"Aggie"

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Los niños son criaturas fascinantes. No puedo dejar de maravillarme de la manera en la que actúan y piensan. Sus mentes pueden ser moldeadas muy fácilmente, sin ningún esfuerzo, como la plastilina más suave en la más fuerte de las manos. Me preocupa nunca llegar a entender a esta niña, es decir, cómo pensaba.


Estas cosas pasaban por mi mente mientras examinaba la habitación levemente iluminada. Las puertas y ventanas estaban clausuradas con esa cinta amarilla que usan en las escenas de un crimen, el pegajoso desastre en el suelo estaba siendo analizado por el equipo forense.


El sitio que tenía enfrente era espeluznante, lo que alguna vez fue una niña de ocho años yacía en el suelo. Uno no podría decir con exactitud qué era a primera vista.


 Su cabeza apenas estaba unida a la columna vertebral, colgando grotescamente hacia un lado, con el líquido escarlata coagulado debido al paso del tiempo. Un ojo estaba fuera del cráneo, perdido unos metros más allá. Había un hueco donde antes estaba su estómago, como si hubiera sido arrancado a mordiscos por una bestia, mientras que los órganos aparecían esparcidos a su alrededor.


 Unas horribles marcas de cortes adornaban sus pequeñas muñecas, manos y dedos, llenos de costras de sangre. Claramente, alguien o algo la quería muerta. Sus padres y su abuela estaban en condiciones similares, dispersos por toda la sala.

El lugar era un verdadero baño de sangre. Me hizo volver el estómago. Evidentemente hubo una lucha. Juguetes, muñecas, títeres, revistas, vidrios rotos y ladrillos habían sido arrojados sobre el macabro espectáculo.


 La sala parecía combustible para pesadillas.Quedé enmudecido por el olor a sangre y entrañas. Aparentemente tenían tres días de muertos, aquello era demasiado para mí.


Un tanto mareado, me di la vuelta y me alejé de la escena. Quizá en alguna otra parte de la casa encontrara algo aún más vomitivo. Una vez que pasó el malestar me sorprendí a mi mismo subiendo las escaleras, hacía lo que parecía el cuarto de una niña. Ahí no había señal de lucha, todo estaba en su lugar... excepto por una cosa: Un cuaderno.


Era un cuaderno escolar común y corriente, tirado en el suelo. Lo levanté lentamente, dándole vuelta en mi mano. Estuve a punto de entrar en estado de shock.


 Estaba cubierto por letras sanguinolientas, extraños símbolos y signos.

 Había una cara dibujada sobre el papel, prácticamente en cada una de las páginas. Era una cara torcida, parercía estar cosida. Los ojos estaban rellenos con pequeñas líneas a través de ellos, como si fueran botones. Me parecía familiar, pero era incapaz de recordar por qué. Un pequeño pedazo de papel cayó de entre las páginas. Me agaché para recogerlo.

"No temas, mi niño, yo alejaré a los espíritus,Te mantendré a salvo durante la noche, seré tu amiga todos los días,Cuando se trata de amistades, tengo muy pocas,Así que no me dejes, querida, o mi corazón se partirá en dos."


Aquello no se veía bien. Le dí la vuelta al papel y leí el reverso:

"Muñecas Preocupadas de Madame ZohTus amigas hasta el final."

¡Qué extraño! Me puse a hojear el cuaderno de nuevo, esta vez desde el principio. Parecía un diario normal, había descripciones de sus amigas de la escuela, discusiones con sus padres, pero una cosa llamó mi atención:"Mi abuelita me regaló una muñeca en mi cumpleaños. Es bonita, pero me da miedo. Mami me dijo que no podía regalarla. Creo que no la quiero..."

Tienes miedo ? ...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora