Cupido propuso a Alice a salir de su casa para encontrar a su «alma gemela», pero la chica tenía ciertas dudas sobre todo aquello.
—Lo sé, sigues sin creerme, pero no te preocupes, lo encontrarás. Simplemente siéntate aquí —ordenó él.
Alice, que vaciló un poco al principio, se sentó en la silla. Ahora estaban en una cafetería del barrio y ella había tomado asiento en una de las mesas. Ordenó un café descafeinado y esperaba impaciente a la «magia» de Cupido.
—Yo me quedaré en aquella esquina —dijo, señalando hacia una de las esquinas del local— donde puedo ver todo lo que ocurra. Entonces, empezaré a hacer mi trabajo. Relájate y, por favor, ¡alegra esa cara!
Una vez Cupido se alejó de allí y se posicionó en su lugar, el café de Alice llegó y lo sorbió nerviosa, sin saber qué rayos estaba haciendo con su vida.
De repente, un chico de cabellos ondulados, dentadura perfecta, ojos verdosos y anatomía de atleta se acercó hasta la chica. Ella, sorprendida, le miró expectante.—Buenas tardes, señorita —saludó éste.
—B-buenos, buenos —intentaba decir, pero no le salían las palabras a causa de la emoción.
Esto funciona, pensaba ella con alegría.
—¿Está esperando a alguien? —preguntó.
Alice negó fervientemente con la cabeza, sin poder borrar la sonrisa de su rostro.
—Es que le has gustado a mi primo Rogers. De repente te vio entrar y, cito textualmente, me dijo que fue como si Cupido le hubiese lanzado una de sus flechas. He pensado en presentarle yo mismo porque él es bastante tímido, espero no haberte importunado —explicó el chico, y su primo Roger se acercó hasta ella.
—Ho-ola —saludó con timidez.
Alice decayó su sonrisa. Toda la alegría se esfumó como si de muestras gratis de chocolatina se tratase. Desapareció en un abrir y cerrar de ojos en cuanto vio al «primo Rogers» porque, «el primo Rogers» era todo lo contrario al «primo guapo». Rogers era bajito, tenía cierta calvicie, y mala dentadura.
—Creo que... me estoy sintiendo mal... —dijo, y fue al baño de repente.
Mientras murmuraba dentro de uno de loa cubículos del baño cosas como «me las pagarás, Cupido» y «menudo idiota creador de falsas ilusiones», cupido apareció dentro del mismo cubículo que ella.
—¿Estás bien? —preguntó preocupado.
—¿Que si estoy bien, maldito bicho del...? —decía Alice, apretando la mandíbula. Estaba más que enfadada.
—¡¿Qué ocurre?! —preguntaba Cupido sin entender nada de lo que estaba sucediendo.
—¡Has hecho que el chico más feo de todo el local se enamorara de mí a primera vista! ¿es que no has pensado en el guapo? —respondió con furia.
—¡Pero qué superficial eres, Alice! Si conocieras a ese chico seguro que te parece la mejor persona del mundo! La razón por la que no elegí al «guapo» fue porque «el guapo» se acuesta con una tía diferente cada fin de semana y no cree en el compromiso, por no hablar que en cada relación que ha tenido ha maltratado a su pareja. ¡Ahora comprendo por qué todas las relaciones te han salido de culo! Te fijas mucho en el exterior, Alice —se quejó.
—¡Pues sí, lo hago! ¿es que acaso no existen guapos buenos?
—Claro que existen, pero me pareció que el chico que yo elegí era la mejor persona para ti de todo el local.
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The RED Cupid - Red Angel
Fanfic¿Qué ocurriría si el mismísimo Cupido llama a tu puerta diciendo que va a ayudarte en el amor? seguramente no le creerías y le sacarías de una patada a la calle. Bien, pues eso es lo que le ocurre a Alice West cuando, después de ser rechazada por su...