CAPITULO III...creo que tú y yo podemos hacer grandes cosas juntas.

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Mi tía, avanzo un paso por delante de mí, y así de esta manera ella se quedaba entre el caballero y yo.

- Señor Conde, - él tenía como primer apellido, el de su madre ya que poseía Titulo noble y querían consérvalo, aunque realmente su padre era el que más bienes había aportado a la familia, su madre poseía propiedades.

- Buenos días, puedo ofrecerle el desayuno en la terraza de la segunda planta, la señorita Alba ya tiene preparada, su mesa. Me encargaré personalmente de reubicarlo en la habitación de la tercera planta, hasta que hayamos solucionado el estropicio de las cortinas, y siento enormemente, el haberlo despertado, y no se preocupe por nada más, yo me encargare de solucionar este asunto con esta señorita.

Cuando menciono mi tía, el "me encargaré de solucionar este asunto" ya sabía yo que en cuanto él se fuera mi tía me iba a enviar a casa.

- Buenos días, Roció,- le contestó- agradezco sus atenciones, pero la solución a este percance, la voy a decidir yo, aunque no en este momento. ¿Cuántos años tiene?

Aunque, la pregunta, me la había hecho a mí, no debía contestarle, era como me había dicho mi tía, en alguna ocasión "siempre que esté presente; yo contestaré por ti" entonces me precipite y conteste.

- Quince años, perdón tengo dieciséis- mi tía me había advertido de que dijera siempre que tenía dieciséis, y yo volví a quebrantar otra norma, parecería como si todo lo que mi tía me hubiese enseñado esos días yo los hubiese olvidado esa mañana en la piscina, aunque era consciente de que cada vez que hacía o decía algo complicaba más el asunto, era como si me acordara de la norma después de haberla quebrantado. Por ese motivo, el parecía como si no me hubiese escuchado y espero a que contestará mi tía.

- Tiene dieciséis años, señor

- Entiendo, tiene quince años, y ¿Cómo se llama?

- San Juan, Begoña

- Muy bien, que se encargue ella de trasladar, mis pertenecías a la habitación de arriba, y por otra parte acepto su invitación de ir almorzar.

Se volvió a meter en su cuarto, y cuando cerró la puerta, mi tía, se giro y me dijo.

- Baja a la cocina, y abróchate esa camisa. – Estaba muy enfadada se le notaba en el tono de voz. Ahora es cuando vendría realmente la reprimenda de mi tía.

Luego subí a la habitación donde él había pasado la noche, me puse a ordenarla, para que cuando vinieran a colgar la cortina estuviese todo en orden, recogí sus maletas que aún estaban sin guardar, subí a la habitación, saque la ropa de la maleta que necesitaba planchado, que era prácticamente toda y me la lleve al cuarto de plancha, una vez la tenía toda planchada volví a subir, y me puse a colocarla cada prenda en su sitio, entonces el entro, pero yo esta vez actué conforme tenía que hacerlo, deje todo lo que estaba haciendo agache la mirada, y me disponía a salir para no molestarlo. Nunca debía estar en la habitación cuando los señores estuvieran. Además no quería estar en su presencia, pero entonces él me pregunto:

- y cuál es tu segundo apellido

- San Juan

- ¿Cómo? Begoña San Juan San Juan,

- Sí Señor

- Entiendo, es un apellido un tanto extraño.

Me miro, pero seguí callada, y con la cabeza agachada, me lo estaba pasando realmente mal, quería saber que había decidido, si despedirme o no, y si me despedía, quería irme cuanto antes.

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