#16 - Mensajes Subliminales

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◘◘◘CAPÍTULO DIECISÉIS◘◘◘

—¿Qué es esto?—pregunto, consternado. Todos los pasajeros tienen los ojos color violeta, y están tarareando y bailando mi canción, como si estuvieran en un estado de trance irreversible. Lo más impactante es que ninguno de ellos parece darse cuenta de lo que está ocurriendo; nadie se percata del cambio repentino en sus iris. Eso me paraliza.

Nadie responde mi pregunta. Un escalofrío recorre cada vertebra de mi columna. ¿Cinthya? Me giro, atemorizado, y la veo. Ella está sonriendo, cantando Puedo Dominarte… con los ojos violetas. Está aislada en su mundo, alejada del presente.

Mierda. ¿Qué hago? Me rasco la barbilla, preocupado. ¿Debo entregarme a Laura? ¿Es la única forma de acabar con todo de una vez por todas, y de comprender la verdad? ¿Por qué tantos secretos?

La música se apaga, el video culmina, y la terminal queda en silencio un par de segundos, hasta que los murmullos y las voces comienzan a tomar fuerza. Las personas, indiferentes, continúan con sus vidas, como si nada hubiera acontecido. Cada uno vuelve a su rutina.

Y ya nadie tiene los ojos violetas. Ni siquiera Cinthya.

—¿Qué te dijo Laura?—me inquiere ella, clavándome sus dedos en mi hombro.

Arqueo las cejas. Mi mente está fundida. No sé qué hacer. Son muchas cosas en poco tiempo. El collar, el accidente en el baño, la llamada, los pasajeros dominados…

Aprieto mis labios y trago saliva.  Decido no contarle lo que pasó. No tiene por qué saberlo todavía. No quiero dejarla nerviosa. En serio. No tiene que sufrir por mi culpa; ella es solo una víctima más.

—Nada—repongo, titubeando—. Quiere que regrese con ella, pero no lo haré. Tengo que terminar lo que empecé.

Cinthya asiente y eleva sus comisuras labiales, dibujando una sonrisa particular. Quiere ayudarme y es capaz de hacer lo que sea por mí.

—¿Hay algún cyber por acá?—le pregunto, procurando mostrarme seguro.

—Por supuesto—contesta, confundida—. ¿Por qué?

—Se me ocurrió una idea.

Cinthya frunce el ceño, y me guía hasta el lugar. Es un sitio pequeño y caluroso, ubicado a las afuera de la terminal. A simple vista, da la sensación de estar abandonado. Dentro del local hay unas seis computadoras, pero todas ellas están vacías. En el aire hay un olor desagradable, como a viejo.

—Hola—saludo al dueño, cambiando mi tono de voz. Es un hombre gordo, con barba y pelado.

—¿Cuál quieren?—responde, apático.

Le echo una mirada a Cinthya, y muevo la cabeza. Ella entiende mi señal de inmediato. Se adelanta y habla.

—La tres, por favor—solicita, y me agarra del brazo. Su piel está tibia y sudorosa.

Marchamos hasta la máquina indicada y nos sentamos, esperando a que se prenda. Una vez que el sistema operativo se pone en funcionamiento, y Windows termina de iniciarse, tomo el mouse y entro al buscador.

—¿Qué vas a hacer?—me inquiere Cinthya, aturdida—El ómnibus de nosotros sale en menos de cuarenta minutos. No hay tiempo para esto.

—Descuida—replico—. Será rápido. Conozco un programa capaz de filtrar canciones y hacer con ellas lo que se me plazca. Solo quiero despejar una duda.

Cinthya larga un bufido y se rinde. Otra vez le he ganado. Sonrío para mis adentros.

No me distraigo. Descargo Puedo Dominarte y la agrego a la lista de reproducción de Filter Song. Entonces comienzo a presionar botones, cambiar niveles de audio, retocar pistas… hasta que lo logro.

NO ME DEJES CAER -Demonios de la Música #1-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora