28. Dos chicos de un tiro.

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La luz que se cuela por la ventana me golpea en el rostro cuando acomodo un poco mi cabeza contra la almohada. Abro mis ojos poco a poco y arrugo la nariz, intentando acostumbrarme a la luz.

Y es cuando me alarmo.

Noto que no estoy en mi habitación, menos en la de mi mejor amiga. Las persianas se encuentran abiertas y la luz que entra a mi habitación se vuelve insoportable. Intento moverme, y es cuando percato unas fuertes manos que me abrazan por mi cintura.

No...

Giro bruscamente, encontrándome a un castaño desconocido. Tiene el pelo desordenado, va sin camisa y con unos simples shorts de deporte. Deduzco que tengo su camisa puesta...

Juro que nunca voy a beber en mi vida.

Pequeños destellos de ayer aparecen en mi cabeza cuando empiezo a reconocerlo.

Yo bailando con Cara, jugando a ese estúpido juego, un pelirrojo que se llama Bennet y finalmente yo, besando a James. Estoy segura de que no hemos hecho nada porque tengo mi ropa puesta y no me siento diferente.  Un dolor punzante en mi cabeza aparece por intentar recordar. Ni iquiera recuerdo cuanto he bebido, ni porque no estoy inconsciente ahora mismo.

—James —murmuro en voz baja y lo muevo con mi brazo. Este abre sus ojos poco a poco, como lo había hecho yo en un principio. Me mira y parpadea un par de veces, intentando acostumbrarse a la luz que se cuela por su ventana. Se sienta en la cama y pasa una mano por su cabello, aun adormilado.

—Uh, hola —musita—. ¿Qué hora es?

Me alzo de hombros y busco mi celular, el cual estaba guardado en la cazadora que tenía puesta anoche. La encuentro en una esquina de la habitación. Enciendo la pantalla. Veo que son las once de la mañana, y luego la cantidad de llamadas perdidas de Cara.

Le contesto que hora es a James mientras se vuelve a tirar a la cama. En eso, me apresuro a devolverle  la llamada.

—¿Uh? —contesta cuando me atiende. Al parecer, dormía.

—¿Dónde estás? —le pregunto cerrando mis ojos con fuerza. Mi cabeza me duele como mil demonios.

—En casa, idiota. ¿Dónde estás tú?

No sé cómo habrá hecho para llegar en el estado que estaba.

—Sigo en la fraternidad —le explicó en pocas palabras y le doy una fugaz mirada al castaño a mi lado.

Cara suspira.

—No me digas que te has enrollado con...—

—No me he enrollado con nadie —le interrumpo y James larga una risotada a mi lado por mis palabras. Le fulmino con la mirada.

—Juliette Williams me dices ya mismo quien...—

No dejo que termine su amenaza de muerte y finalizó la llamada. Pongo el teléfono en silencio y lo dejo que suene en silencio en la mesita de luz.

Me recuesto otra vez en la cama, sintiéndome abatida. James se encuentra a mi lado con su celular.

—Supongo que debo irme —digo parándome luego que siento que he recuperado fuerzas. Noto que alguien, probablemente James, me ha sacado los zapatos anoche, cosa que agradezco. Los encuentro al lado de la cama y me los pongo, maldiciendo. Podían ser muy bonitos, pero matan... Cuando estoy por quitarme la camisa para devolverle, James habla:

—Quédatela. Te queda genial —guiña un ojo.

—Pero...—

—Luego me la devuelves —dice simplemente y le sonrió.

La Tregua Perfecta (Completa) (BORRADOR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora