favor, céntrate, en cada boxeador hay una motivación, demuéstrame que tanto quieres defenderte de ese hombre empieza.

Empiezo a dar los golpes, me centro en un solo objetivo: Eduardo Montero.

Uno, dos, tres, cuatro, y la cuenta de mis golpes continúa.

—Pon firme tus brazos, demuéstrame de que estas hecha Alejandra, he conocido a una mujer fuerte, demuéstrame que no me equivoco, ¡demuéstramelo!

—Yo soy Alejandra del Río, una huérfana a quien abandonaron sin ninguna contemplación, a quien le negaron un hogar, quien vivo de la caridad de otras personas en el orfanato, quien se formó un futuro, a quien adoptaron un día y que nunca conoció quien fue esa persona, y aun así crecí en el orfanato a pesar de que alguien tuvo la decencia de adoptar a una niña y que aun así nunca tuve una familia, nunca tuve a quien llamar mamá y papá.

Mis golpes se vuelven cada vez más fuertes, más intensos, no puedo creer todo lo que he guardado en mi corazón tanto tiempo, todo lo que siento en estos momentos un resentimiento profundo a todos aquellos que me abandonaron, pensé que no me importaba que todo eso me daba igual, pero ahora me doy cuenta de lo liberada que me siento, no sé cuánto tiempo paso con este entrenamiento o terapia por así decirle, solo sé que me siento libre por primera vez en mi vida, de repente siento que me tiemblan las piernas, siento escalofríos, y veo doble el saco de boxeo, no puedo dar más  golpes por que en ese momento me desmayo, pero antes de que toque el suelo, alguien me sostiene en sus brazos.

—Alejandra, Alejandra que tienes.

—Te….tengo frio, no sé qué me pasa.

—Alejandra por favor aguanta, te lleve vare al hospital

Arturo
Cuando llego al hospital una señorita lleva a Alejandra junto con otro doctor para revisarla, ¿Qué será que le ha pasado? No sabía su historia, toda ella es un estuche de monerías, como también lo es el hombre ese por el cual ella está aferrándose en aprender a defenderse, no dudaría que estuviera aprendiendo a disparar armas de fuego u otras cosas, ese hombre debe de ser muy poderoso para que ella, y ella, sin duda es una mujer de armas tomar, que no se deja de nadie. Es una mujer excepcional, no sé si tenga novio o pareja, lo que si se es que no es casada porque en todo este tiempo no le he visto anillo.

CONTRA LA PARED #InsideAwards2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora