Adiós a la princesa

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—¡Chicos, ocurrió algo terrible! —Haruka llegó agitada al centro del jardín, tratando de captar la atención de los seis miembros de Starish, los cuales se encontraban desde muy temprano cocinando el desayuno para todos los de la agencia. Los chicos dejaron de hacer lo que hacían para poner completa atención a la chica, esperando a que recuperara la compostura.

—¿Qué sucede, Nanami? —Otoya no tardó en acercarse a ella, ayudandola sentarse en una de las bancas.

Ella respiró hondo, recuperando el aire que minutos atrás había perdido. —¡Nicky desapareció!

Hubo unos segundos de completo silencio antes de que los seis exclamaran al unísono. —¡¿Qué?!

Haruka asintió mientras procesaba lo que había pasado. —Cuando volví ayer por la noche de lavarme los dientes, la cabaña entera estaba en completa oscuridad y silencio. Creí que Nicky ya estaba acostada, durmiendo, por lo que decidí no molestarla y centrarme en terminar la canción —ella tomó algo de aire antes de seguir, sin mirar a ninguno de los presentes—. Me fui a acostar apenas acabé, rápidamente, pensando que Nicky despertaría en cualquier momento si estaba mucho tiempo con la luz encendida. Pero hoy en la mañana, noté que ella no estaba despierta como suele estarlo. Es casi imposible despertarme antes que ella, por lo que sospeché que algo le había pasado —suspiró, soltando todo el aire que tenían sus pequeños pulmones—. Me acerqué a su cama y noté que lo que creía que era su cuerpo no era más que cojines y mantas.

—¿Quieres decir que Nicole escapó? —dijo Hijirikawa, cruzando los brazos al mismo tiempo que fruncía el ceño.

Haruka asintió energicamente, algo triste. —Quartet Night debería saber algo, ¿les has preguntado? —sugirió Tokiya, buscando con la mirada a sus superiores.

Nuevamente, la chica movió la cabeza, pero esta vez negando con preocupación. —No los he visto todavía. Recién desperté y... —Haruka por fin se percató de que otra cosa faltaba en el entorno. Algo que sentía cerca la mayoría de las veces—. ¿Dónde está Cecil?

Los seis chicos también buscaron al susodicho con la mirada, incapaces de encontrarlo ni recordar si se había presentado durante la mañana. —Debe estar en su cabaña —concluyó Syo, pero aún así no estaba del todo seguro—. En cualquier momento aparece.

—Aijima no está aquí —Camus apareció bajando en dirección a los chicos, suponiendo que hablaban sobre la desaparición de los dos miembros de la agencia—. Tampoco lo está Nicole.

Y al igual como llegó, se fue, simplemente que le indicó a los chicos que lo siguieran. Los chicos se miraron entre sí antes de acompañarlos en completo silencio, dirigiéndose a lo que suponían iba a ser la fuente de sus dudas.

Al llegar frente a la cabaña de Cecil se dieron cuenta que Camus estaba realmente diciendo la verdad acerca de la desaparición de su amigo. Ningún alma divagaba por esos rincones. Entraron todos juntos por la pequeña puerta en fila, esperando encontrar algo de sus pertenencias o algún indicio de a dónde se fue, pero parecía que el chico había tomado sus precauciones y se había llevado todas sus cosas, excepto su collar y las partituras de una canción que le compuso Nanami especialmente para él. —Aijima regresó a su país natal, Agnapolis, para asumir el trono —explicó Camus, cruzándose de brazos—. El rey pensaba retirarse pronto, por lo que pidió que él regresara.

—¿Y por qué Nicole fue con él? —preguntó Masato, frunciendo el ceño—. No tiene mucho sentido.

Camus miró hacia un costado para luego encaminarse hacia la puerta, ignorandolos por unos segundos. Suspiró. —Yo tampoco entiendo la relación de ellos dos, pero Nicole dijo ser la única capaz de hacer entrar al rey en razón —y sin más explicaciones, Camus abandonó la habitación dejando sus palabras en el aire.

Vida de un Idol (Uta no Prince-Sama)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora