Sábado 23 de marzo

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Quedan quince días

Llegamos al zoo después de unas dos horas de coche.
El viaje no ha ido tan mal como había pensado: todo el mundo iba bastante callado y hemos pasado gran parte del tiempo oyendo tararear a Sofi con la radio de fondo. De vez en cuando, Tyler le hacía alguna pregunta y ella le contestaba de esa forma suya tan animada.
Ella ha interrogado a Lauren y ella ha salido bastante bien del paso. Sofia insistía en preguntarle si salíamos juntas, y ella se las ha arreglado para que ella siguiera con la duda. Conociendo a su madre, apuesto a que tiene mucha práctica a la hora de responder a esas preguntas hechas a bocajarro.

Tyler aparca el coche y los cuatro nos abrimos paso hasta la entrada del zoo. Esperamos en la cola para comprar las entradas. Se produce un momento algo violento en el que yo sé que Tyler está planteándose invitar a Sofi, pero entonces se sentirá obligado a invitarme a mí también, y, no nos engañemos, Tyler Bowen no quiere gastarse su dinero en mí.

Lauren pasa por delante de mí y le entrega a la mujer de la taquilla un montón de dinero en efectivo.

—Cuatro entradas de estudiante, por favor.

—Lauren —dice Sofia fingiendo asombro—, no tienes por qué hacer eso.

—En serio, tía —añade Tyler—. Puedo pagarme la entrada. No hay problema.

—No os preocupéis. —Lauren me dedica una sonrisa.

La mujer de la taquilla comprueba el cambio y se lo entrega. Me doy cuenta de que sus manos parecen mucho más viejas que su cara. Me miro las manos y no sé si alegrarme o entristecerme al pensar que nunca las veré arrugadas.

En cuanto entramos en el zoo, le susurro a Lauren:

—¿A qué ha venido eso?

Se encoge de hombros.

—Uno no puede llevarse el dinero cuando se va.

Tyler enarca las cejas cuando me ve acercarme a Lauren para susurrarle al oído.

—No sabía que ibas a convertir nuestro proyecto de ciencias en una cita con tu pareja.

Sofi se cuelga del brazo de Tyler.

—Es la razón por la que he venido, Ty. Ahora no te sentirás tan marginado.

Él se agarra del brazo de mi medio-hermana mientras se dirige a mí.

—Lo del zoo fue idea tuya, Camila. ¿Adónde vamos?

—¿Por qué no vamos primero al habitáculo de animales noctámbulos? Podemos fotografiar a los murciélagos. Están colgados boca abajo. Eso es energía potencial.

—Vale. Los murciélagos son como ahorcados vivientes —dice Tyler con retintín.

Lauren y Sofis miran a Tyler con expresión de curiosidad, y yo hago todo lo posible porparecer confusa. Lo que resulta bastante fácil, porque los murciélagos no parecen para nada ahorcados vivientes, aunque no es el momento más indicado para discutir sobre el tema con Tyler.

—Es por aquí —digo, y salgo disparada con intención de guiar al grupo.

Podría decirse que conozco el zoológico de Louisville como la palma de mi mano. Cuando era pequeña, mi madre me traía muchos fines de semana. Pensaba que me convenía pasar tiempo con ella. Dejó de hacerlo cuando yo tenía unos ocho años, porque Sofi se hacía mayor y Mark ya empezaba a caminar. Jamás lo reconocería, pero estaba ocupada construyendo su nueva familia y feliz de dejarme en manos de mi padre. Hizo falta que él la cagara para que ella recordara mi existencia. Pero nadie quiere que lo recuerden por algo así; es como ser una especie invasora en laque nadie repara hasta que ha asfixiado y acabado con las especies de la flora autóctona.

Mi corazón en los días grises (Camren) AdaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora