The RED Cupid - Red Angel

"Ocho„

Lo siento por mil, debería haberlo subido ayer. Al menos el domingo era mi día de "descanso", así que simplemente estaré escribiendo el capítulo correspondiente un día más tarde de como prometí. Espero que la próxima semana no me ocurra lo mismo.

Tanto Jeremy como Alice no habían dicho ninguna otra palabra después del saludo. Ella porque estaba nerviosa, y él... bueno, él no esperaba su propia reacción. Caminaban abstraído cada uno en su propio mundo hasta que la chica fue la primera en romper la pequeña tensión entre ambos.

—¿Comemos primero o...? —preguntó ella.

—Es temprano, no tengo hambre. ¿Qué quieres hacer? —negó.

Alice lo meditó unos segundos antes de responder.

—¿Qué tal si vamos directamente a la montaña rusa? —propuso la chica con emoción.

Jeremy palideció en aquel instante. Las alturas no eran su fuerte, y mucho menos la velocidad, y si iban juntas en un mismo paquete ya era para decir adiós. Sin tapujos, manifestó su negativa.

—Alice, será mejor que evitemos ese tipo de atracciones...

La chica se molestó ante el comentario.

—¿Cómo dices? ¡He venido explícitamente por eso! —exclamó haciendo luego un mohín con su labio inferior.

El chico bufó con cierto fastidio. No quería chafarle la noche a la chica, pero tenía que elegir entre su salud o la diversión de ella.
Estaba viendo su cara, no podía decirle que no, además de que debía ser «el chico perfecto» para enamorarla y hacer su cometido.

—Está bien —respondió resignado y muy a su pesar.

Alice saltaba de emoción. Agarró la mano del chico y prácticamente lo arrastró hasta la taquilla para comprar el boleto.

—¡Dos! —exclamó con alegría.

Al darse cuenta de que seguía agarrando la mano de Jeremy, la soltó algo ruborizada. El chico simplemente le sonrió para hacerle saber que no tenía importancia.

Una vez ya en la cola, la gente que estaba previamente en la atracción, bajaba de ella. Algunos estaban pálidos, otros reían, otros muchos deseaban no volver a subir, los demás deseaban volver a tener una experiencia igual y prometían volver al día siguiente. Jeremy se dio cuenta de que mucha de la gente que subía era por puro experimento, y él formaba parte de la gente fatigada, que al igual que él habían sido arrastrados a la atracción.
Le tocaba a su grupo subir, y a pesar del miedo, él no vaciló en ningún solo paso. «Maldita niña», pensó mientras se acomodaba al asiento de al lado de ella. La miró, estaba intensamente feliz. Era una cría. Pero su sonrisa era inmensa, y aquello le hizo sonreír también. Al percatarse de ello, quiso golpearse por su debilidad. Las cosas no debían salir de esa forma.

—Puedes agarrarte a mi mano si tienes miedo —dijo ella con tono de burla.

—¿Y no te importa estropearte el peinado? —preguntó, en un intento nulo para hacerla pensar en lo que estaba haciendo.

—Las cosas más divertidas son las que te despeinan —canturreó con un brillo perverso en sus ojos.

Sin previo aviso, la atracción empezó a moverse. Jeremy cerró sus ojos mientras suspiraba para entrar en calma. Cuando los abrió, miró por el rabillo del ojo a su acompañante esperando al menos un atisbo de terror en su rostro, pero todo lo contrario, seguía con aquella sonrisa de oreja a oreja como si aquello fuese lo más divertido del mundo. Deseaba al menos tener un poco de aquella alegría.
Estaban al borde de la primera cima —la más alta de todas—, y en unos segundos empezaron a descender a una velocidad que al chico le pareció extremadamente rápida. Se podían escuchar los gritos de Alice, muy lejos de ser gritos de terror, eran de pura diversión. Mientras tanto, Jeremy llevaba la impresión como más bien podía. Al menos, las demás cuestas eran más bajas, y después de aquella, cualquiera de las otras podía ser mejor, aunque para su desgracia se sintió como si fuera la primera vez en todas y cada una de ellas hasta que llegaron al final del recorrido y al fin sintió que podía respirar con normalidad.
Salieron de sus respectivos asientos, cada uno con una impresión contraria al otro.