CAPITULO XIII- No sé a qué juegas Sergio, pero .... ella no encaja.

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Pasaron los días, y tuve que regresar a la universidad, encontré a mis compañeros de piso tan alegres como siempre, Chester, parecía haber encontrado en mi amigo Claudio, su buena estrella, aunque este todavía no se había atrevido a confesar sus preferencias, estaba claro que tanto el cómo Chester, eran felices y aunque no se veían hablaban todos los días por teléfono. Por otro lado estaba Larisa, con sus devaneos y sus salidas nocturnas, la verdad es que los fines de semana seguíamos saliendo todos a cenar, porque aun que había recuperado el trabajo en la zapatería, era muy raro el fin de semana que me llamaban del hotel para ir a trabajar.

Mantuve el contacto con Sergio, que me llamaba muy de vez en cuando, y atreves de este, tenía noticias de Alex, de lo bien que le iba su recuperación, Larisa también me comentaba lo mismo, pero no decía nada más sobre él. Y pasaron más días y semanas y luego meses, hacía tiempo que habíamos cambiado la manga corta por el abrigo.

Llegaron las navidades, Larisa se fue a la nieve, con Alex, y se por las revistas que estuvieron con Sandra. Al leer aquella noticia volví a pensar en Alex, y me dolió, pensar que definitivamente seria para ella, no entendía el por qué de mi reacción, si él se había portado tan mal conmigo. No me había llamado, incluso yo le llame por su cumpleaños para felicitarlo, pero no me cogió el teléfono y tampoco me devolvió la llamada, pensé que habría cambiado de teléfono, pero no se lo pregunte a Larisa, no quería que supiera que le había llamado, y que él ni tan siquiera me había respondido. Tampoco se lo quise decir a Chester, me avergoncé de mi conducta de haber caído tan bajo, de buscar a quien no quería encontrarme. Quería volver a verlo, volver a estar con él, y cuanto más lo pensaba más me dolía, no me entendía a mi misma como podía ser tan irracional, realmente no había habido nada entre nosotros, tal vez unas palabras cariñosas, unos besos, unas caricias, pero nada más. Ni siquiera podía decir que me había dejado a decir verdad, no habíamos estado juntos nunca. Tenía que admitirlo, me había obsesionado con él. Tenía que abrir los ojos y el tiempo era la medicina, tenía que tener paciencia, se que acabaría recuperándome de aquel mal irracional.

Aquellas navidades también regrese a la isla, me encontré con la gente de siempre, incluso me junte un día con Toni, parecía que le gustaba una chica inglesa, estaba rehaciendo de nuevo su vida, lo cual me alegro. Claudio viajo a Valencia, dio como escusa que tenía ganas de salir de la isla, y como yo tenía un piso, tenía que aprovechar la ocasión. Así que Chester ese año tampoco fue al pueblo de sus padres como había sido lo habitual hasta ese año.

Después de disfrutar de unos días en familia, regrese a Valencia, esta vez regrese en avión, porque nadie me iba a esperar en Denia.

Cuando llegue al piso había un paquete encima de la mesa, era la réplica de la medalla, llame a Álvaro para agradecerle el trabajo, estuve hablando un rato con él, preguntándole si había visto a Larisa, pero me dijo que había tenido mucho trabajo, y salvo un día que había coincidido con ella en una fiesta, ya no había tenido el placer de encontrarse con la familia Conde. Me alegre de haber mantenido esa breve conversación con él, y después de colgar el teléfono, me puse la medalla de forma instintiva, la verdad no sé por qué motivo me la puse, pero cuando me vi en el espejo, dude de si quitármela o no, en principio no tenia motivo alguno para quitármela, de cara al resto del mundo era un regalo de un amigo, del cual se suponía guardaba buenos recuerdos, la realidad era otra, ya que su medalla estaba a buen recaudo, y esta solo era el trabajo de un amigo, financiada por mi misma y la verdad es que me gustaba, pero había una tercera parte, me recordaba a él, pensé que pese a que el no me había devuelto la llamada, pese a que ni tan siquiera sufrió cuando se despidió de mi, aquella medalla era la prueba de que tal vez no estaba confundida del todo, y que si yo le quería era también por que en algún momento de mi vida me había sentido correspondida de ese amor, y esa medalla, me decía que no estaba loca, y que el también había sentido aquellos besos, aunque hubiese sido solo su capricho de una etapa de su vida. No, todavía no estaba preparada para dejarla olvidada en un cajón. Así que cerré la luz del baño, donde me había estado mirando y me fui a mi habitación, esta vez era Larisa quien ocupaba la habitación de Alex, yo no la quise, a si que cuando me acosté, me hice la promesa de que un día, me levantaría, y dejaría olvidada aquella medalla, en cualquier rincón de la casa, ese día sabría que me habría recuperado, porque no me dolería dejarla abandonada.

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