― Sólo.... ¡¿Por qué no me escuchas de una maldita vez?! ― Rugió Gorak encajando su verrugoso puño en la pared tan fuerte que algunos de los malditos espejos cayeron y se hicieron trizas contra el suelo. Normalmente eso habría conseguido hacerlo sentir mejor. ― ¡Llegaste demasiado lejos esta vez, Blayne! Te pedí una simple cosa ¡Una! ¡Y ni eso pudiste hacer!
El gnomo había llegado a su límite.
Desde que se enlazó con el maldito elfo soportó una cosa tras otra; tuvo que mudarse casi a la superficie para conseguir más luz, tuvo que deshacerse de gran parte de sus muebles para poder hacer espacio para las ridículamente largas piernas del elfo, pasó noches enteras sin dormir porque aparentemente la piel de los elfos no incluía interruptor de apagado y parecía brillar más en la noche, era como dormir con una lámpara. Tuvo que enfrentar el reflejo de su arrugada piel gris arremolinándose alrededor de sus cuernos y colmillos en todos y cada uno de los malditos espejos que plagaban la casa.
― ¡¿Una cosa?! ¡¿Ahora tienes problemas de memoria?! ― Gritó Blayne agitando las manos en el aire y golpeándose una con el techo. ― ¡Desde que llegué aquí no has parado de pedirme cosas!
Estaba cansado de ser consciente de su horrible apariencia, estaba harto de que Blayne le hiciera notar algo que no debería de importar sólo porque se paraba cerca viéndose hermoso, estaba exhausto de tener que explicarle a Blayne que a los gnomos les resultaba nauseabundo el brillo excesivo y que no lo escuchara, estaba sobrecogido por el día en el que Blayne le exigiera que se fueran a Cohorte Luminosa y aterrorizado por el momento en el que el elfo decidiera que tuvo suficiente de convivir con algo horrible.
Simplemente estaba harto.
Y el llegar a casa para encontrar a su preciado Ernie diezmado y ultrajado como un fnormagk de tres dongs no ayudaba a mejorar su humor.
― ¿Esto es por lo de las luces? ¡¿Te metiste con Ernie sólo por las luces?! ― Gorak se encajó las garras en las orejas para no asesinarlo. ― ¡Sabes perfectamente que eran excesivas!
― Oh, ¡No me vengas con eso! ¡No se puede tener exceso de luz! No entiendo por qué quieres tanto a esa cosa horrenda. ― Hizo una mueca de desagrado. ― Sólo trataba de hacerlo más agradable a la vista.
Sabía que no estaba hablando de él cuando insultó a Ernie, en serio, lo sabía... pero eso no hacía que doliera menos. ¿Cuánto tiempo más tendría que pasar hasta que finalmente esas palabras fueran hacia él?
― ¡Arruinaste completamente meses de trabajo sólo porque querías hacer las cosas "más agradables a la vista"! Sé que tú no lo entiendes porque eres un niño mimado que ha pasado toda su vida desperdiciando el tiempo jugando con chatarra brillante, pero algunos realmente necesitamos hacer trabajo real para sobrevivir.
La mirada herida de Blayne atravesó a Gorak y lo hizo retroceder varios pasos hasta volver a entrar en su excesivamente brillante taller.
Cerró los ojos con un gruñido mesándose las largas orejas. ¿Qué demonios estaba haciendo? No debería herirlo intencionalmente. Blayne no era un gnomo y no razonaba las cosas como un gnomo por lo que no debería de hablarle como a un novato torpe, lo sabía, debería tratar de ponerle las cosas fáciles para que entendiera por qué hacía las cosas mal... pero estaba cansado de intentar hacerlo.
Estaba frustrado de fracasar en razonar con el elfo. Sólo... le gustaría poder entenderlo lo suficiente como para saber cómo hablar con él. No pedía mucho, sólo la capacidad de decirle a su enlazado que tanta luz estaba matando sus retinas y que los gnomos necesitaban que sus armas fueran lo más discretas posibles para defenderse de las criaturas de las profundidades. No era mucho pedir ¿verdad? ¿Entonces por qué las deidades no lo ayudaban?
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Filigrana
RomanceBlyne, un elfo luminoso, actualmente enlazado a Gorak, un gnomo malhumorado, está pasando por una crisis marital, pero su intento por arreglar la situación la empeora poniendo su vida en peligro. ¿Logrará salvar su matrimonio antes de que pierda...