El sol hizo acto de presencia al fin. Acción que le alegraba la existencia a Lisbeth, quién esa noche había tenido un sueño bastante extraño y a la vez aterrador: un hombre oculto en las sombras, con una fría mirada. No decía nada, solo la observaba. Pero no lograba verle el rostro, solo los escalofriantes ojos verdes. Aunque ella no se podía ver a sí misma en el sueño.
La chica se levantó de un salto de su cama. Descalza, caminó por el largo pasillo con cuidado, para que sus padres y su chillona y engreída hermana Tyra no se despertara.
Una sirvienta apareció, y no una cualquiera, sino Karina, la más chillona y chismosa.
— ¡Señorita Lisbeth! Se ha despertado muy temprano. ¡Y está descalza! Eso no puede ser, debe…
— ¡Karina! —Exclamó Lisbeth, sin hacer un gesto de molestia ya que respiró hondo antes de perder el control, apretó los puños y sonrió —. No necesitas exaltarte. Vas a despertar hasta a Morfeo. Por favor, no grites —Lisbeth tenía una voz sedosa y a la vez venenosa, por lo tranquilizadora que solía ser.
— ¡Lo siento mucho pero es que me preocupa que se lastime los pies!
Lisbeth suspiró cubriéndose el rostro con una mano y sus padres, junto con su hermana, salieron gruñendo.
— ¿Ahora por qué gritas, Karina? —suspiró Fara, la madre.
—Porque la señorita Lisbeth está descalza. ¡Menos mal que no tienen mascota porque sus pies estarían llenos de…!
— ¿Mascota? —interrumpió Tyra —. ¡Mascota sí, quiero una mascota! —chilló dando saltitos y aplaudiendo.
— ¡Argh! ¿No que detestas los ladridos y los excrementos de un perro y mucho más las uñas de los gatos? —gruñó Lisbeth sin dejar de apretar los puños.
— ¡Oh hermana! Sabes que soy un poco bipolar con los animales. ¡Padre! Quiero un cachorrito. ¡Lo exijo!
Lisbeth respiró profundo y siseó cuando sintió que se estaba clavando las uñas.
Al menos sus años de práctica le favorecían en su expresión, que la mantenía siempre serena e indiferente, incluso a veces ausente, para evitar que le hicieran comentar, ya que sabía que sus sarcasmos la dejarían al descubierto.
— ¿Segura Tyra? —preguntó Otto, el padre.
—Padre, lo quiero. ¡Vamos ya!
—Si te compramos una mascota, tu hermana tendrá uno también.
Lisbeth sacudió la cabeza y Tyra se encogió de hombros.
—Si mi hermana quiere su mascota, que lo elija ella misma. ¡Yo quiero un cachorro ya lo dije!
Lisbeth torció los ojos, asegurándose de que nadie la viera y se retiró a su habitación refunfuñando maldiciones.
—Ehm… Lisbeth, hermana —Tyra la llamó desde el otro extremo de la puerta varios minutos después —. ¿Podrías darte prisa? ¡Vamos a la mejor tienda de mascotas de New York! ¡Anímate hermana!
—Claro, Tyra. Dame unos minutos.
La habitación de Lisbeth era enorme. El baño igualmente. Pero la decoración era muy diferente al de su hermana.
Tyra prefería el rosa y el azul, por el color de sus ojos. En cambio Lisbeth, le agradaba más el negro y el verde. En su opinión, colores misteriosos. Además que el negro hacía par con su cabello y sus ojos con el verde.
Su ropa solía ser del mismo color de su habitación. No se exigía demasiado en tendencias de moda; todo lo contrario de Tyra. Por ese aspecto de Lisbeth, más de un sermón de moda le dio Tyra.
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El Misterioso Sr. Laufeyson
FanfictionAmbos tienen algo en común: son los segundos en todo, tal vez algo más... Uno es el príncipe perdido de Jotunheim, la otra... no es muy relevante, pero sí para ese misterioso e influyente inmortal... by: mary hiddlesbatch