Había algo obstruyendo el denso tráfico peatonal en la concurrida calle comercial de Aldar. Las maldiciones llenaban el aire cuando los elfos o bien saltaban a un lado para evitar el inesperado obstáculo, o chocaban contra los otros elfos que, ya sea por curiosidad o por fastidio, se habían detenido a mirar fijamente al gnomo rodeado de bultos que parecía inmune a la atención que estaba recibiendo mientras revisaba una lista en su mano y el contenido de las bolsas a su alrededor.
Después de haber sido abandonado a mitad de la excesivamente iluminada ciudad por su supuesto amigo con una lista de compras a medio completar el gnomo estaba demasiado harto de todo como para prestar atención a la sensibilidad o las rarezas de los elfos. En ese momento estaba decidido a completar la maldita lista para no volver a pisar ese lugar infernal y no pensaba moverse hasta que no se hubiera asegurado de tener todo.
No reaccionó en lo más mínimo cuando se abrió la puerta del taller cuyo portal estaba bloqueando, convencido de que, con lo absurdamente altos que eran todos los malditos orejones perfectamente podrían saltar sobre sus compras mientras él contaba sus muestras de geoda. Y así habría sido, si sólo el elfo que salió del taller no hubiera estado confiado en su memoria muscular y por ende rumiando mientras miraba fijamente un trozo de papel que tapaba completamente su línea de visión.
No hubo nada que pudiera evitar que el elfo acabara tropezándose con las compras del gnomo. En un intento desesperado para recuperar el equilibrio, el elfo soltó sus planos y aleteó con los brazos, pero sólo consiguió golpear con fuerza al gnomo derribándolo al suelo y haciendo que todas sus geodas se dispersaran por el camino. Cada uno vio con horror cómo sus posesiones eran pisoteadas o se perdían entre los cientos de peatones indolentes.
Sin mediar palabra se zambulleron en la multitud para rescatar sus pertenencias. Ninguno prestó atención a los listones de luz multicolor que salieron del elfo y los rodearon a ambos hasta que finalmente entraron en el cuerpo del gnomo que estaba absorto tratando de recuperar sus geodas mientras recordaba a todos los ancestros del elfo malnacido que lo había golpeado y huido. Mientras que el elfo consiguió atrapar sus planos y estaba ocupado tratando de sacarlos de debajo de los pies de alguien sin romperlos.
Tan pronto como el elfo consiguió que la gente se detuviera lo suficiente como para que pudiera levantar sus maltratados planos se permitió un minuto para saborear el triunfo mientras les sacudía la tierra de encima y luego, a pesar de que la comprensión aún no se había hundido en su cerebro, se apresuró a ayudar al gnomo que aún luchaba por localizar y atrapar algunas de las geodas fugitivas.
Una vez que todas las piedras fueron reunidas, contadas y devueltas a su bolsa el elfo tenía toda la intención de disculparse por lo ocurrido, pero en su lugar miró fijamente al gnomo que aún refunfuñaba y maldecía frente a él. La comprensión de lo que habían significado los lazos de luz lo golpeó como un mazazo y, en consecuencia, en lugar de disculparse terminó preguntando:
— Disculpa, ¿por casualidad me robaste un trozo de alma?
***
Gorak observó a Blayne brillar más fuerte que todas las lámparas que había instalado en su rincón habitual. Estaba disfrutando de verlo crear mientras esperaba al momento correcto para hablarle dado que el elfo estaba completamente sumido en su trabajo. Su rostro de muñeca estaba ligeramente arrugado y no paraba de morderse los labios por la concentración necesaria para seguir minuciosamente el diseño en los planos al mismo tiempo que empuñaba sus herramientas para construir algo que parecía estar dándole problemas.
Pero la prueba definitiva de cuán enfocado estaba en su trabajo, era el hecho de que su cabello recientemente recortado hasta la barbilla había sido alejado de su rostro por una banda para sacarlo del camino, dejando completamente al descubierto la cicatriz en su cara, tal y como había estado haciendo cada vez más y más últimamente porque tenerlo bloqueando su visión definitivamente estaba entorpeciendo su trabajo. Para Gorak nunca había lucido más hermoso que en ese momento.
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Filigrana
RomanceBlyne, un elfo luminoso, actualmente enlazado a Gorak, un gnomo malhumorado, está pasando por una crisis marital, pero su intento por arreglar la situación la empeora poniendo su vida en peligro. ¿Logrará salvar su matrimonio antes de que pierda...