〝Cuatro〟

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No sabía qué hacer con Alice. Con cada chico que conocía, inventaba una pega nueva. No sabía cómo satisfacerla de esa forma, y estaba siempre al borde de darse por vencido, pero claramente debía aguantar un poco más.

—Eres una chica demasiado difícil. ¡No sé qué te gusta! —se quejaba.

—No es demasiado difícil encontrar a la persona perfecta para alguien que tiene tu poder. ¿Acaso te resulta tan difícil?

—Alice, yo sólo sé el historial de relaciones de cada persona, no su personalidad en cuanto a vida diaria, ni gustos, ni aficiones, ni nada de eso —explicó.

—¡Pues búscame un chico que haya hecho súper feliz a su novia!

—¡Si la hace feliz, él no estaría soltero!

—¡Pues haz que lo estén!

—¡No pienso romper un matrimonio por un mero capricho!

—¡¿Por qué estamos gritando?!

—¡No tengo ni idea!

—Dejemos de gritar... —propuso Alice, algo avergonzada.

—Ya... —respondió Cupido mientras pensaba en su siguiente movimiento.

—¡Aquél chico,  Cupido! Parece apuesto, inteligente, y... ¡es guapo! —observó Alice, señalando a un chico que estaba en una cafetería mientras leía un libro.

El Ángel se lo pensó. Le resultaba extraño que no pudiese encontrar nada sobre él en cuanto a relaciones amorosas.

—¿El de la cafetería con el libro? —preguntó para asegurarse y la chica asintió.

—¿Qué me dices de él? ¿Hay alguna pega? —quiso saber ella.

—No, no la hay —respondió dubitativo.

—¡Genial, vamos!

Una vez ambos entraron a la cafetería, Alice se repeinó con sus dedos y se colocó en la barra, mirando de reojo al chico.
Al ver ésta que Cupido aún no hacía nada, le dio una mirada de circunstancias, pero antes de que Cupido hiciese su trabajo, aquél chico llamó a Alice.

—Disculpe —dijo. Y la chica, al percatarse de que le había llamado, empezó a actuar nerviosa—, ¿podría pasarme el periódico? Es que tengo una pierna fastidiada —pidió.

Alice miró hacia su derecha y agarró uno de los periódicos para, más tarde, entregárselo.

—Gracias. Por cierto, ¿le gustaría tomar algo? —preguntó de repente, y el corazón de la muchacha empezó a latir con fuerza. No podía creer que un chico como ese le fuese a invitar a tomar algo.

—Está bien —asintió con alegría.

Mientras ésta tomaba asiento, miraba alegre a Cupido, mientras alzaba sus pulgares. Ella creía que el ángel de cabellos rojizos le había ayudado, pero eso no era cierto.
A pesar de que algo así debería ser algo positivo, a Cupido no le parecía tan buena noticia pues aquella persona no le causaba buena impresión. En realidad, no tenía nada que objetar, y eso era lo que más le preocupaba.
Aquél hombre no le parecía una buena opción, pero claramente no podía negarse a que Alice saliese con él por una simple intuición.

—Soy Jeremy, encantado —se presentó él, con una sonrisa.

—Yo soy Alice, un gusto —ella hizo lo propio.

—Pareces una chica jóven, ¿puedo saber qué edad tienes? —preguntó él, curioso.

Alice dio un sorbo de su café antes de contestar.

—Diecinueve.

Él asintió con la cabeza.

—Yo soy seis años mayor.

La chica alzó una ceja. Sabía que era mayor que ella, pero​ no esperaba que ambos se diferenciaran por tantos años.

—Nunca te he visto por aquí —observó ella.

—Eso es porque hace un semana que me he mudado. Tenía tanto estrés con la mudanza que ahora que por fin he terminado he dicho: «¿y por qué no tomarme un café?». Y bueno... aquí estoy —explicó.

—Bien hecho —rió Alice.

Cupido observaba la escena desde lejos. Algo no le gustaba de ese hombre pero, ¿qué era? Deseaba que las horas transcurriesen rápidas. Mientras tanto, pensaba en alguna excusa que ponerle a la chica para que no intimase más con él.

Media hora más tarde, Jeremy se levantó de la silla y Alice hizo lo mismo. Ambos se despidieron con la promesa de volver a verse y él se marchó primero.
La chica, alegre, caminó hasta Cupido.

—¡Es genial, Cupido, él es genial! —exclamaba entusiasmada.

Él no compartía el mismo sentimiento.

—No lo sé, Alice, ¿no había nada que te hiciese dudar sobre él? A mí... no me ha dado muy buena espina —opinó él, sin dejar de mirar la puerta por donde se fue.

—¿Qué dices, Cupido? ¡Él es fantástico! Está a punto de entrar a la empresa de su padre, tiene unos buenos estudios y es guapísimo. Por otra parte, es una persona muy simpática y amable y se puede hablar de todo con él. Creo que es el chico perfecto... —defendió ella.

—Bueno, si tú lo dices...

De camino a casa, Cupido seguía divagando por su mente intentando descubrir qué era lo que no le gustaba de aquél tipo. Parecía ser tan perfecto como Alice describía, sin embargo, había un gran agujero negro en él.

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Siento que haya sido un capítulo tan corto, pero esto dará paso a más cosas. Gracias por leer y votar^_^.

The RED Cupid - Red AngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora