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Subí a mi cuarto y prendí mi laptop. Entré a Skype y me conecté con Maia. Ella se veía muy feliz del otro lado de la pantalla. Cuando me vio se acercó más a la cámara.
- ¡Adeline! - gritó Maia con entusiasmo. - Me alegra que aceptaras hablar por aquí.
- No hay problema Maia. - me acomodé en mi silla y aparté mi cabello hacia atrás. - Dime ¿qué necesitas?
Una enorme sonrisa apareció en su rostro y sus ojos azules brillaron de emoción.
- ¿Sabes? - habló de manera tonta y risueña. - Hoy me di cuenta de algo.
Mi curiosidad aumentó y me acerqué a la pantalla sin darme cuenta.
- ¿De que te diste cuenta? - pregunté sin poder ocultar mi curiosidad.
- Me di cuenta de que, lo sé esto es raro de mi pero, me gusta alguien amiga. - su cara hacia gestos de felicidad. Se dió cuenta de mi curiosidad y se acercó aún más a la cámara y le susurró como si habláramos en persona. - El chico que me gusta es Max.
Mi mente se puso en blanco. ¿Max? ¿Qué?
Maia comenzó a mover los brazos frente a la cámara para llamar mi atención. La miré y sonreí.
- Pero ¿Max? ¿Qué no lo odiabas? - pregunté arqueando las cejas.
Ella se puso a pensar un momento y después rió.
- Al principio creí que lo odiaba, pero me di cuenta de que no es odio lo que siento por él. En serio me gusta.
Mi cara solo mostró seriedad, era la única expresión que podía mostrar. Quería dejar de hablar con ella, quería pensar.
- Tengo que irme. - dije casi sin expresión. - Nos vemos después.
- ¡Espera! - gritó Maia. La miré y ella se puso sería. - Al menos dime que me ayudarás.
- ¿Qué?
- Vamos Adeline, eres la mejor amiga de Max, eres la única que puede ayudarme a estar con él. - no podía pensar en otra cosa. No quería. - Por favor. - rogó.
- Está bien. - dije. No sentí nada bueno, no quería y acababa de aceptar. - Nos vemos. - cerré la laptop y me quedé plantada frente a ella.
¿Qué acababa de hacer?

Por la mañana me encontré muchas veces con Max pero él nunca me saludo. En las clases se sentaba al otro extremo del salón con un par de chicos que ni siquiera soportaba. Cada vez que nuestras miradas se cruzaban sus ojos se oscurecían y apartaba la mirada. Me dolía. Mi mejor amigo ahora trataba de evitarme.
Almorcé con Álex en el jardín. Maia me había pedido que los dejara solos, quería pasar más tiempo con Max. Estaba atrapada en este lío, uno en el que ni siquiera deseaba estar.
Cuando terminé de comer mi almuerzo me quedé pensando. Álex me miraba y me examinaba. Extendió su mano y tomó la mía.
- Adeline ¿Estas bien? - su voz me hizo salir de mi mente y mirarlo a los ojos. Me calmaba verlos, su color y su brillo.
- Sí, - respondí. - estoy bien. Solo un poco distraída.
- Lo noto. - dijo Álex sonriendo. - ¿Estas bien? ¿Aún quieres salir hoy?
- Claro que quiero salir. - reí un poco y entrelace mis dedos con los suyos.
- Excelente. - sonrió.
El timbre sonó y Álex se levantó del suelo soltando mi mano. Se sacudió los pantalones y me ofreció ayuda. La acepté y me impulse mientras él jalaba de mí para levantarme.
- Nunca soltaré tu mano. - dijo Álex apretando mi mano mientras sonreía. Yo solo sonreí. Caminamos a clase tomados de las manos. En el camino nos encontramos a Maia y a Max. Él miró como Álex y yo nos tomábamos de las manos, su mirada se volvió fría. Tomó a Maia de la mano y salió corriendo jalando de ella para que lo siguiera desapareciendo de nuestra vista en las escaleras.
Ninguno de ellos entró a clase.

Le sonreí al espejo pero fue la sonrisa más falsa de mi vida. Estaba estresada y no podía pensar.
Quedé con Álex a las 4 pero llegué media hora tarde. Él esperaba sentado en una mesa afuera del café. Había pedido café y movía la pierna impaciente.
- Álex. - cuando escucho su nombre miró al rededor. Al verme se paró y me saludo con un beso en la mejilla. Me ayudó a sentarme y después tomó su asiento frente a mi. - Lamento llegar tan tarde. - me disculpé.
- No hay problema. Verás Adeline, - comenzó a decir, su rostro se volvió serio y me miró a los ojos decidido. - te invite aquí porque quiero decirte algo. He estado pensando mucho y me di cuenta de que eres alguien especial para mí. Desde que hablé contigo por primera vez me agradaste y quise seguir hablándote. Sin darme cuenta ya estaba cerca de ti y cuando me invitaste me sentí muy feliz.
Mi corazón comenzó a acelerarse y resonaba en mi cabeza.
- No soy un chico perfecto pero, Adeline, por favor se mi novia.
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Entre la amistad y el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora