"Siete„

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¿No es increíble? Tenía medio borrador del día 29 de junio de 2018, y estamos en 2020 :")


Una vez en casa, Alice se quitó los tacones y dio un salto hasta el sofá. Mientras, Cupido le miraba con cara de circunstancias, y al darse cuenta, ésta le miró y le dijo:

—¿Qué ocurre ahora?

Cupido abrió los ojos con sorpresa. No podía creer que aquella chica fuera realmente tan ingenua.

—¡¿Cómo que qué ocurre?! ¿Es que acaso no te has dado cuenta? Ese chico, como quiera que se llame, tiene intenciones poco románticas contigo y tú pareces no querer verlo —respondió éste.

Alice se acomodó en el sofá y después cruzó sus brazos.

—¿Qué estás diciendo? Has escuchado perfectamente cómo ha aceptado venir a la feria conmigo, ¡y eso es algo romántico! —replicó molesta.

El ángel pelirrojo puso ambas manos en su rostro y empezó a negar con la cabeza. Estaba abrumado por la inocencia de su compañera y ya no sabía de qué modo decirle las cosas.

—No puedo dejarte ir con él, Alice.

—Pero iré —repuso la fémina.

—Sé que irás, empiezo a conocer lo cabezona que eres, pero esto es una advertencia de las muchas que te haré en un futuro. Te voy a dejar ir, pero sólo porque quiero que veas la realidad, y espero que la veas Alice.

La chica empezó a reír a carcajadas en el sofá, y Cupido arrugó el entrecejo con molestia. Nada de aquello estaba siendo cómico, sin embargo las carcajadas de ella eran reales.

–No te preocupes tanto, pequeño angelito, ¡ni que fuera a matarme! —dijo, y se fue a su habitación.

No importaba cuánto le advirtiera, el pelirrojo sabía que nada le haría cambiar su mente. Y era razonable, ella estaba ciega, y no de amor precisamente sino más bien de la euforia del primer momento. Pero quizás, y solo quizás, tal vez no sería tan malo. Tan solo había que esperar cuál sería el siguiente movimiento del chico, y cuáles eran sus reales intenciones.




El día de la cita llegó, y Alice no podía estar más nerviosa. Ella era un revoltijo de "¿qué me pongo?", "¿cabello suelto o atado?" y "¿tacones o manoletinas?" insufrible. Estaba en videollamada con su mejor amiga Rebeca, ésta le daba consejos para verse mejor.

—Tienes unos hermosos y grandes ojos color miel, ¿por qué o te pones una sombra color dorado? —aconsejó.

Alice rebuscó en su paleta el tono y empezó a esparcirlo por su párpado. Se miró al espejo para ver el resultado y sonrió al instante, luego miró hacia la cámara buscando la aprobación de su amiga.

—¡Si, como pensaba, te queda genial! —opinó ella con alegría.

—Ahora la ropa, ¿qué hago? ¿Uso vestido o pantalones?

Rebeca parecía meditarlo a través de la pantalla.

—Dijiste que ibais a una feria, ¿cierto? Si tenéis pensado subir a alguna atracción, te aconsejaría algo que no tuviera falda.

—Tienes razón —afirmó la pelinegra.

—A ver qué tienes por ahí, muéstrame —pidió su amiga y Alice abrió el armario, teniendo una vista más que suficiente para la pantalla del ordenador.

—Busca algo color marrón o dorado... ese estilo. De esa forma te hará juego con el maquillaje.

La chica pareció haber encontrado la respuesta incluso antes de buscar. Tenía un mono multi posición(*imagen en multimedia) que jamás había estrenado, y pensó que era buena idea hacerlo ahora. Giró la pantalla para comenzar a vestirse —por si los piratas informáticos—, y una vez hubo terminado, la mirada de su amiga tenía mostrada toda la aprobación.

—¡Te sienta increíble! —exclamó con alegría.

—Gracias.

—¡Un momento! ¡Debes cambiar el color de tus labios! ¿No tendrás un labial marrón efecto mate?

—Tengo una gran gama de color —asintió, mostrando todos sus labiales.

—Debimos haber empezado por la ropa, y a raíz de eso con el maquillaje —se quejó su amiga.

Tras haber optado por calzar unos tacones de agujas de color dorado y haber recogido su cabello en una coleta alta, dejando dos mechones de cabello ondulado del frente, estaba preparada para salir.
Quedaba media hora para el encuentro, y pensó en salir ya pues no quería que volviese a ocurrir lo mismo que en la primera cita.
Metió las llaves del coche y se fue animadamente hacia la puerta de la feria, exactamente donde había propuesto verse.

Por supuesto, Cupido había llegado incluso antes que la pareja. Estaría vigilando de cerca a aquellos dos para no perderse ningún detalle, incluso si aquello era violar la privacidad, en cierto modo, de ambos.
Jeremy fue el primero en llegar. Su cara no parecía demasiado amigable, casi parecía que deseaba salir de allí incluso antes de siquiera haber puesto un pie en aquel sitio.
Empezó a sacar un papel de tabaco, metió el tabaco en el mismo, lamió el filo del papel y empezó a enrollarlo, todo lo hacía despreocupadamente hasta que miró hacia el frente y visualizó a la que sería su cita, quien lucía casi irreconocible, estaba impecable, con una sonrisa de oreja a oreja. Jeremy no pudo más que dejar escapar su mirada llena de asombro tras ver a la chica. "Vaya", fue la palabra que salió de sus labios.

—Creo que hoy he sido bastante puntual —dijo ella, sacando de los pensamientos al chico.

—Sí, así es —dijo, aún sin salir de ese pequeño asombro.

Alice miró de hito en hito al chico.

—Estás muy apuesto, como siempre —rió ella.

—Y tú... te ves genial —dijo sincero.

Alice sonrió tras aquel cumplido.

Mientras tanto, el pelirrojo mirada desde su punto de vista toda la situación. No sabía si era una obra previamente planificada o había sido algo completamente natural, pero había visto que ese tal Jeremy estaba mirando, por primera vez a Alice, de forma interesada.
¿Un gran actor, o algo más?
No podía negarlo, la chica estaba deslumbrante, y aquello tampoco había pasado desapercibido para él. Por un instante, deseó que aquella cita realmente acabara mal.


No abandonaré la historia, además de que tiene un giro interesante, recomiendo que estéis atentos ;)

The RED Cupid - Red AngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora