Alexander

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- te amo, y me alegro de que me hayas encontrado, o más bien, me alegro de haberte saltado encima y devorar tus labios ese día. - le digo un poco apenada al acordarme de cómo me comporté.

- No sé lo que me pasó ese día, solo escuche una voz en mi cabeza que decía que eras nuestro y que nos pertenecías. Tu aroma me envolvió y afecto cada célula de mi cuerpo. Perdí el control cuando mis ojos encontraron tu mirada, fue como caer en un hechizo donde solo existíamos los dos.

- yo también sentí tú olor, por eso estaba en el restaurante.

-Joe, Josh, Emma y yo solo estábamos aquí de paso para revisar como estaban algunas de mis empiezas. Cuando capte tú aroma todo en mi interior cobro vida, quería encontrarte y tenerte en mis brazos. Entre como loco buscándote, pero mis amigos me hicieron ver que tenía que permanecer tranquilo para no asustarte y así lo hice. Nos sentamos en una mesa para para pasar desapercibido mientras mis ojos escaneaban todo el lugar buscándote. Cuando escuché tu dulce voz y vi tus hermosos ojos verdes me perdí en ellos. Cuando te oí reclamarme como tuyo de esa forma tan posesiva me llené de orgullo, y cuando finalmente unimos nuestros labios me elevaste hasta el mismo cielo. Nuestros labios se movilizaban en su propio júbilo disfrutando de la humanidad del otro. Era inevitable resistirme a tus suaves y tiernos labios, tan cálidos como el clima del verano.

Como no enamorarme cada vez más de él cuando dice todas esas cosas.

Mis mejillas están sonrojadas y mis ojos húmedos con lágrimas de emoción no derramadas. En algún punto de la conversación nos habíamos sentado nuevamente en la cama con una distancia que podía cortarse con apenas un movimiento.

Todavía me quema el alma y me estremezco por el recuerdo del provocativo calor de su piel.

Alex toma mi mano y la coloca en su pecho para que pueda sentir los latidos erráticos de su corazón.

- Desde el instante en que te vi mi corazón dejo de pertenecerme para pertenecerte a ti. Te adueñaste del como también lo hiciste de mi cuerpo, alma y pensamientos.

Una pequeña lágrima de emoción y alegría se desliza por mis mejillas y el la atrapa en sus dedos para mirarme con adoración.

- No llores pequeña, me parte el alma verte así.

¿Alguien puede ser más perfecto en la vida?

- son lágrimas de alegría, te amo tanto. - le digo tomando sus manos que siguen acariciando mis mejillas para darle un pequeño beso en ellas y luego me acerco más para juntar nuestros labios.

Envuelvo mis brazos en su cuello para luego acariciar su nuca y tirar levemente de su cabello. Alex me acomoda encima de sus piernas dejándome a horcajadas en su regazo. Entierra una de sus manos en mi cabello y la otra aprieta mis caderas pegándome más a él.

Sus labios se mueven con los míos en una perfección sincronización, algunos gemidos escapan de mi boca cuando siento su lengua enredarse con la mía. Mordisquea mi labio inferior y lo lambe a su paso, sus labios son suaves y dulce como caramelo que me hacen desear nunca separarme de ellos.

Nos separamos agitados y tratamos de regularizar nuestra relación, al pasar algunos minutos nos quedamos viendo fijamente. Sus ojos están dilatados, su cabello despeinado por mis caricias y sus labios rojos he hinchados.
De seguro yo estoy igual o peor que él.

Siempre al besarme me deja una rica sensación de cosquilleo en toda mi piel
que poco a poco estremece mi corazón,
dejando en mí una eterna tentación,
tentación por sentir su amor, besar su boca, probar sus labios una y otra vez,

A mi mente llegan recuerdos de lo que estuvimos haciendo durante la noche,
Nuestros cuerpos extasiados que sudaban de placer. Amo cada roce de
pasión que tememos, en cada beso nos fundimos en un eclipse de deseos.

Sweet dark Donde viven las historias. Descúbrelo ahora