Capítulo 9: Provocación

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Todos los semidioses, dioses y cazadoras se encontraban en el Olimpo, nerviosos por lo que les podría decir Annabeth la cual estaba demasiado seria mirando al horizonte, a ratos fruncía el ceño, en otros parecia relajarse; todos pudieron darse cuenta de cuánto trataba de encontrar solución a cualquiera que fuera su problema.

—Dinos Annabeth, ¿qué sucede? —preguntó su madre.

—Tengo miedo —seguía mirando al horizonte, al instante, sus ojos se llenaron de lágrimas—. Miedo de Percy —miró a todos en la sala—. Tengo miedo de ese monstruo, miedo de lo que se ha convertido.

—Annabeth —susurró su madre.

El hecho era que, todos en el Olimpo tenían miedo, miedo de lo que Percy era capaz de hacer con semejante poder.

—No deben de tener miedo —dijo Ares—, es un simple mocoso débil y sin importancia —la verdad era otra, Ares estaba que temblaba de miedo en su interior, pero por su orgullo y honor no diría nada. El semidios era más aterrador de lo que se pensaría.

—Así que... ¿no me tienes miedo? —preguntó una voz con burla.

Todos los dioses y semidioses sacaron sus armas, aquellos que podían usar arcos apuntaron a Percy, todos a la cabeza.

—¿Qué haces aquí? ¡No eres bienvenido! —gritó Ares asustado, pero sin hacerse notar. Esperaba haberse visto lo más molesto posible.

Percy empezó a reír sonoramente.

—Vaya, jamás creí llegar a ver a todos los olímpicos asustados. ¡Esto es magnífico!

Los líderes se adelantaron con armas en mano mientras que los dioses seguían en sus tronos sin mover ni un solo dedo, era como si lo hubieran practicado o algo, pasaban al frente los líderes de los campamentos mientras que ellos esperaban a que el enemigo atacara, así lo cogerían desprevenido y triunfarían rápido y sin complicaciones. O esa era la idea.

—¿A qué se debe tu visita, Perseus? —preguntó Artemisa, sonando lo más tranquila posible.

—Vine a darles una gran noticia —todos esperaban que el azabache dijera que volvería al Olimpo y eliminaría esa loca idea de conquistar el Olimpo de su cabeza—. Oh, no, no volveré, jamás lo haré así que no se esperancen tanto. Sigo con la idea de conquistar el Olimpo por las buenas o por las malas. La gran noticia es otra.

Todos guardaron silencio, pero seguían con sus armas en alto.

—¡Dioses! ¡Semidioses! ¡Cazadoras! Les presento al Nuevo Olimpo —todos aquellos que se pasaron al bando de Percy salieron de las sombras vestidos con armadura de combate, pero esas armaduras eran realmente extrañas, tenían una mezcla con las armaduras medievales y las armaduras griegas, una rara combinación—. Nico Di Ángelo: próximo dios de la muerte.

Nico dio un paso al frente con su espada desenvainada por si alguien quería atacar a Percy.

—Luke Castellan: dios de los mensajeros y el mensajero de los dioses —Luke realizó la misma acción de Nico—. Chris Rodríguez: dios de los comerciantes. Connor y Travis Stoll: dioses de los bandidos y ladrones.

La mandíbula de Hermes se abrió, si hubiera sido una caricatura, esta hubiera topado el piso.

—Will Solace: dios del sol. Michael Yew: dios de la música y la poesía. Lee Fletcher: dios de la medicina y la verdad —el padre de estos últimos estaba demasiado sorprendido, no creía que sus hijos serían capaces de hacer algo así. Sus hermanos, Kayla y Austin también estaban sorprendidos y asustados, ahora estaban realmente perdidos, los dos no se habían enterado de que sus dos hermanos fallecidos habían vuelto—. Katie Gardner: diosa de la agricultura y primavera. Eso quiere decir que adiós a Deméter y Perséfone.

Hasta el bien se vuelve malDonde viven las historias. Descúbrelo ahora