Todo estaba tan oscuro.... Las sombras de la habitación envolvían y asechaban a Blayne burlándose de él. Se extendían a su alrededor espesándose y adelgazándose como una bruma inconstante. Estaba asfixiándose por la profunda negrura que se había apoderado de todo su ser. Parecía que las paredes se volvían más oscuras y lejanas cada vez que trataba de verlas, no quería estar ahí, quería irse, quería escapar y encontrar un refugio en el que nada importara.
Necesitaba con desesperación un poco de luz. Cada parte de su cuerpo gritaba y rogaba porque obtuviera algo de luz, algunas veces extendió la mano para encender alguna de las lámparas que plagaban la habitación burlándose de él, pero no podía obligarse a encenderlas. La luz significaba ver.... Odiaba la oscuridad, pero odiaba incluso más la idea de ser visto, o peor aún; volver a ver la horrible verdad que el espejo le había revelado cruelmente.
Desfigurado...
Blayne sentía más que veía al sirviente moverse. Se encogió y trató de esconderse más cuando él se acercó, pero no era necesario, él nunca lo miraba ni le había hablado desde el primer día que llegó. Blayne soltó un gemido cuando vio la pálida mano acercarse a la lámpara. La mano se detuvo justo antes de girar el interruptor, por un segundo parecía que iba a mirar a Blayne, pero se detuvo en el último segundo y en su lugar dejó una bandeja con comida junto a la cama y salió de la habitación.
Roto...
— Por Beathé, otra vez no comió nada, es un desperdicio. — Lloriqueó una voz.
Blayne había pasado demasiado tiempo viendo la bandeja que habían dejado para él, preguntándose si habría veneno en su comida o no. Preguntándose cuál era la peor opción, pasó tanto tiempo que no se dio cuenta de que ella había vuelto hasta que no era muy tarde. Ante sus ojos vio cómo la bandeja que había estado observando era cambiada por otra y apretó los labios en un acto de resolución para contener cualquier réplica.
— Aquí tiene, debería de aprovechar esta mientras sigue caliente. Dima puso mucho esfuerzo esta vez. — Siempre decía eso, como si Blayne debiera sentirse culpable y arrepentirse porque mencionaba a alguien que no conocía.
Blayne no se movió ni contestó nada. Quería que ella se callara y lo dejara solo, pero por experiencia sabía que cualquier posible respuesta sólo la alentaría a hablar más y seguir molestando. Cualquier respuesta la llevaría a seguir haciendo reproches interminables, sobre la comida o sobre su actitud sin apartar nunca los ojos de la cicatriz en la cara de Blayne
— No me diga que ha estado en ese mismo lugar desde ayer. — Blayne se estremeció cuando su voz se volvió más aguda, el repruebo se mezclaba con sus lágrimas. — Al menos camine por la habitación un poco de vez en cuando. — Escuchó los amortiguados pasos moverse por la habitación.
— Ains dijo que no quería luces, pero ¿no es malo para usted? Al menos déjeme.... — Con terror, Blayne vio cómo ella comenzaba a tirar de la cortina.
— No... — La voz de Blayne salió ronca por el pánico y la falta de uso.
— Sólo quiero abrir la ventana para que....
— ¡NO!
— De acuerdo, si no quiere luz, no habrá luz, pero sigue siendo malo para su cuerpo. Su hermano dice que....
— Vete. — Blayne la miró directamente esta vez.
— Muy bien, no quiero incordiarlo, pero por favor coma esta vez, aunque sea un poco ¿sí?
Permaneció observando a Blayne por unos momentos como esperando que obedeciera. Al cabo de unos segundos finalmente se fue sin dejar de parlotear acerca de alguna otra "recomendación". Nunca se callaba, ni siquiera cuando dejaba la habitación. Por unos segundos Blayne se permitió hundirse en la ilusión del silencio, pero no duró mucho, nunca duraba mucho. Siempre oía las mismas cosas venir desde la puerta.
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Filigrana
RomanceBlyne, un elfo luminoso, actualmente enlazado a Gorak, un gnomo malhumorado, está pasando por una crisis marital, pero su intento por arreglar la situación la empeora poniendo su vida en peligro. ¿Logrará salvar su matrimonio antes de que pierda...