"Seis„

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No podía ser cierto para Jeremy. Aquella chica le había persuadido de tener una cita con él al aire libre. De esa forma, las cosas no podía salir como él quería. Jeremy quería acabar con la vida de la chica, y para ello debía hacer todo aquél paripé que tanto le desagradaba.
El chico esperó por quince minutos a Alice, en un banco del parque de su barrio. Se sentía absurdo.
Entonces, oyó unos pasos acercándose hacia él, y al ver que se trataba de su cita, tuvo que cambiar su cara de desagrado a una más alegre.

—Hola, espero que no hayas esperado por mucho tiempo —saludó la chica, con una sonrisa de oreja a oreja.

—No, qué va... —mintió.

Jeremy se sentía bastante incómodo en aquella situación, pero parecía que la chica estaba disfrutando bastante. Él debía mantener la compostura y hacerle creer a Alice que realmente estaba interesado en ella.

—¿Qué... qué tienes pensado hacer? —preguntó el joven, sin mucho ánimo, y algo confuso pues no sabía bien qué hacer en una supuesta cita que además él no deseaba.

La chica le miró.

—Nada en especial; supongo que podemos ir a alguna parte, he oído que por el centro hay una heladería que está muy bien y venden unos helados buenísimo. Podemos ir allí —propuso ella, alegre. Y es que Alice no podía abandonar aquella sonrisa. Estaba con un chico, en una cita, y como adición, era guapo y apuesto, ¿qué más podía pedir?

Alice sentía que su suerte en el amor iba a cambiar en cuanto consiga conquistar el corazón de Jeremy. Sabía que no iba a ser trabajo fácil, pero tampoco era trabajo imposible.
Mientras tomaba asiento en la heladería mencionada, Jeremy fue al mostrador a pedir dos helados previamente elegidos.

Por otra parte, el pelirrojo de Cupido observaba a la pareja desde otra esquina, mientras no era observado por nadie mediante su poder de invisibilidad hacia los humanos. No lo podía negar, aquél chico llamado Jeremy no le gustaba en lo más mínimo. No le daba buenas vibraciones y percibía que a él no le estaba haciendo mucha gracia la idea de salir con Alice. Lo vio bufar varias veces, y su rostro de desagrado decía más que cualquier discurso de desaprobación. En cambio, sabía jugar sus cartas en cuanto Alice le miraba o le hablaba, cambiaba sus facciones de repente, y no parecía estar en un situación denigrante para él. Sabía disimular bastante bien.
Pero, si era tal y como Cupido sospechaba y Jeremy realmente no deseaba estar con Alice, entonces, ¿por qué otro motivo estaba aquél hombre aguantando a la chica? ¿había alguna razón por la cual estuviese haciendo algo en contra de su voluntad? ¿o quizás él sí deseaba salir con ella?

La cita se mantenía tranquila, pero además, aburrida.
Alice no dejaba de hablar, y Jeremy no la escuchaba siquiera, simplemente asentía con la cabeza con pesadumbre. Hasta que, harto de aquél dolor de cabeza que le ocasionaba la chica, perdió el control y dijo lo que sentía.

—Enserio, ya no aguanto más. ¿Quieres dejar de hablar de una buena vez? No he venido aquí medio obligado a escucharte hablar de todas esas sandeces que me importan una m...

Rápidamente, Jeremy se percató de lo que estaba haciendo, y ya no sabía cómo perdonar su comportamiento. La cara de la chica expresaba de todo excepto alegría.

—¿Entonces para qué hemos quedado? ¡Creí que querías verme! —de repente, la pareja estaba captando las miradas de los más curiosos del local, haciendo al chico avergonzarse y enfurecerse por tal conducta— ¿Sabes qué? ¡Adiós! ¡Ya no quiero verte más!

Y Alice salió corriendo de allí.

Jeremy maldijo por lo bajo, y maldijo más aún a la hora de pagar la cuenta.
Nada había salido como él quería y, como guinda del pastel, la chica ya no deseaba verlo más. Sabía lo que tenía que hacer: debía mostrarse arrepentido y pedir disculpas a ella. Si aquello no funcionaba, entonces tendría que tomar otras medidas algo más drásticas.

Cupido fue a buscar a Alice, quién había visto marcharse del lugar.
No había ido demasiado lejos, por lo que consiguió encontrarla con facilidad.

—Alice, ¿qué ha ocurrido? —preguntó éste.

La chica se giró hacia él, con los ojos enrojecidos a causa de las lágrimas que amenazaban con caer.

—¡Se suponía que éste era el definitivo! ¿Por qué se ha comportado así conmigo?

—Ya te he avisado; ese hombre no me gusta nada. Creo que te está engañando para otros fines.  Además es raro que-

—Mierda, viene hacia aquí. Más le vale encontrar la excusa perfecta —interrumpió la chica.

Cupido fue a esconderse no muy lejos de allí cuando el chico se acercó.

Alice, con los brazos cruzados, le miraba con rabia, y él parecía incómodo, hasta que comenzó a hablar.

—Lo siento mucho, Alice, no pretendía decir todo eso, es sólo que mi jefe me tiene bastante harto; hoy no ha parado de sermonearme y tenía dolor de cabeza. Siento haberlo pagado contigo, de verdad. Espero que puedas perdonarme y de esa forma podríamos tener una nueva cita, mucho mejor. ¿Qué me dices? —se disculpó Jeremy.

Tras unos segundos de meditación, la chica respondió.

—Está bien, pero con una condición: la feria está a punto de comenzar, ¡quiero una cita en la feria! ¿Está bien?

Jeremy bufó, pero mostró su forzada sonrisa de nuevo.

—P-pero yo había pensado en algo más íntimo. Quizá una noche en mi casa, abrimos una botella de vino y hablamos sobre tú y yo, ¿qué tal?

—¿Vino? No, no, no, de ninguna manera. Al final acabo muy ebria y digo muchas tonterías —rió ella—. Prefiero mi plan.

El hombre aceptó a regañadientes, y se marchó en su coche.

Una vez más, el plan de asesinato se había chafado. Pensó tal vez que debía tener algo más de confianza con ella para así persuadirla de quedarse en su habitación.

Cupido sabía que algo andaba mal, que ese hombre no era normal, al menos, no era humano, y se estaba tomando demasiadas molestias para conseguir a la chica pero, ¿con qué propósito?

The RED Cupid - Red AngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora